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Si el presidente Trump tuiteara menos, lo escucharían más

La red social podría ser una poderosa herramienta de persuasión, pero solo si la usa de manera efectiva. Una vez que se convierta en presidente, tuitear menos hará que Trump en realidad sea más influyente, por varias razones.

Donald Trump ganó la elección presidencial de Estados Unidos en Twitter. Ahí, creó lo que el jefe de una importante compañía de investigación de mercado denominó "un mitín continuo de Trump que se lleva a cabo en Twitter a toda hora".

Trump atrajo varios millones más de seguidores que Hillary Clinton, tuvo tres veces más exposición gratuita que Clinton en las redes sociales y, según la firma de redes sociales SocialFlow, se convirtió en "la persona sobre la que más se hablaba en el planeta".

La capacidad de Trump para aventajar a otros políticos en las redes sociales se encamina a convertirse en una de sus armas más formidables como presidente. Sin embargo, para tener éxito en su nuevo trabajo, el tuitero en jefe de Estados Unidos necesitará usar las redes sociales de una manera distinta de lo que lo hizo durante la campaña.

El extinto politólogo Richard Neustadt sostuvo que "el poder presidencial es el poder de persuadir". La mejor manera que tiene Trump para convencer a los funcionarios de que hagan lo que él quiere será persuadirlos de que hacerlo es lo mejor para sus propios intereses. Lo mismo se aplicará, en gran medida, a sus interacciones con líderes extranjeros.

Twitter podría ser una poderosa herramienta de persuasión. Pero solo si la usa de manera efectiva. Una vez que se convierta en presidente, tuitear menos hará que Trump en realidad sea más influyente, por varias razones.

Primero, una de las promesas de campaña de Trump era que usaría sus habilidades para los negocios para alcanzar mejores acuerdos para Estados Unidos. Pero no podrá hacerlo si sigue tuiteando en tiempo real lo que piensa. Según el Programa de Negociación de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard, compartir lo que uno piensa tempranamente durante una negociación -lo que denomina "concesiones de información"- supone el riesgo de entregar a la otra parte datos de inteligencia que puede explotar. Por ejemplo, si Trump parece muy ansioso por alcanzar un acuerdo, una compañía o un país podrían obligarlo a pagar un mayor precio por él.

Además, declarar públicamente sus exigencias al principio dificultaría a Trump aceptar concesiones justas más tarde. Es lo mismo que dijo James Madison cuando relataba que los fundadores de la patria no habrían podido llegar a un acuerdo sobre la Constitución si hubieran comentado públicamente lo que ocurrió en la convención.

El momento para que Trump recurra a Twitter es inmediatamente después de que haya negociado exitosamente un acuerdo, de modo que pueda cantar victoria y enmarcar el resultado en sus propios términos.

Segundo, tuitear menos dará mayor autoridad a cada uno de los tuits de Trump. Un estudio de 2016 realizado por la firma global de relaciones públicas Burson-Marsteller sobre los manejos de Twitter de los 172 jefes de estado que emplean la plataforma concluyó que @POTUS (la cuenta del presidente Barack Obama) es "por lejos el más efectivo", consiguiendo cada tuit un promedio de 12.350 retuits y 19.600 "me gusta".

"¿Qué es lo que hace tan populares a los tuits presidenciales?", preguntaba el informe. "La cuenta de Twitter de @POTUS coloca la calidad por encima de la cantidad". El segundo jefe de estado más retuiteado es el de Arabia Saudita @KingSalman, quien también solo tuitea esporádicamente.

Los retuits y me gusta son importantes para Trump, porque pueden ser una forma de influir sobre personas con visiones opuestas. Un estudio concluyó que los usuarios de redes sociales leerán contenido de fuentes partidistas con las que no están de acuerdo si ven que es recomendado por muchas otras personas. Si Trump tuitea menos, el mundo se dará cuenta cuando lo haga.

Tercero, tuitear menos hará que Trump sea más popular. Neustadt explicaba que altas tasas de aprobación pública ayudan a los presidentes a conseguir sus objetivos cuando están en el poder. Esto se debe a que los miembros del Congreso y otros tienen en cuenta el respaldo del que goza el presidente cuando miden las consecuencias de oponerse a él.

Sin embargo, muchos estadounidenses creen que Trump tuitea demasiado. Según un sondeo de Morning Consult/Politico, 56 por ciento del país cree que debería tuitear menos. Una encuesta de fines de noviembre arrojó que el 59 por ciento de los estadounidenses piensa que debería abandonar Twitter de una vez.

Según Politico, los legisladores republicanos lidian con preguntas no gratas sobre los tuits incendiarios de Trump, tal como su reciente acusación falsa de un enorme fraude electoral. Esta no es una manera de ganar adeptos.

Y si bien la proclividad de Trump a buscar peleas en Twitter podría alentar a sus seguidores, muchos estadounidenses la perciben, con razón, como mala y poco digna de un presidente. Por ejemplo, después de que Trump atacara en un tuit a una estudiante universitaria de 18 años por decir que no creía que él fuera "amigo de las mujeres", la llenaron de amenazas sexuales. Y después de que Trump tuiteara el miércoles que el líder sindical de Indianápolis Chuck Jones era malo haciendo su trabajo, Jones contó que fue bombardeado por llamadas telefónicas amenazantes, incluyendo una advertencia de que cuidara a sus hijos.

Finalmente, refrenar sus tuits dará a Trump tiempo para recibir comentarios de su personal y para calmar sus reacciones. La propensión de Trump de lanzar tuits por su cuenta es altamente inusual.

El estudio "Twiplomacia" que Burson-Marsteller realizó en 2015 concluyó que los jefes de estado mayoritariamente confían sus tuits a miembros de su personal. Y por una buena razón. Los colaboradores pueden estudiar los temas, verificar hechos y considerar posibles ramificaciones antes de subir un comentario, tales como si su país tiene relaciones diplomáticas con la nación sobre la que están tuiteando.

En el pasado, Trump a menudo ha borrado tuits de los que se ha arrepentido: por ejemplo, un tuit enviándoles los "mejores deseos" a los "enemigos y perdedores" en el aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001; otro tuit que afirmaba falsamente que el presidente Barack Obama perdió la votación popular en 2012 (lo que sí le ocurrió a Trump en 2016) y que por tanto llamaba a una revolución en contra de Obama; y un tuit llamando corrupta a Clinton con una estrella de David, que fue percibido como antisemita. Ante las críticas, Trump a menudo ha seguido los tuits incendiarios con más tuits con el fin de aclarar o contradecir lo publicado previamente.

No obstante, en virtud de la Ley de Registros Presidenciales, la Oficina de Gestión de Registros de la Casa Blanca conserva todos los tuits de @POTUS, de modo que borrarlos no es una estrategia viable.

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