En los próximos tres años, ni un crucero podrá anclar en el muelle principal de la laguna de Venecia, con lo que buscan evitar a toda costa que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) elimine a ese enclave del turismo mundial de la lista de ciudades patrimonio de la humanidad.
La medida del Ministerio de Infraestructuras y Transportes de Italia no ha dejado satisfechas a las asociaciones de ciudadanos y ecologistas, ya que eso no elimina del todo el riesgo para la Plaza de San Marcos y el Palacio Ducal.
Eso sí, por ahora sólo podrán ingresar barcos de hasta 55 mil toneladas de peso, una decisión que ha sido resultado de varios años de negociación; los demás tendrán que usar el paso de Malamocco para atracar en el puerto de Marghera, en Mestre.
Venecia es conocida como una de las ciudades más turísticas del mundo –entre 20 y 30 millones de visitantes al año– por su arquitectura, sus canales y callejones; sin embargo, este patrimonio se hunde dos milímetros cada año.
Ello llevó a crear varios proyectos de salvamento desde 2014. Además de la limitación a los cruceros, ya está en marcha el Proyecto Moisés, una obra de infraestructura que levantará tres compuertas móviles para frenar la marea alta del mar Adriático.
Los trabajos comenzaron en 2004, incluyen 78 compuertas de acero tipo basculante, dividas en cuatro zonas, formadas por una estructura de metal de hasta 28 metros de alto. Las barreras, de 200 toneladas cada una, están ubicadas en los accesos portuarios de Lido, Malamocco y Chioggia.
Este esfuerzo es parte de todo un plan que se desató cuando, en 2012, naufragó el crucero Costa Concordia frente a la isla de Il Giglio, en el centro de Italia, e hizo saltar todas las alarmas de lo que habría podido ocurrir si hubiese sucedido en la ya frágil Ciudad de los Canales.
