Monterrey

Porque las mujeres somos personas

OPINIÓN. Elena fue violada y está siendo revictimizada por un gobierno municipal insensible. Nada sorprenden las declaraciones que hace el alcalde del municipio modelo en NL, desacreditando las acciones afirmativas tomadas para garantizar la paridad horizontal en el estado.

Cumpliendo la promesa de hablar sobre las fechas que dan lugar a la Campaña Naranja.

Una amiga me preguntó si las mujeres éramos personas. La impronta fue ofenderme, pero su larga historia de feminismo activo no me dejó otra salida que reconsiderar la pregunta. Sigo dándole vueltas, no quiero responder.

Cuando en pocos días aparecen en los periódicos locales el caso de Elena, en San Pedro; cuando las estadísticas, ahí mismo, muestran que la violencia de género mata a más mujeres que el cáncer y los choques; cuando El Financiero publica que 6 de 10 mujeres viven la violencia de género y sólo se refiere a las mayores de 15 años. Cuando esto se lee, es inevitable reconocer que algo se está haciendo muy mal, y entre todos lo estamos haciendo.

Peores son las historias privadas, mujeres que sufren y pierden sus derechos por el temor a la pareja; cuando saben que pueden denunciar al menos la violencia física, la más evidente, y no lo hacen por temor a los chismes en la familia o entre vecinos; cuando no se hace algo porque estamos maniatadas por los prejuicios aprendidos en una cultura machista. Cuando esto espeta la realidad, sé la respuesta y no me gusta.

¿Qué va del piropo trillado "adiós, mamacita" al feminicidio o la violación sexual?

Una cadena de justificaciones sociales que matizan la agresión masculina en ambos extremos. Elena fue violada y está siendo revictimizada por un gobierno municipal insensible. Nada sorprenden las declaraciones que hace el alcalde del municipio modelo en NL, desacreditando las acciones afirmativas tomadas para garantizar la paridad horizontal en el estado.

No es sólo el grado académico o competencias ejecutivas, se trata de reconocer una violencia normalizada, al menos tener la sensibilidad social aun cuando quien toma las decisiones públicas esté sentado en el cómodo sitio del varón, católico, heterosexual, caucásico y/o con una clase social que da lugar a oportunidades y en una dignidad elemental.

Advertir la normalidad del maltrato es un cambio estructural en la forma de entender el mundo que va en dos sentidos: 1) restringir la violencia que ya se ejerce, pero se matiza por costumbre; y 2) formar, sensibilizar y educar en los derechos humanos a personas, término que por cierto, abarca también a las mujeres.

La Campaña Naranja invita a 16 días de activismo, en lo inmediato para mantener la sensatez de protegernos y protegerlas del riesgo de ser mujeres; pero esa misma sensatez significa tomar acciones que modifican conductas, que ponen cuñas a la evolución de la consciencia individual y colectiva para generar comunidades en las que el ser mujer no sea un riesgo permanente.

Inicia el 25 de noviembre en conmemoración a las hermanas Mirabal, asesinadas en 1960 por razones políticas, pero la saña del régimen dominicano se centró evidentemente, dice la historia, en el hecho que eran mujeres . Culmina el 10 de diciembre fecha en que la Asamblea de las Naciones Unidas firma la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.

Hagamos que NL se pinte de Naranja, rompamos en lo privado los paradigmas que violentan, limitan y discriminan a personas por el hecho de haber nacido mujer. Por todas las Elenas, por la dignidad de persona que tienen nuestras hijas, madres, hermanas, parejas y por ese 60 por ciento que no es minoría, pero sí es el grupo vulnerable más afectado en NL, en México y el mundo.

#DiaNaranja, #YoMePintoDeNaranja, #MujeresSinViolenciaPolíticaML, #16days, @ceenlmx, @TEPJF_informa, @CEDHNL, @CTAINL-info, @TEENL1, @PANNLMX, @PPMNLMX, @PRI_NuevoLeon, @Ancifemoficial, @DCAMexico, @uanl, @Ellasinergia

La autora es Consejera Electoral en el estado de Nuevo León y promotora del cambio cultural a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

También lee: