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Desesperación en la frontera

Aproximadamente entraron al país 300 a 500 de enero a julio de 2016, estima la Organización Internacional para las Migraciones.

Aproximadamente entraron al país 300 a 500 de enero a julio de 2016, estima la Organización Internacional para las Migraciones.

Son migrantes provenientes de de Haití, África o Asia tienen saturadas las estaciones migratorias y albergues en Chiapas y Baja California.

Estos son algunos de los testimonios:

Al nacer, ‘ayudó’ a sus padres en su ruta a EU

TAPACHULA, Chis.- Magdala Brazzabill salió de República del Congo seis meses de embarazo. Magdala es una de las miles de mujeres migrantes africanas que buscan llegar a Estados Unidos. A sus 27 años, aguantó un viaje de poco más de dos meses, de África a la frontera sur de México.

El 19 de septiembre llegó a la Estación Migratoria Siglo XXI, en Tapachula, para solicitar un permiso de tránsito que le permitiera cruzar México sin ser detenida. Su objetivo es llegar a la frontera sur de Estados Unidos y pedir refugio. Antes de entrar a la estación migratoria dio a luz a Angélica.

"2 kilos 450 gramos y 44 centímetros de talla", señala el certificado de nacimiento de Angélica, quien goza de salud aceptable, a decir del médico que la atendió.

La fotografía de Angélica recorrió los medios. Magdala y Jean Marc, padre de Angélica, aprovecharon el despliegue mediático para obtener más rápido su permiso de tránsito por México y hacerse de algunos recursos extra para llegar a la frontera norte del país.

Apenas recibieron el certificado de nacimiento, emprendieron de nuevo el viaje. Ahora están en Mexicali, Baja California, a la espera para que el gobierno de Estados Unidos reciba su solicitud de asilo.
Lo único que lamenta, dijo Jean Marc en un español cortado, es que Angélica no haya nacido en Estados Unidos.

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  Un haitiano suplicó: 'yo nací en El Congo'

TAPACHULA, Chis.- Jean Obed habla francés y un poco español. Tiene 32 años e insiste, ante el agente del Instituto Nacional de Migración (INM) , que viene de República de El Congo, y que desea un permiso de tránsito por México.

Al igual que Obed, miles de migrantes de Haití se hacen pasar por africanos, pues México y Estados Unidos dan un trato preferencial a migrantes de los países de África que han sido afectados por las guerras civiles.

Jean es uno de los poco más de 8 mil haitianos que a principio de este año llegaron a Brasil para la construcción de los estadios que se utilizarían en los Olímpicos, y que ahora se niegan a regresar a su país.

-¿De qué aldea o pueblo proviene?

- Mira mujer, yo no traigo papeles, todo lo dejé allá.

-Sí, entiendo eso, pero debemos llenar el registro.

-Yo lo único que quiero es mi papel para llegar a Estados Unidos.

-¿Qué ruta siguió para llegar a México?

-Vine director de Brasil, pasé por Perú, Ecuador, Costa Rica...

-¿Nació usted en Haití?

-Mujer, te digo que yo no tengo papeles, yo nací en el Congo.

Jean consiguió su permiso y dijo: "el que anda con permiso, no es migrante".

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  "Llevo siete días y ya no tengo para comer"

TAPACHULA, Chis.- "Tengo número 1019, tengo siete días acá y pago 17 dólares para pasar la noche en un cuarto", dice Joslin Jant, mientras extiende, insistente, el ticket que le dio el INM, y que indica el número que le corresponde para ser atendido.

Joslin es uno de los migrantes que el pasado martes 27 de septiembre se amotinó afuera de la Estación Migratoria, con la exigencia de ser atendidos. La policía los dispersó con gas lacrimógeno. Cuando el tóxico se dispersó, los migrantes volvieron a hacer las filas, que durante varias semanas han llenado el lugar.

"Llevo dos noches durmiendo acá afuera –comenta en un claro español–. Yo no tengo para pagar más, no puedo esperar más. Acá cobran en dólares. Hotel, taxi, comida en dólar. Es un negocio amiga".

Joslin dice provenir de El Congo, pero en el permiso de tránsito que le extendió el INM, indica que es un ciudadano de Haití.

Ya no insistió más ante los agentes migratorios. Sabe que su nacionalidad es un obstáculo para obtener el reconocimiento de refugiado en Estados Unidos, de ahí su insistencia en que lo acreditaran como africano. "Yo ya no puedo esperar más, ya no tengo para comida. En Panamá nos dan comida, nos dan vivienda, pero acá hay que pagar. Acá nos tratan como animales, por eso tengo que seguir. No podemos quedarnos más", dice.

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