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‘Yo soy Ucrania’: Niños que sobrevivieron en Bucha ahora juegan a la ‘guerra’

Las autoridades de Bucha aseguran que entre los cientos de victimas mortales habría al menos 16 niños. Los que sobrevivieron ahora juegan a la ‘guerra’.

Los niños que sobrevivieron a la invasión rusa en Bucha, Ucrania, ahora juegan a la ‘guerra’ y ‘discuten’ sobre quien defenderá la bandera de Ucrania en el jardín de juegos.

La ciudad de Bucha ha sido testigo de algunas de las escenas más espantosas de la invasión rusa, y en sus silenciosas calles casi no se ven niños desde entonces.

Los numerosos y coloridos parques infantiles de la popular comunidad, que contaba con buenas escuelas, a las afueras de la capital ucraniana, Kiev, están vacíos.

Los rusos utilizaron un campamento infantil en Bucha como campo de ejecuciones, y las manchas de sangre y los agujeros de bala siguen en el sótano.

En este devastador contexto, alguien pintó la palabra “NIÑOS” con espray y letras enormes en un muro exterior. Debajo, una caja de madera para guardar munición contenía ahora un oso de felpa y otros juguetes.

Es ahí donde se aprecia la frágil renovación de Bucha.

Un pequeño grupo de niños del vecindario se reunió para distraerse de la guerra. Enfundados en abrigos de invierno, pateaban un balón de fútbol o paseaban con bolsas de comida repartidas por los voluntarios.

Los niños se están adaptando, apuntó. Han visto muchas cosas. Algunos han llegado a ver como se mataba a perros.

Ahora, la guerra se ha colado en sus juegos.

En un cajón de arena fuera del jardín de infantes, Vlad, de seis años, y un amigo se “bombardeaban” el uno al otro con puñados de arena.

Soy Ucrania”, decía uno. “No, yo soy Ucrania”, dijo el otro.

La muerte es inseparable de Bucha. Las autoridades locales aseguran que entre los cientos de victimas mortales habría al menos 16 niños. Los que sobrevivieron se enfrentan a una larga recuperación.

“Se han dado cuenta de que ahora hay calma y tranquilidad”, señaló Ivan Drahun, padre de Vlad. “Pero, al mismo tiempo, los niños mayores entienden que esto no es el final. La guerra no ha terminado. Y es difícil explicarles a los más pequeños que la guerra sigue adelante”.

Escaleras arriba, en el departamento donde el Ivan Drahun vive con su hijo, Vlad se acurrucó en una cama con otro niño y jugó a las cartas. El radiador no daba calor. Sigue sin haber gas, e

Hace dos semanas, Ivan llevó a Vlad al baño improvisado en el refugio y visitó a sus vecinos. Entonces regresó a donde estaba Maryna, su esposa, para avisarle que iba a salir a fuera. “Le toqué el hombro y estaba fría”, dijo. “Me di cuenta de que se había ido”.

Al principio, recordó, Vlad parecía no entender lo que había ocurrido. El niño dijo que su madre se había trasladado. Pero en el entierro, vio a Ivan arrodillarse y llorar, y ahora sabe lo que es la muerte.

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