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Guerra Fría y la amenaza nuclear están de regreso por el conflicto ucraniano

La OTAN urgió a restablecer los canales directos de comunicación con el Kremlin; en tanto,  el "reloj del juicio final", a sólo tres minutos de la medianoche, advierte Boletín de Científicos Atómicos.

La crisis de Ucrania, que en su último capítulo se saldó con la derrota del gobierno aliado de Occidente en Debaltseve, a manos de los rebeldes cercanos a Moscú, ha puesto de manifiesto que la Guerra Fría, el conflicto por la hegemonía entre los bloques del este y del oeste, está de vuelta a 24 años del fin de la Unión Soviética y amenaza la estabilidad política y económica con el fantasma de un enfrentamiento nuclear.

A fines de enero, el Boletín de Científicos Atómicos, uno de los órganos más antiguos y respetados en la evaluación del riesgo bélico, fijó su "reloj del juicio final" a sólo tres minutos de medianoche. La última vez que las manecillas se acercaron a la hora fatídica que marcaría el peligro inminente de un choque nuclear entre Estados Unidos y Rusia tuvo lugar en 1983, cuando las relaciones entre Washington y la entonces Unión Soviética estaban en su "punto más helado" y las maniobras Able Archer de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa hicieron temer a Moscú que se acercaba una ofensiva total.

La única oportunidad en que la situación fue peor se registró en 1953, año en que con la guerra de Corea encima, el reloj se adelantó a las 23:58; hoy, advirtió el boletín, el cambio climático "y la carrera nuclear derivada de la modernización de arsenales", representan "amenazas extraordinarias e innegables para la existencia de la humanidad".


La guerra en Ucrania confirma la intensificación de la rivalidad: ya en 2008 el intento de la exrepública soviética de Georgia, respaldada por la administración Bush, para recuperar el territorio de las regiones separatistas de Abjazia y Osetia del Sur, en el Cáucaso, fue aplastado por una invasión del Kremlin, que así demostró que no tolerará la profundización del avance de la OTAN en su esfera de influencia.

La colaboración estratégica entre EU y Moscú ha retrocedido décadas. El gobierno del presidente Vladimir Putin anunció que boicoteará la Cumbre de Seguridad Nuclear de 2016, que se efectuará en la Unión Americana. En diciembre, a su vez, el Capitolio desechó por primera vez en 25 años el financiamiento para salvaguardar materiales atómicos en la Federación Rusa, medida que el Kremlin contestó al terminar en casi todas sus áreas la cooperación en seguridad nuclear.

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"Durante la Guerra Fría, establecimos mecanismos de seguridad. Tratados y documentos nos ayudaron a evitar un choque. Ahora la amenaza de guerra es más alta que entonces", resumió al semanario alemán Der Spiegel el exministro del exterior ruso, Igor Ivanov, que publicó un análisis con el exsenador estadounidense Sam Nunn ––veterano de las conferencias de desarme–– y Des Browne, extitular de Defensa británico y director de la Red de Liderazgo Europeo, que lanzó una alerta por las crecientes tensiones en el aire, que ejemplifican la persecución en julio de un avión espía norteamericano RC-125 por cazas rusos que entró sin permiso al espacio aéreo sueco para escapar, o el anuncio de que los bombarderos estratégicos rusos Tu-95 extenderán sus patrullajes hasta el Caribe y el Golfo de México.

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"Los pilotos civiles no saben como lidiar con esto. Un incidente similar puede escalar fácilmente. Necesitamos un mecanismo con el que podamos hablar al nivel más elevado", añadió Browne.

Incluso el general Philip Breedlove, jefe del Comando de Operaciones de la OTAN en Europa, propuso restablecer el "teléfono rojo", la conexión directa creada en 1963 después de la crisis de los misiles en Cuba.

Otra línea directa enlazaba al Estado Mayor ruso y la Alianza Atlántica desde 2013, pero se suspendió por el conflicto ucraniano.

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