Monterrey

Un primer ejercicio de evaluación y rendición de cuentas

El pobre desempeño económico (medido a través del crecimiento en producción) ha sido corregido por el INEGI para colocar el crecimiento del PIB nacional en cero durante el segundo trimestre de 2019.

Se aproxima el primer informe de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y con ello comienzan a consolidarse los primeros indicadores de desempeño de la administración federal en funciones. Ha pasado casi un año del nuevo gobierno, y en medio de cambios institucionales, eliminación de programas y organismos descentralizados, y del frenesí en la creación de nuevos programas sociales que sustituyan a los anteriores, los resultados en materia económica, desarrollo social y de seguridad no son los prometidos ni esperados.

Como se ha discutido en múltiples medios, el pobre desempeño económico (medido a través del crecimiento en producción) ha sido corregido por el INEGI para colocar el crecimiento del PIB nacional en cero durante el segundo trimestre de 2019; si a esto se integra el crecimiento natural de la población, esto equivale a una caída real en el ingreso promedio per-cápita. Este hecho, de la mano de los recientes ajustes a la baja en las expectativas de crecimiento por parte de Banco de México y de múltiples agencias especializadas, muestran que, a pesar de los cambios recientes en la política monetaria, buscando inyectar liquidez a través de mayor acceso al crédito, no han sido suficientes para incentivar la actividad económica del país y que el esfuerzo de cambiar la política monetaria requiere de otros elementos complementarios para garantizar su efectividad en materia de crecimiento, no obstante a que este último no es responsabilidad del banco central.

De la mano del hecho anterior, las declaraciones del Presidente tratando de minimizar este indicador económico y enfatizando la naturaleza redistributiva de su programa económico, tampoco han sido bien recibidas. Esto se debe a que los primeros indicadores de desarrollo social vinculados a los programas implementados son, cuando los datos permiten evaluarlos y en el mejor de los casos, muy frágiles de sustentarse.

En un estudio realizado por "Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI)", evaluando la información disponible del programa "Jóvenes Construyendo el Futuro", implementado por la Secretaría de Trabajo y Previsión Social para integrar a la vida productiva a los jóvenes que no estudian ni trabajan (comúnmente denominados "ninis"), los resultados muestran que, de inicio, existe una falta de transparencia en el padrón de beneficiarios y de centros de trabajo receptores. Este hecho constituye una falta grave considerando que este programa tiene destinados 40 mil millones de pesos para ejercer en este año 2019, equivalentes en términos relativos a casi 1.6 veces el presupuesto total del CONACYT. Sin embargo, lo realmente preocupante, son las series de irregularidades que los datos muestran, en términos de la dinámica de las tasas de inscripción, las características de los beneficiarios, y más aún, la incapacidad de poder localizar y obtener información cabal de casi 86 por ciento de los Centros de Trabajo, esto considerando el caso de la Ciudad de México.

El detalle de la información revela que de aquellos centros que se pudo obtener y revelaron información (763 centros de cinco mil 439 registrados), 28 por ciento declaró no haber tenido un becario, y 18 por ciento señaló que en algún momento tuvieron un becario, pero actualmente no es así. Esto es, sólo en 413 centros (7.63 por ciento del total de centros registrados) se pudo corroborar tanto la existencia del centro como la asistencia efectiva de un becario. Los datos muestran que, de esos 413 centros con mil 923 becarios inscritos, 22 por ciento reportó ausentismo del becario, y solo se encontró al momento de la encuesta al 78 por ciento de los becarios, aludiendo como razones de ausencia la asistencia a clases, o la falta de regularidad del becario a sus responsabilidades.

El grave incremento en las tasas de violencia a nivel nacional, de la mano de la falta de resultados concretos y la vulnerabilidad del grupo objetivo del programa, encienden las luces de alerta en términos de la necesidad de entender la verdadera problemática asociada a la juventud "nini", pues claramente la capacitación y las becas otorgadas no son suficientes para garantizar la creación de plazas laborales productivas, formales y de largo plazo, una métrica que evaluaría directamente la costo-efectividad y éxito del programa.

El panorama internacional no es alentador, y a un año en el poder, aún es posible corregir el rumbo.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago y Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

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