Monterrey

“Remaba” Kof contra corriente en Filipinas

Impuestos y escasez de azúcar mermaron la rentabilidad de la embotelladora.

La escasez de caña de azúcar, el alza en su costo, una relación poco favorable con los productores locales, el aumento en el precio de los refrescos, la caída en los volúmenes, el repunte en el precio del PET y la producción de un portafolio parcial, fueron algunos de los retos que estaba enfrentando Coca-Cola FEMSA en Filipinas, explican analistas.

Lo anterior, detallan, afectaba la rentabilidad de la empresa, mientras ésta tenía sus esperanzas puestas, apenas en julio pasado, en la importación de azúcar.

Héctor Treviño Gutiérrez, director de Finanzas de Kof, dijo durante una conferencia con analistas, con motivo del anuncio de sus estados financieros del segundo trimestre, que "Filipinas se vio sustancialmente afectada por los aumentos en el costo del azúcar. "Y más que eso, fue la escasez de este producto porque no hay suficiente azúcar de caña en Filipinas para servir a la industria de las bebidas.

"Así que incluso hemos detenido la producción de algunos de los polvos para dedicar parte del azúcar a nuestros paquetes más rentables porque no tenemos suficiente para producir cien por ciento de los productos que necesitábamos (…) tenemos autorización ahora como industria por parte de las autoridades para comenzar a importar azúcar de caña desde el exterior".

Para poder minimizar el impacto del impuesto, que derivó en una reducción del cuatro por ciento en sus volúmenes del segundo trimestre, la empresa subió en 26 por ciento sus precios.

En 2016, Kof había anunciado que al 2020 estarían invirtiendo 800 millones de dólares en ese país con el fin de ampliar sus operaciones y actualizar sus centros de distribución.

A principios de 2017, la empresa fue víctima de un "boicot" por parte de los productores de azúcar, pues se la acusaba de que utilizaba jarabe de maíz de alta fructuosa como edulcorante de sus bebidas y no el producto local.

En septiembre de ese mismo año, la empresa advirtió que reanalizaría su plan de inversiones, si el impuesto a las bebidas azucaradas reducía el consumo de refrescos.

En enero de 2018 entró en vigor el gravamen filipino.

A fines del año pasado, Kof se comprometió con los productores locales a mantener las compras de azúcar de dos millones de sacos y subirla poco a poco, pero todo fue en vano.

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