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Durante los tres años en los cuales se ha realizado la "Encuesta de Percepción Ciudadana: Así Vamos", organizada por "Cómo Vamos, Nuevo León" en coordinación con el Centro de Investigaciones Económicas de la UANL, el análisis de los resultados ha revelado que de manera sistemática dos de los tres problemas prioritarios para los habitantes en la Zona Conurbada de Monterrey (ZCM) han sido el congestionamiento vehicular y los niveles de contaminación ambiental, siendo el tercero los niveles de inseguridad en el estado.
No es de extrañarse entonces que, precisamente, las noticias que sobresalen en los medios de comunicación locales son en torno al tema del transporte público, particularmente el aumento a las tarifas por su uso, así como la demanda ciudadana de múltiples expertos al gobierno para realizar acciones concretas al combate y erradicación de los altos niveles de contaminación ambiental, mismos que ya han alcanzado marcadores alarmantes asociados a la baja calidad del aire que respiramos.
Y es aquí donde acecha al diseño de la política pública una de las trampas más comunes del uso de información y en la construcción de conocimiento o ideas, conocida como falacia post-hoc: si sucede "A" y "B", entonces "No B" debe inducir un "No A". En nuestro contexto de hoy sería algo como sigue: "existe contaminación porque circulan muchos automóviles debido a la baja calidad del transporte público, por tanto, es necesario adecuar las tarifas de transporte para incrementar así la calidad del servicio y con eso atendemos dos problemas al reducir el uso de automóviles y como consecuencia reducimos la contaminación en la zona".
Esta última lógica vinculando tarifas y contaminación es, al menos, incompleta o no del todo cierta. Si bien los precios son el mecanismo por excelencia para autocorregir desequilibrios en un mercado, el problema de la calidad y cantidad del transporte público requiere un estudio serio y multidimensional al respecto, con la finalidad de tener una visión integral de política pública. Durante más de 30 años, el desordenado y algunas veces caótico crecimiento urbano de la ZCM ha ocasionado una serie de políticas reactivas a dicho crecimiento, sin poder dar solución al problema fundamental de empatar la enorme y dispersa demanda por transporte público con los altos costos para hacer rentable y funcional las rutas de transporte concesionadas. Como resultado a este rezago, la percepción del ciudadano es un caos vial cotidiano es cada vez mayor, cuya única solución la constituye el uso de automóvil particular, contribuyendo así a incrementar el mismo problema.
De la misma forma, la contaminación en la ZCM es un fenómeno complejo, y no del todo definido, considerando que no existen estudios conclusivos que determinen la contribución de los automóviles y las distintas industrias al grave fenómeno ambiental. Esto es, al no contar con las contribuciones reales a la contaminación correspondientes al uso de transporte privado, tampoco podemos entonces contar con los impactos que se derivarían de medidas de política para reducir el uso de vehículos que, si bien son atractivas financieramente para el gobierno (como el cobro de la verificación, o la implementación de engomado del tipo "hoy no circula"), sus verdaderos efectos sobre la contaminación en otros contextos han sido limitados, y en algunos casos, ambiguos.
En pocas palabras, ni limitar el uso del transporte privado con impuestos es garantía de la solución al caos vial y a la contaminación, como tampoco el incremento en las tarifas en el transporte urbano son garantía de un mejor transporte público en la ZCM.
Es urgente para el gobierno atender el llamado ciudadano y comenzar a trabajar en una política ambiental y de ordenamiento en el transporte urbano que comience por identificar las causas fundamentales de tan complejas problemáticas, que, si bien están vinculadas, no son necesariamente causa y efecto una de la otra. Y la solución a estos problemas es altamente probable que sea igual de compleja que la naturaleza de los mismos, pero bien podría comenzar por analizar la manera de solventar en el corto y mediano plazo el déficit en vialidades y en el transporte público, buscando así la forma de incidir de manera inmediata en el bienestar de los habitantes de la zona.
El autor es doctor en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.
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