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El próximo presidente de Guatemala ¿combatirá la corrupción?

Ante el escándalo de corrupción que involucró al expresidente Otto Pérez los dos candidatos ofrecieron mantener en su cargo a la fiscal general y apoyar a la Comisión contra la Impunidad. Morales promete mantener controles y transparencia; Torres pedirá a la comisión su apoyo para conducir auditorías a todo el gobierno

GUATEMALA. Un cómico de televisión o una exprimera dama. El vencedor de la contienda del domingo entre el actor Jimmy Morales y la operadora política Sandra Torres será el encargado de hacer frente a la ira de una ciudadanía hastiada de la clase política, que ya forzó la renuncia de un presidente en medio de denuncias de corrupción y que espera que estos comicios sean el inicio de una nueva era más transparente.

El país tendrá por primera vez una mujer presidente o será conducido por un candidato neófito en la política. Gane quien gane, el vencedor deberá lidiar con las peticiones de reformas profundas, según el presidente interino Alejandro Maldonado, quien asumió tras la renuncia de Otto Pérez Molina y de su vicepresidenta Roxana Baldetti, vinculados ambos a una red que defraudó al estado por varios millones de dólares.

"Un año le va a dejar al nuevo gobierno para llenar otra vez plazas, calles, avenidas, carreteras, en verdadera protesta social", señaló Maldonado en un reciente discurso a empresarios, en alusión a las protestas populares que forzaron la renuncia de Pérez Molina en septiembre. "Este pueblo ya no se va a esperar tres años para salir de nuevo a la plaza".

El comediante Morales, quien se mofa de su condición de inexperto en política electoral, lleva clara ventaja en las encuestas, con un 67 por ciento de las preferencias, contra un 32 por ciento de Torres, de acuerdo con una consulta publicada el miércoles por el diario Prensa Libre y realizada por la Empresa ProDatos entre el 9 y 14 de octubre con un margen de error del 2.8 puntos porcentuales.

De confirmarse ese pronóstico, se mantendría la tendencia hacia el cambio vista en la primera ronda del 6 de septiembre, que tuvo como sorpresivo ganador a Morales y en la que el electorado le dio la espalda a Manuel Baldizón, segundo en las elecciones del 2011 y quien asomaba como favorito para esta contienda.

Baldizón terminó tercero, muy cerca de Torres, una empresaria y experta operadora política que se divorció del expresidente Álvaro Colom para saltar la barrera legal que impide que un familiar del presidente pueda llegar a la presidencia.

Se rompió así lo que ya era una tradición, repetida en cuatro oportunidades, según la cual el segundo de una elección ganaba la presidencia en la siguiente.

Tanto Morales como Torres luchan por posicionarse como el candidato anticorrupción.

Ambos ofrecieron mantener en su cargo a la fiscal general Thelma Aldana y apoyar a la Comisión Contra la Impunidad. Morales promete mantener controles y transparencia mientras que Torres pediría a la Comisión su apoyo para conducir auditorías a todo el gobierno

"De entradita hay que combatir la corrupción desde el fondo y para esto hay decisiones técnicas. Más allá de lo técnico es la voluntad, la decisión política, el ejemplo y el testimonio de vida", dijo Torres a The Associated Press. "Uno no puede hablar de transparencia si no es transparente"

"Hay controles que aplicar, auditorias que realizar", dijo Morales en un debate público esta semana. "Todos los elementos de auditoria que pueden estar desde la presidencia y vicepresidencia se van aponer a funcionar".

Pero muchos son escépticos de que lo que ofrecen los candidatos puedan hacerse realidad, trabajar de verdad para erradicar la corrupción arraigada y encontrar servidores públicos honestos para formar un gobierno.

"He visto foros y debates y no me han convencido", dice Oneida de Bertrand, ama de casa que participó de las manifestaciones. "Dicen lo que todos sabemos de cómo está el país, pero a la hora de sus propuestas no dicen de cómo y con qué, y lo peor es que a estas alturas ninguno de los dos presentan quiénes integrarán sus gabinetes".

Mientras las protestas se enfocaron en la corrupción y la salida de Pérez Molina y Baldetti, para otros las demandas también deben incluir la necesidad de cambios estructurales para atender problemas crónicos como la pobreza y la desigualdad.

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El país también debe luchar contra estructuras que mantienen su influencia en el gobierno y dominan aspectos de la sociedad, además de tasas de homicidios que figuran entre las más altas en el mundo.

Los expertos dicen que las instituciones del país se mantienen dominadas por los mismos partidos políticos y muchos de los diputados electos en septiembre son productos de ese sistema que motivó las protestas.

Los nuevos legisladores "tienen las mismas mañas" de siempre, dice Eduardo Stein, un exvicepresidente y analista político.

Stein cree que el próximo presidente no solo llega con una ciudadanía que tiene muy poca paciencia para esperar cambios, sino que recibe un estado sin fondos debido a los malos manejos de su presupuesto, pero que es un momento histórico para imponer reformas.

"Estamos ante una oportunidad extraordinaria y única de dar saltos de calidad en nuestra sociedad", asegura el exvicepresidente.

Renzo Rosal, analista independiente, es más pesimista y dice que los ofrecimientos son solo cosméticos y de discurso, pero nada de fondo.

"Aquí lo que hicieron fue establecer un muro de contención de esas demandas", dijo Rosal. "La llegada de un nuevo gobierno es el disfraz perfecto para hacernos creer que con un nuevo gobierno las cosas van a ser diferentes, pero no".

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