Monterrey

¿Y el transporte público?

“Es un abuso lo que está sucediendo en Nuevo León... Que mejoren el servicio, que el subsidio del Estado se convierta en un beneficio para la población, no sólo para los concesionarios”.

No lo perdamos de vista, el asunto de los taxis no resuelve el problema de fondo del transporte público en el estado. Es buena idea la de Manuel González, esto de llevar a un nivel de seguridad, certeza y limpieza el servicio de taxi público es muy deseable. Lo que no me cuadra son las razones que pretenden justificar el freno a un competidor que, justamente, les vino a subir la vara en beneficio de la raza que paga y que manda.

El hecho que funcionen compañías como Cabify, Uber o Didi no impide al servicio controlado de taxis mejorar su calidad; al contrario, estos servicios privados pusieron en evidencia áreas de oportunidad que estuvieron secuestradas en manos de gente que sólo jalaba dinero sin desquitar con algo a cambio. La competencia puso metas claras en asuntos de puntualidad, certeza en las rutas y en las tarifas, en la comodidad y limpieza de los vehículos.

Estas compañías demostraron que incrementando la calidad el negocio seguía dando para todos. Tanto así que hubo dueños de varios Uber, que a través de un financiamiento especulador, pero bajo para las realidades de este país, pudieron comprar sus flotillas para rentar los carros a choferes que no tenían la posibilidad de adquirir uno. Y funcionó. Cuando estos "capitales" vieron mermado su negocio al replantearse las condiciones de Uber, se abre la puerta a esta persecución ilegal a unas compañías que sí resuelven el problema que el Estado no puede.

No da para muchas explicaciones este falso debate, el problema de movilidad no lo van a resolver en una lucha de intereses económicos. Es un abuso lo que está sucediendo en Nuevo León y eso me tiene enojada. Que mejoren el servicio, que el subsidio del Estado se convierta en un beneficio para la población, no sólo para los concesionarios, ya está demostrado que sigue siendo negocio dar un buen servicio.

Ahora resulta que todas las autoridades se centran en taxis, parece que ya se olvidó que el verdadero problema es el transporte público, un servicio que el Estado está obligado a proveer. Regreso a las reflexiones en el artículo sobre las vialidades líquidas de Ámsterdam. Una ciudad pequeñita, comercial y muy rica que disuade el uso de vehículos particulares ofreciendo calidad en el transporte público. Además, el grueso de la población vive en suburbios, espacios planeados en un plan de desarrollo municipal –su equivalente– en donde el transporte público se trazó antes de soltar permisos de urbanización.

No perdamos de vista que el problema del transporte público y las consecuencias que padecemos son responsabilidad del Estado, no de todos es la negligencia y la desfachatez, pero gobierno y población están padeciendo sus efectos. Finalmente, la mejor forma de quedarse con el mercado de Uber, Cabify o Didi es el buen funcionamiento de camiones, líneas del metro y del metrobús, pero nadie parece querer sentarse a resolver esto.

La autora es Consejera Electoral en el estado de Nuevo León y promotora del cambio cultural a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana.

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Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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