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Lago de petróleo infinito de Venezuela es un caos mugriento y anárquico

Durante casi un siglo, los yacimientos de petróleo que están debajo del gigantesco lago Maracaibo sirvieron de fuente de ingresos para sucesivos gobiernos venezolanos.

Desde el momento en que el buzo con un mono de nylon rojo y zapatillas Chuck Taylor azules vuelve a salir a la superficie después de reemplazar un caño oxidado en el fondo del lago más grande de América del Sur, empieza una carrera contra el tiempo.

Cubierto de pies a cabeza de petróleo negro, trepa a bordo de la lancha de servicio, se arranca el improvisado uniforme y se apresura a lavarse con un compuesto especial para eliminar los contaminantes.

Durante casi un siglo, los yacimientos de petróleo que están debajo del gigantesco lago Maracaibo sirvieron de fuente de ingresos para sucesivos gobiernos venezolanos. A cambio, especialmente en los años transcurridos desde que la industria energética fue nacionalizada por el expresidente Hugo Chávez, no recibió mucho más que descuido.

La cuenca de Maracaibo es el lugar donde la enorme abundancia de energía de Venezuela, que incluye reservas petroleras frente a las cuales las de Arabia Saudita parecen insignificantes, choca con la capacidad reducida del productor monopólico estatal, Petróleos de Venezuela SA, para manejar la doble demanda de mayor producción y protección ambiental.

Hoy día, la masa de agua de 13 mil 200 kilómetros cuadrados, cementerio de todo tipo de cosas, de tuberías abandonadas y neumáticos a sueños de prosperidad venezolana, es el emblema de una nación rica en recursos que ha caído en el caos.

La economía comenzó a frenarse mucho antes de que el precio del petróleo cayera en el último año. El crecimiento ahora se ubica firmemente en territorio negativo, la inflación supera el 80 por ciento anual y es la más alta del mundo, de acuerdo con los pronósticos de consenso de Bloomberg News, y los bonos de referencia del país se negocian a unos 41 centavos por dólar de valor nominal –lo que les da un rendimiento de más del 20 por ciento- en comparación con un precio pico de 129 centavos por dólar de valor nominal en 2006.

Venezuela depende más que nunca de los ingresos petroleros, que representan el 95 por ciento de los ingresos por exportaciones, según el Ministerio de Relaciones Exteriores del país.

Incluso para un país tan bendecido por la riqueza de recursos como Venezuela, la cuenca de Maracaibo es una maravilla. Produce petróleo desde hace un siglo, habiendo generado casi 43 mil  millones de barriles hasta ahora.

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Como aún cuenta con 19 mil millones de reservas probadas –más que el total de reservas probadas de Brasil o México-, el lago podría ofrecer un mayor alivio si la atribulada Venezuela fuera más receptiva al capital y la capacidad técnica extranjeros fuera de los de China y Rusia, declararon en distintas entrevistas Antero Alvardo y Carlos Rossi, analistas de Gas Energy Latin America y EnergyNomics.

En 2006, tres años después que Chávez proclamó que el sector petrolero estaba bajo el seguro control del Estado, se extraían de la cuenca de Maracaibo 1.2 millones de barriles diarios.

Pero, como un gran porcentaje del producto se desviaba del mantenimiento y la reinversión a programas sociales populistas –la gasolina tiene un precio de sólo 6 centavos el galón, lo que le cuesta a PDVSA 15 mil millones de dólares anuales-, en 2014 la producción de la cuenca de Maracaibo había caído a 745 mil 164 barriles diarios, de acuerdo con las cifras del Ministerio del Petróleo. Esto significa ocho mil millonesde dólares de ingresos perdidos.

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