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¿Por qué tantos hispanos en EU apoyan a Trump?

Pese a que Trump ha dirigido repetidamente sus agresiones raciales a los mexicanos y centroamericanos, no está para nada claro que al republicano le vaya a ir peor entre los hispanos en 2020 que en 2016.

OPINIÓN

Bloomberg Businessweek

(Bloomberg) --Durante un mitin en Nuevo México en septiembre pasado, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, señaló a Steve Cortes, uno de sus partidarios hispanos más reconocidos, y le preguntó: ¿Qué te gusta más, el país o los hispanos?

La elección binaria dice mucho. Trump planteaba que "el país" es diferente a "los hispanos", de los cuales resulta que 59 millones viven en la Unión Americana. Que Trump haya hecho esta declaración en Nuevo México, donde los hispanos han estado viviendo desde antes de que existiera Estados Unidos, y mientras Trump evidentemente está intentando atraer el voto hispano, sólo demuestra su compromiso con mantener estos dos conceptos en oposición.

La animosidad pública de Trump hacia los hispanos ha sido un rasgo definitorio de su presidencia y, anteriormente, de su campaña. No obstante, la participación hispana, que nunca ha sido alta, cayó en 2016.

"Si bien muchos esperaban una fuerte participación hispana en un enfrentamiento entre Trump y Clinton", escribió el demógrafo de Brookings Institution William Frey, "los hispanos registraron un modesto declive de 0.4 por ciento". Además, Trump obtuvo 28 por ciento del voto hispano en 2016, un punto porcentual más que Mitt Romney en 2012. Las mujeres y los hombres hispanos votaron por Trump en igual medida, mientras que un porcentaje solo un poco más alto (67 por ciento) de mujeres hispanas votaron por Hillary Clinton, en comparación con los hombres (65 por ciento).

En política y políticas, Trump ha dirigido repetidamente sus agresiones raciales a los mexicanos, las familias centroamericanas y los 'Dreamers', principalmente hispanos, que viven en la Unión Americana. Por tanto, su índice de aprobación entre los hispanos —31 por ciento de acuerdo con una encuesta de hace algunos meses, no muy alto, pero no terriblemente bajo— es desconcertante.

Es más sorprendente aún a la luz de un nuevo artículo de investigación de los politólogos Alexander Agadjanian y Dean Lacy. Plantean la posibilidad de que algunos estadounidenses con identidades raciales más fluidas —como los hispanos y las personas con mezclas raciales— pueden estar alineando sus identidades raciales con sus identidades partidistas:

Las presiones de grupo relacionadas con la raza y la identidad han llevado a los estadounidenses a equipararlas con sus lealtades partidistas cambiantes. Específicamente, las personas que cambiaron su voto de no republicano en 2012 a republicano en 2016 (un voto por Trump) tenían mayores probabilidades de cambiar su identificación racial de no blanco a blanco. De manera similar, los que cambiaron su voto de no demócrata en 2012 a demócrata en 2016 (un voto por Clinton) tenían más probabilidades de cambiar su identificación racial de blanco a no blanco.

Si este tipo de autoclasificación funciona incluso en los márgenes del electorado, los hispanos autoidentificados deberían ser aún más hostiles hacia Trump, ya que, al menos entre algunos, su identidad es en parte una función de su oposición a su presidencia.

No está para nada claro que a Trump le vaya a ir peor entre los hispanos en 2020 que en 2016. Los activistas demócratas esperan, no por primera vez, poder sobrepasar a la fórmula republicana con su participación, incluso si no aumentan su parte de la votación.

Si Trump mantiene su participación de la votación hispana en 2016, una base hispana activa aún podría sacarlo del cargo. En 2016, Trump derrotó a Clinton en Texas por 807 mil votos, lo que le ganó los 38 votos electorales del estado, equivalentes a los de Pensilvania y Ohio combinados. El Republicano Ted Cruz derrotó al demócrata Beto O'Rourke en la carrera al Senado de 2018 en Texas por 215 mil votos.

"Cualquier observador político que siga las tendencias electorales verá a Texas y se preguntará por qué hay casi 4 millones de latinos que se quedan a un lado durante todas las elecciones", escribe Albert Morales, director político sénior de Latino Decisions y agente político demócrata de larga data. "En caso de que no sea obvio, mi punto es que en un Texas donde al menos la mitad de los 4 millones de latinos poco movilizados saliera a votar en las carreras estatales y nacionales, la composición de la legislatura y la asamblea estatal sería muy, muy diferente".

Los demócratas han estado esperando durante años que la ola hispana llegue a la costa. Están teniendo dificultades para recuperar el control del Medio Oeste alto, donde la mediana de votantes son más blancos y más viejos. Mientras tanto, los estados de Arizona, Florida y Texas, con una alta población hispana, parecen atractivos. La participación hispana se disparó en 2018, en comparación con la baja base de las elecciones de mitad de periodo en 2014, y los votantes hispanos estaban muy inclinados hacia el lado demócrata.

Aún así, puede ser difícil para cualquier candidato demócrata abarcar los estados del viejo "muro azul" y los estados más hispanos de la "mayoría demócrata emergente". A juzgar por la fuerte reacción de los demócratas del sur de Florida a los comentarios medianamente aprobatorios del senador Bernie Sanders sobre Cuba, puede que Sanders ya esté en problemas con algunos votantes cubanos y venezolanos.

Una encuesta de Mason-Dixon a mil votantes hispanos registrados realizada hace algunos meses sugería problemas en el camino para Trump, y solo 25 por ciento dijo que votaría por la reelección del presidente. No obstante, la encuesta también incluía esta advertencia para Sanders, quien ganó un fuerte apoyo hispano en las reuniones electorales de Nevada este fin de semana: 62 por ciento de los votantes hispanos dijo que no votaría por un candidato que se autodetermine "socialista".

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de Bloomberg ni de la junta editorial de El Financiero.

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