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Espiral inflacionaria acecha a una Argentina semiparalizada

La mayor devaluación del peso argentino en la última década no sólo está sacudiendo a los mercados internacionales, sino que golpea directamente a los ciudadanos del país sudamericano por el aumento en los precios al público.

BUENOS AIRES.- En medio de la mayor devaluación en una década de la moneda argentina, cuya caída está inquietando a los mercados financieros en todo el mundo, la presidenta Cristina Fernández guardó silencio sobre el asunto en su primera aparición pública en semanas.

La mandataria no dijo nada acerca del derrumbe del peso, sino que usó su aparición en la televisión nacional la semana pasada para anunciar la medida más reciente del Gobierno: una nueva modalidad de becas para la escuela secundaria.

A su vez, los mensajes cada vez más imprevisibles de sus ministros han incrementado los riesgos para la divisa argentina.

Un anuncio de la semana pasada, que sugería un largamente esperado alivio de las restricciones cambiarias para los argentinos, en la práctica se convirtió en un puñado de dólares para una minoría privilegiada.

Las autoridades también prometieron cortar el impuesto al gasto de dólares en el extranjero, pero dos días después dieron marcha atrás con la idea.

Los críticos dicen que la errática toma de decisiones del Gobierno es el mayor riesgo que pesa sobre el volátil peso.

Lo que está en juego ahora no es lo que era en 2002 -cuando una cesación de pagos de nivel récord sacudió a la economía global- ya que desde entonces Argentina ha sido excluida de los mercados mundiales de crédito.

"Todos los días es un argumento nuevo", dijo el ex presidente del Banco Central Aldo Pignanelli en una entrevista radiofónica, apuntando al ministro de Economía, Axel Kicillof.

"Nosotros en 2002, con nuestros aciertos y errores, pusimos el cuerpo y la salud. Y yo veo lo que está haciendo este pibe (muchacho) ahora, y me da mucha bronca (enojo) porque estamos perdiendo un tiempo precioso, porque se podrían tomar medidas más coherentes", afirmó en relación a Kicillof, de 42 años.

Incluso el hundimiento del peso, que cayó un 15 por ciento la semana pasada, está envuelto de incertidumbre. El miércoles, al comienzo del desmoronamiento, no hubo intervención del Gobierno, pero para el jueves el Banco Central ya estaba interviniendo con fuerza para poner un límite, como lo ha hecho esta semana.

Funcionarios culparon a un "ataque especulativo" en el mercado interbancario, que está muy controlado.

El caótico abordaje del Gobierno respecto de la devaluación ha causado que el Banco Central deba gastar más rápido sus decrecientes reservas de dólares y ha generado presión adicional sobre la ya elevada inflación en el país.

Como veteranos de crisis previas, los argentinos han asumido un ya familiar rol defensivo, acaparando todos los dólares que tengan y gastando los pesos como si estuvieran pasando de moda.

"En este momento lo único que se puede hacer es comprar. Hoy. Mañana, no", dijo Walter Yofre, un contador de 41 años que paseaba por una desbordada avenida comercial en Buenos Aires. "Acabo de comprar un chip de memoria por 268 pesos. ¡Esta mañana lo estaban cobrando 245!"

Las operaciones en la mayor plaza agrícola del país se han paralizado
ya que los agricultores prefieren conservar sus granos de soya en lugar de venderlos a cambio de pesos. A su vez, en la frontera los productos se están acumulando mientras el Gobierno intenta aliviar el impacto de unas importaciones cada vez más caras.

En tanto, las cadenas de proveedores están congeladas por la incertidumbre en un país donde el dólar es una referencia para todo desde propiedades hasta materias primas.

"Levantas el teléfono y el 90 por ciento de tus proveedores te dirán que están sin stock (suministros)", dijo Gastón Luccisano, que dirige una tienda de productos de cocina en el barrio de clase media de Caballito.

Muchos economistas dicen que el Gobierno se está obsesionando con síntomas mientras agrava la enfermedad con un abordaje improvisado. El ministro Kicillof, un ex profesor de Teoría Marxista, pasó esta semana persiguiendo lo que define como aumentos especulativos de precios por parte de granes corporaciones.

RESERVAS EN RIESGO

Las devaluaciones pueden ayudar a exportadores y eventualmente limitar el descenso de las reservas de divisas de Argentina, que en el último año cayeron más del 30 por ciento a menos de 29 mil millones de dólares. Pero asombro e incertidumbre por la medida han incrementado la demanda de la moneda estadounidense.

Las reservas han caído en más de 2 mil 300 millones de dólares en lo que va del mes debido a los intentos del Banco Central de sostener la nueva tasa de cambio, más de diez veces de lo que vendió la institución en diciembre.

"No hay ninguna duda: esta crisis es producto de las políticas confusas del mismo Gobierno", dijo Eric Ritondale, economista de Econviews en Buenos Aires.

La escalada en los costos de las importaciones y la fuerte demanda de bienes ante las previsiones de futuros alzas en los precios alimentan aún más la galopante inflación.

Los precios a consumidor subieron cerca de un 4 por ciento en las últimas cuatro semanas, de acuerdo a la consultora económica Elypsis, que estimó la inflación anual en alrededor de un 30 por ciento.

Analistas privados calcularon la inflación anual del 2013 en cerca de 25 por ciento, más del doble de la cifra difundida por desacreditado ente oficial de estadísticas.

Para interrumpir el ciclo vicioso inflacionario, el Gobierno necesitaría un programa coordinado para reducir sus gastos, detener la emisión de pesos del Banco Central y controlar aumentos salariales, dicen analistas.

El Banco Central ha tomado unos tentativos pasos en esa dirección desde la devaluación, elevando esta semana una tasa de interés clave y dando a entender un mayor control en la emisión de moneda.

En el mejor de los casos, la subida en la tasa de interés provocará una fuerte desaceleración de la economía, dijo Ritondale de Econviews.

La economía podría retroceder entre 3 y 4 por ciento este año, lo que enfriaría la inflación y alimentaría los ingresos de la balanza comercial y de las reservas de moneda extranjera, agregó.

El riesgo de un colapso financiero es entre limitado y nulo porque la exclusión de Argentina de los mercados internacionales de crédito ha dejado al país con pocas deudas externas.

Entre los argentinos la inflación se ha transformado en un tema cotidiano y discutir los últimos precios se ha vuelto tan común como hablar sobre el clima.

Pero el potencial de que lo anecdótico se transforme en un estallido social es real.

Si la batalla del Gobierno contra la inflación ha sido inconsistente, las medidas cambiarias fueron directamente contradictorias.

Dos años atrás los funcionarios atacaban la "dolarización" de la economía y desalentaban las operaciones de inmuebles y autos en divisas.

Pero el año pasado, el Banco Central lanzó al mercado títulos con cotización ligada al dólar y facilitó el comercio denominado en dólares a pesar de la escasez de moneda extranjera.

En mayo pasado, Fernández rechazó las sugerencias de algunos opositores de devaluar el peso. "Tendrán que esperar otro Gobierno", dijo entonces.

Sin embargo, la semana pasada su Gobierno permitió la mayor devaluación de la moneda desde 2002.

De la misma manera, la reciente liberación de las restricciones cambiarias también fue inesperada.

La semana pasada las autoridades anunciaron que los argentinos, que desde hacía dos años se veían obligados a recurrir al mercado negro, podrían acceder al dólar para ahorrar, lo que creó aún una mayor demanda de moneda extranjera.

Pero el lunes quedó claro que el nuevo mercado cambiario estaría estrictamente controlado y que muy pocos argentinos podrían acceder a los dólares debido a los elevados requerimientos salariales.

Mientras que algunos consideran que los cambios son una señal de moderación, otros creen que el Gobierno no tiene un plan económico.

"Lo que están haciendo es reaccionar más que anticipar", señaló Daniel Marx, secretario argentino de Finanzas entre 1999 y 2001.

"Sus estrategias no funcionaron como esperaban, así que corrigieron el camino. La pregunta es si tienen claro su objetivo", añadió.

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