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‘El mundo se volvió loco’ al aplicar cierres y bloqueos, asegura epidemiólogo sueco

La idea subyacente del hombre detrás de la polémica estrategia de Suecia es que el COVID-19 no desaparecerá en el corto plazo, lo que significa que los cierres severos en última instancia resultarán ineficaces.

El hombre detrás de la polémica estrategia de Suecia ante la pandemia del COVID-19 ha descrito las medidas de aislamiento introducidas en gran parte del mundo como una forma de "locura" que va en contra de lo que se conoce acerca de la gestión de brotes virales.

Anders Tegnell, epidemiólogo estatal de Suecia, dijo que desaconsejó tales restricciones de movimiento debido a los efectos secundarios perjudiciales que a menudo conllevan.

"Era como si el mundo se hubiera vuelto loco, y todo lo que habíamos hablado se hubiese olvidado", dijo Tegnell en un podcast con Radio Sueca el miércoles. "Los casos aumentaron demasiado y la presión política se volvió demasiado fuerte. Y Suecia se quedó allí sola".

Tegnell admite que subestimó la letalidad del coronavirus en sus primeras etapas, pero se ha negado a considerar un abandono de su estrategia. El experto dice que restringir la circulación en la medida radical que se ve en gran parte del mundo puede crear otros problemas, como el aumento del abuso doméstico, la soledad y el desempleo masivo.

"De la misma manera que todas las drogas tienen efectos secundarios, las medidas contra una pandemia también tienen efectos negativos", dijo. "En una autoridad como la nuestra, que trabaja con un amplio espectro de problemas de salud pública, es natural tener en cuenta estos aspectos".

Pero Suecia ahora tiene una de las tasas de mortalidad por COVID-19 más altas del mundo, con más muertes por cada 100 mil personas que Estados Unidos, según datos de la Universidad Johns Hopkins. Las encuestas sugieren que los suecos han comenzado a perder la fe en la respuesta de su país a la pandemia.

En lugar de cerrar escuelas, tiendas y restaurantes, Suecia dejó prácticamente todo abierto. Se alentó a los ciudadanos a observar las pautas de distanciamiento social, pero la estrategia asumió que los suecos alterarían voluntariamente su comportamiento sin la necesidad de leyes.

Tegnell también desaconsejó el uso de máscaras faciales, argumentando que hay poca evidencia científica de que funcionan. Y dice que ha quedado claro que cerrar las escuelas fue una respuesta innecesaria a la pandemia, un argumento respaldado por un reciente estudio francés.

La idea subyacente de Tegnell es que el COVID-19 no desaparecerá en el corto plazo, lo que significa que los cierres repentinos y severos en última instancia resultarán ineficaces para abordar el riesgo a largo plazo. Entretanto, el virus ha reaparecido recientemente en varios lugares donde las autoridades pensaron que lo tenían controlado, incluido Beijing.

"Espero una evaluación más seria de nuestro trabajo que la que se ha hecho hasta ahora", dijo Tegnell. "No hay forma de saber cómo terminará esto".

El Parlamento de Suecia acordó que una comisión investigue la respuesta del Gobierno a la crisis de COVID-19. Los resultados de la investigación se publicarán a principios de 2022, antes de las próximas elecciones generales. Encuestas recientes muestran que los índices de aprobación del primer ministro Stefan Lofven, que encabeza una coalición minoritaria de centro-izquierda, han caído en medio de las preocupaciones sobre la política de COVID-19 del país.

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