Monterrey

UANL: 85 años al servicio de Nuevo León

Si utilizamos un punto de vista económico, la educación superior constituye un eslabón importante y definitivo en la construcción del capital humano de una sociedad.

Esta semana, la Universidad Autónoma de Nuevo León se engalana al cumplir 85 años de servicio al estado del cual porta su nombre. En medio de la incertidumbre política nacional e internacional, de los cambios en los paradigmas de administración de la economía pública y la hacienda federal, la reconfiguración del poder legislativo a una mayoría absoluta que no se había visto en décadas, y de los retos que el país y la sociedad habrán de enfrentar ante la constante transformación del entorno global, debe ser motivo de orgullo para los nuevoleoneses contar con una institución de educación superior sólida, madura, funcional, y en un constante desarrollo. Esto es, el estado cuenta hoy, y como desde sus inicios formalmente hace 85 años, con una universidad fundamentada en brindar a su población una alternativa de educación superior con calidad internacional, y que brinda la oportunidad de educarse a quien la busque con talento, perseverancia, y compromiso.

Si utilizamos un punto de vista económico, la educación superior constituye un eslabón importante y definitivo en la construcción del capital humano de una sociedad. A través de ésta, no sólo se enseña el estado del arte de humanidades, ciencia y tecnología a los futuros ciudadanos, sino también, se construye la innovación necesaria que mueve la frontera del conocimiento desde las mismas aulas, auditorios y laboratorios donde se realiza el proceso aprendizaje. Filósofos y estudiosos de la vocación catedrática universitaria, como Wayne C. Booth de la Universidad de Chicago, sostenían que la investigación y la docencia no eran campos disimiles o que compitieran por el tiempo del profesor-investigador universitario, sino que la ciencia nacía en el corazón mismo de cada exposición en clase, con cada pregunta del estudiante que genuinamente busca entender y comprender la compleja realidad que le rodea, y quien con sus cuestionamientos reta al académico a brindar respuestas coherentes, construir nuevas hipótesis, y desarrollar así, nuevas líneas de pensamiento que permiten endógenamente el avance de la ciencia al servicio de la humanidad.

Sin embargo, este eslabón puede verse debilitado si el acceso a la formación universitaria se ve mermado por fallas en la asignación de recursos en forma de crédito o liquidez, esto es, por la falta de un mercado competitivo de becas y crédito que, de manera suficiente, pueda brindar acceso a una persona talentosa. Allí radica una de las razones para contar con una universidad pública de calidad: brindar una educación de vanguardia cuyo precio que no refleja el valor social de la educación que el estudiante recibe, ni de la ciencia e investigación que en sus aulas e instalaciones se desarrolla, pues la formación de capital humano es intensa en el mismo, y éste constituye la mayor riqueza de una universidad.

En otras palabras, la vocación de la educación pública universitaria consiste en corregir las imperfecciones del mercado educativo, al permitir que estudiantes con perfiles de ingreso bajo, pero con talento, ímpetu y mérito, puedan acceder a los beneficios derivados de invertir en su propio capital humano, esto en forma de conocimiento, mejores oportunidades laborales, y mejores condiciones de vida. Así, cada uno de los alumnos inscritos en los distintos programas vigentes (desde bachillerato, técnico, licenciaturas, y los diversos posgrados de excelencia) es la incipiente célula del cambio necesario en nuestra sociedad, urgida de ciudadanos responsables y capacitados en las distintas profesiones que la sociedad demanda, pero también comprometidos con su comunidad.

A lo largo de estos primeros 85 años, y desde su lugar como institución educativa y la máxima casa de estudios del estado, la UANL ha continuado nutriendo el tejido social nacional formando profesionistas con calidad y una sensibilidad especial a las necesidades de la comunidad que apoya y de quien recibe apoyo en forma de recursos para su funcionamiento.

Así, me uno a la celebración de mi alma mater, la UANL, institución que me abrió las puertas a un universo de preguntas, ideas, y conocimiento, en una época en que de otra manera hubiera sido imposible acceder. Y agradecido, desde la vocación que ejerzo, espero como miles de egresados contribuir a seguir alentando la flama de la verdad, con la luz de la ciencia al servicio de la comunidad.

El autor es Doctor en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.

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