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En Crimea, ni Visa ni Mastercard

La península de Crimea se ha convertido en una zona de exclusión económica, ya que desde su adhesión a Rusia, bancos y empresas han desaparecido, convirtiéndola en una sociedad en la que únicamente circula el efectivo.

Transcurrido casi un año desde que Rusia anexó Crimea, Oleg Saveliev, el hombre designado por Moscú aquí, tiene problemas con una tarea aparentemente mundana: pagar las cuentas.

Como todos en esta disputada península del Mar Negro, el ministro para Crimea está viviendo en una tierra de nadie económica. Bancos internacionales como UniCredit SpA, tarjetas de crédito como MasterCard y Visa, marcas globales como McDonald's –todos se desaparecieron con el aventurismo de Rusia en Ucrania y la confiscación de Crimea. En su lugar, ha surgido una sociedad donde circula solamente efectivo con una inflación galopante, escasez crónica y una creciente ansiedad por el conflicto. Hasta las empresas rusas se mantienen alejadas.

Antes de viajar en avión hasta aquí, Saveliev amontona fajos de billetes de rublos para pagar el hotel. Todos, ministros inclusive, deben pagar en efectivo.

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"Es sorprendente", dice Saveliev, de 49 años, sentado a una mesa en una oficina pública junto al edificio del parlamento local, donde un año atrás, este mismo mes, hombres armados enmascarados izaron la bandera rusa. Como muchos aquí, culpa a Ucrania y sus aliados estadounidenses y europeos de los apuros económicos de Crimea.

Crimea, retiro de verano para los zares, está teniendo dificultades no diferentes del resto de la Rusia de Vladimir Putin. Pero la región permite hacerse una idea de cómo podría llegar a estar el resto de la economía del país si los Estados Unidos y la Unión Europea imponen más sanciones a Rusia en la eventualidad de un fracaso del último intento de un cese de hostilidades en Ucrania oriental.

BABEL ECONÓMICA

El año pasado, a esta altura, los 2 millones de habitantes de la península, incluidos los de la capital, Simferopol, vivían en Ucrania. Hoy, después de votar por mayoría en un referéndum calificado como ilegal por Ucrania y sus aliados, están viviendo en Rusia –y lo que parece ser un estado de babel económica.

Crimea podrá considerarse parte de Rusia, pero muchos de sus carteles de tránsito continúan estando escritos en ucraniano. Las líneas de teléfono terrestres todavía usan el código de país de Ucrania, 380. Los relojes, no obstante, cambiaron: en marzo pasado, Crimea cambió formalmente las zonas horarias, alineándose con Moscú. Crimea pasó por mucho de esto al revés en 1991, cuando Ucrania abandonó la Unión Soviética, quedándose con la península.

Muchas empresas internacionales se fueron, pero son pocas las compañías rusas que han venido. La mayoría quiere evitar posibles penalidades en otras partes por trabajar en Crimea, que tanto los Estados Unidos como la UE consideran territorio ocupado, dijo Nikolai Petrov, profesor de ciencia política en la Escuela Superior de Economía de Moscú.

Para muchos, la mayor preocupación económica es el costo en alza de los alimentos. Muchos productos se importaban antes de Ucrania, pero como el gobierno de Kiev se niega a reconocer la frontera, sus empresas no puedan exportar legalmente a Crimea en forma directa. El bloqueo trabó todo excepto las pequeñas ventas de frutas y verduras frescas. Las escasas transacciones que se hacen, se realizan en efectivo, según la Asociación del Comercio de Crimea. La mayoría de las provisiones llega en ferry desde Rusia. El mal tiempo puede atrasar los envíos durante días.

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