Monterrey

Rafael Velázquez: Cooperación internacional y gobernanza frente al Covid-19

Las capacidades de México para poder influir en la conformación de un nuevo sistema global son limitadas.

En la actualidad, el mundo está pasando por una de las peores crisis luego de la Segunda Guerra Mundial. La pandemia del Covid-19 es, hoy día, la fuente de uno de los desequilibrios económicos más graves que ha experimentado el sistema internacional en el siglo XXI. En este contexto, resulta una prioridad identificar alternativas para que, desde una perspectiva global, la sociedad pueda enfrentar los retos actuales. Ante ello, la disciplina de las Relaciones Internacionales tiene la función principal de buscar soluciones a problemas que tienen un origen mundial.

Existen dos opciones que se pueden convertir en alternativas viables para que el mundo encuentre de nuevo el camino al desarrollo. Por un lado, la cooperación internacional se debe erigir como un vehículo multilateral para determinar las políticas públicas necesarias y tener acceso a los recursos requeridos para resolver los desequilibrios económicos, políticos y sociales que ha generado la pandemia en el sistema mundial. Sin embargo, la cooperación mundial por sí misma se enfrenta a tres dificultades de difícil solución. La primera es que se requiere voluntad política de los líderes mundiales para poder hacerla realidad. La segunda es que las fuentes de financiamiento son escasas y los países no cuentan con excedentes monetarios para poder costear una intensa colaboración. La tercera es que no existe un proceso organizativo lo suficientemente adecuado para establecer las reglas del juego. Es decir, los países están buscando resolver sus propios problemas y no tienen mucho interés en apoyar a otras naciones que presentan similares o peores condiciones. Este último punto nos lleva a la segunda alternativa. Para poder darle sentido y organización a la cooperación internacional, es necesario fomentar la gobernanza global.

La gobernanza global es la coordinación entre diferentes actores públicos (gobiernos, organizaciones internacionales), privados (empresas) y sociales (organizaciones no gubernamentales, universidades) para encontrar políticas públicas que resuelvan los problemas más apremiantes de la humanidad, como es el caso de la pandemia del Covid-19. Una primera tarea es encontrar la vacuna para disminuir y erradicar el contagio a corto plazo. Para ello, es necesaria la participación de los gobiernos, las organizaciones internacionales como la ONU y la OMS, las empresas farmacéuticas principalmente, las universidades y la sociedad en su conjunto. Por esta razón, la gobernanza global se convierte en una prioridad para el campo de las Relaciones Internacionales.

La segunda tarea será encontrar fórmulas que permitan recobrar el crecimiento económico de los países para fomentar el desarrollo social de sus habitantes. Aumentar el Producto Interno Bruto de las naciones no debe ser el fin último. Mejorar las condiciones de vida de la gente debe ser la prioridad número uno en el marco de la gobernanza global. Para ello, es necesaria la convocatoria de los sectores público, privado y social.

El gobierno de México ha buscado involucrarse en estas dos alternativas. Al principio de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, México propuso un Plan Integral de Desarrollo. El objetivo era inyectar de recursos a países de Centroamérica para promover el desarrollo de sus comunidades y evitar los flujos migratorios hacia Estados Unidos. Sin embargo, con la pandemia, la colaboración de México hacia el exterior pasó a un segundo término y sus recursos financieros se han limitado de manera significativa. En cuanto a la gobernanza global, el actual gobierno ha tratado de participar en los diferentes foros de discusión para generar coordinación. El presidente AMLO participó en una reunión virtual de los líderes del G20 y ahí propuso que las vacunas contra la pandemia fueran del patrimonio de la humanidad. Sin embargo, las capacidades de México para poder influir en la conformación de un nuevo sistema internacional son limitadas. Es justificable que algunas voces exijan que el gobierno mexicano resuelva primero los problemas internos y después se dedique a ayudar al mundo. Sin embargo, la lógica de las relaciones internacionales dicta que, si un país quiere recibir ayuda, también está obligado a cooperar con otras naciones.

A nivel nacional, también es importante fomentar la cooperación y la gobernanza tanto en los ámbitos económicos como en los sociales, especialmente el de salud. Los estados, como Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, deben también establecer esquemas de cooperación con otras entidades y participar en los foros que promuevan la coordinación entre los sectores público, privado y social, para encontrar fórmulas que permitan, en primer lugar, resolver la crisis de sanidad y, en segundo lugar, impulsar el crecimiento económico y el desarrollo social que hoy tanta falta nos hace.

El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Es doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT y es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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