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Arabia Saudita debe moverse hacia "nuevas direcciones": Obama

El presidente estadounidense, Barack Obama, se reunió con el rey Salman, sucesor de Abdulá y dice que el cambio es por el bien de la potencia petrolera.

EL RIAD. A Estados Unidos le preocupan los derechos humanos y civiles en Arabia Saudita, afirmó el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, antes de presentar sus condolencias por la muerte el jueves del rey Abdulá, sucedido en el trono por su medio hermano, Salman, quien hereda a los 79 años una compleja situación en Oriente Medio que reconoció el mandatario norteamericano.

"Tenemos intereses estratégicos en común con Arabia Saudita y aún cuando trabajamos en ellos, contrarrestando por ejemplo a las organizaciones terroristas, también los alentamos a moverse en nuevas direcciones, no sólo por nuestro bien, sino de manera más importante por su bien", puntualizó Obama tras expresar que el mayor exportador de petróleo es clave en un grupo de países de la región "muy complicado".

AMPLIA DELEGACIÓN

Obama arribó al frente de una delegación de 29 personas para una escala procedente de India, que incluyó a la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, el canciller John Kerry y el director de la CIA, John Brennan. También lo acompañaron los antecesores de Rice y Kerry en la administración de George W. Bush, Condoleezza Rice y Stephen Hadley, en buena parte responsables de una alianza basada en sostener el estatu quo que enfrentó tensiones inéditas por los atentados del 11-S y las crecientes pruebas del apoyo de El Riad al extremismo islámico. Ben Rhodes, vocero del Consejo de Seguridad Nacional, expuso que el presidente quiere la misma relación que tuvo con Abdulá, en la que "somos capaces de avanzar en áreas de interés común y de ser muy francos acerca de los sucesos en la región. Washington, dijo, respalda "un proceso de reforma" para ampliar los "valores universales" en el reino, apegado a una versión fundamentalista del Corán, el wahabismo.

Añadió que Abdulá "dio pasos iniciales hacia una mayor participación y más acceso a la educación para las mujeres, pero claramente se necesita trabajar mucho". Previamente, Obama declaró a CNN que "a veces tenemos que equilibrar la necesidad de hablar de derechos con las preocupaciones inmediatas en términos de combate al terrorismo o de abordar la estabilidad regional".

Para analistas como Aziz Yaber, profesor de ciencias políticas en la Universidad Mustansiriyá de Bagdad y el periodista Pepe Escobar, el gobierno de Salman será transitorio y deberá preparar la llegada al trono del ministro del Interior, príncipe Mohamed ben Nayef, segundo en la línea de sucesión en lo que representa la primera vez en que un nieto del fundador del reino en 1932, Abdul Aziz El Saud (también llamado Ibn Saud), fue seleccionado para encabezar la monarquía, que encara la caída de los precios del crudo y un sistema gerontocrático.

El príncipe Mukrin, de 69 años y medio hermano de Salman, será el sucesor inmediato del soberano, que designó a Ben Nayef, de 55 años, en una señal de que está resuelta la continuidad y se evitarán las disputas entre los cientos de nietos de Abdul Aziz. Ben Nayef pertenece como Salman al clan de los Sudeiri, los hijos predilectos del fundador, aunque Abdulá quería para esa posición a su hijo Meteb; además, nombró a su hijo Mohamed como ministro de Defensa y secretario general de la Corte Real, dos de los cargos más poderosos.

Por más de 60 años, el mando se ha transmitido de hermano a hermano entre los hijos de Abdul Aziz, pero esa generación está en declive; Salman, quien padecería alzheimer, recalcó que "seguiremos adhiriéndonos a las políticas correctas que el país ha seguido desde su establecimiento", lo que descartaría que el exgobernador de El Riad durante medio siglo planee moderar al clero wahabí, que fomenta las pugnas sectarias ––Osama bin Laden fue uno de sus favoritos–– además de negar derechos básicos a las mujeres, que no pueden votar ni manejar autos y son ejecutadas por "brujería". Salman pasó revista con Obama a los retos externos, que abarcan el conflicto de Yemen, donde los rebeldes huthi amenazan con inspirar a su propia minoría chiíta; la guerra en Siria, que El Riad alentó armando a la insurgencia que acabaría transformándose en el Estado Islámico, que ahora domina parte de ese país e Irak, así como la rivalidad con Irán, chiíta y defensor del régimen de Damasco y del Hezbolá en Líbano.

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