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Pese a todo, Trump logró algunos triunfos en el Congreso de EU

En su primer año como presidente de Estados Unidos, Donald Trump consiguió la aprobación de la reforma fiscal y algunos otros planes, pero aún se enfrenta a algunos problemas.

El estilo errático y combativo de Donald Trump le ganó muchos enemigos en su primer año como presidente de Estados Unidos, pero aun así consiguió suficiente respaldo entre sus compañeros republicanos para lograr algunos triunfos legislativos.

Los principales logros de Trump fue la confirmación de Neil Gorsuch como juez de la Suprema Corte y la reforma del sistema impuestos, y en realidad ambas medidas se lograron con relativamente poca controversia.

Pero la mayoría del tiempo los republicanos protagonizaron estrepitosos tropiezos, particularmente en sus intentos por derogar la reforma del sistema de salud y por ejercer eficazmente las potestades más básicas de gobernabilidad.

El plazo para evitar un cierre del gobierno se cumplió sin percance y se evitó un default, gracias a un entendimiento temporal con los principales líderes demócratas Nancy Pelosi y Chuck Schumer.

Pero la solución para los niños inmigrantes que fueron traídos al país por sus padres ilegalmente quedó en el limbo, así como la suerte de un programa de asistencia pública para otorgar atención médica a 9 millones de niños necesitados.

En varias ocasiones parecía que a Trump le interesaba más iniciar peleas por Twitter que gobernar.

Un importante plan de presupuesto fue aprobado en mayo con escasa fanfarria, opacado por las amenazas de Trump de dejar que el Gobierno caiga en una parálisis a menos que se le prometa que la próxima vez tendría un mejor acuerdo. No hubo próxima vez y el tema de unos 1.2 billones de dólares en presupuestos públicos quedó postergado para el año entrante.

Aun así no escaseó la histriónica en el Congreso. Trump mostró ser adicto a iniciar peleas con compañeros republicanos: con los dos senadores por Arizona, John McCain y Jeff Flake; con Bob Corker de Tennessee e incluso con el líder del partido en el Congreso Mitch McConnell.

Otrora rivales internos de Trump como los senadores Ted Cruz de Texas y Lindsey Graham de Carolina del Sur se aliaron con el presidente y Corker y Flake, ante la posibilidad de una dura competencia en las primarias, anunciaron su retiro.

Varios incidentes de tiroteos, incluso el casi asesinato del representante republicano Steve Scalise de Louisiana, no fueron suficientes para recabar apoyo para un mayor control de la compra de armas incluso después del emotivo retorno de Scalise al Capitolio.

McCain fue diagnosticado con cáncer cerebral y poco después depositó el voto decisivo que hundió los intentos por revertir la reforma de salud impulsada por el expresidente Barack Obama.

La controversia sobre acoso sexual llegó al Capitolio también y forzó la renuncia del representante republicano John Conyers y del senador demócrata Al Franken. Otros legisladores anunciaron su retiro prematuro y la inactiva Comisión de Ética del Congreso lanzó una serie de investigaciones.

Los retiros, que suelen ser presagio de un tsunami electoral, fueron múltiples y es probable que se anuncien más una vez que los legisladores regresen a Washington tras pasar las navidades con sus familias.

Los demócratas desde ya le tienen el ojo puesto al distrito en Florida que tiene la representante Ileana Ros-Lehtinen, al de Nueva Jersey que tiene Frank Lobiondo, al de Michigan que tiene Dave Trott y al de Pensilvania que ahora está en manos de Charlie Dent.

Y ocurrió también que los demócratas ganaron las elecciones especiales en Alabama para el escaño senatorial que quedó vacante cuando Jeff Sessions aceptó el cargo de secretario de Justicia.

Los republicanos del establishment como McConnell le dieron inicialmente su apoyo a Luther Strange, pero el derechista radical Roy Moore fue el nominado del partido. Entonces varias mujeres acusaron a Moore de haberlas violado o de tratar de seducirlas cuando ellas eran adolescentes, y Moore perdió ante el demócrata Doug Jones.

Eso trajo comparaciones con la victoria en el 2010 del republicano Scott Brown para un escaño senatorial de Massachusetts, que fue preludio para la ola electoral de ese año, que en ese entonces fue a favor de los republicanos y en contra de los demócratas.

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