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Desesperación en zona de guerra

El futuro de los ciudadanos ucranianos es incierto. La guerra los ha dejado sin luz, calefacción, agua potable y esperanza. Autobuses de evacuación llevan a las personas fuera de la zona de guerra mientras los prorusos aseguran que crecerán sus filas y extenderán su alcance.

El silencio matutino es un incierto preludio al fuego de artillería que invariablemente le sigue. Aislados del mundo a causa de la guerra, algunos habitantes titubeantes se acercan a los visitantes en busca de noticias. No hay tiempo para mucho más que unas cuantas palabras, ya que los soldados gritan órdenes a los exhaustos habitantes que abordan autobuses de evacuación con abultados bolsos en las manos.

En el frente de la guerra separatista en Ucrania, la desesperación se agudiza en una población disminuida que ha estado sin luz, calefacción o agua potable por casi dos semanas.

El implacable avance de los rebeldes en el pueblo al pie de las vías tranviarias de Debaltseve se ha visto disminuido únicamente por los tanques, camiones y lanzagranadas ucranianos. Un mortero portátil está desatendido en un fangoso paraje al otro lado de la entrada oeste a Debaltseve. El arma es de corto alcance, así que el enemigo quizá no está muy lejos.

Mientras las negociaciones de paz colapsan, los separatistas respaldados por Rusia aseguran que crecerán sus filas y extenderán su alcance. El escape está en la mente de aquellos dispuestos a enfrentar la artillería que llueve sobre la única autopista abierta que sale del poblado. Varios autobuses desvencijados del gobierno llegan para evacuar personas a diario, aunque aquellos escondidos en sótanos generalmente desconocen esta manera de salir de la zona.

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"Es difícil hacerle saber a la gente que se está evacuando, y en este momento hacemos lo que podemos", dijo Serguéi Radchenko, el jefe de policía del castigado pueblo, mientras trabajadores del servicio de rescate ayudan a los pasajeros a abordar los camiones.

El miedo a lo desconocido genera renuencia entre los residentes para unirse a los desplazados. La gente con familia o amigos cercanos en Rusia u otras partes de Ucrania esperan una invitación para mudarse con ellos. Aquellos que no tienen a nadie aseguran que no tienen a donde ir.

Afuera del ayuntamiento, el oficial de la Guardia Nacional de Ucrania Ilya Kiva supervisaba la evacuación. Reprendía a un sujeto, evidentemente tambaleante, que señalaba que no podía irse con su hijo adolescente porque su esposa se había quedado en casa. Kiva le dijo que dejara de beber y que al menos permitiera que su hijo tomara el autobús.

"Aquí estaré mañana, y estaré sobrio", prometió el sujeto antes de darse la media vuelta con su hijo.

Kiva dijo que vaciar el pueblo le permitiría a las tropas ucranianas entablar un combate más agresivo: "Venimos todos los días a hablar con la gente, negociamos, les hacemos promesas", comentó. "Estamos listos para rogarles de rodillas que salgan de aquí y nos dejen hacer nuestro trabajo, que es destruir al enemigo".

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Evolución de la cifra de muertos y heridos en enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y separatistas prorrusos en el este de Ucrania.

Fuertes estallidos de los autobuses estacionados cerca del centro de Debaltseve perturban a los recién llegados. Afuera de un edificio municipal con casi todas sus ventanas rotas, un grupo de mujeres que aguardan una entrega gratuita de pan, se ríen de los sonidos. Los duelos de artillería pesada comienzan al caer la noche, aseguran.

Pero es mucha la desconfianza hacia el gobierno ucraniano y las fuerzas que luchan por él.

"Todo lo que uno escucha es que los separatistas esto y aquello. Y que la Guardia Nacional es de lo más limpio", dijo Lyudmila, quien se rehusó a dar su apellido por miedo a represalias de las autoridades. "Los separatistas tal vez han atacado algunos lugares, pero nuestro pueblo está siendo destruido principalmente por la Guardia Nacional".

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