Monterrey

Pablo de la Peña: Una reflexión, antes de iniciar el 2020

Es elemental que en la esencia de la democracia exista siempre debate, discordia y negociación.

Sin duda este año ha sido "interesante" por decir lo menos. No sólo desde la perspectiva nacional, sino que a nivel global hemos sido testigos de diversos eventos que presionan y cuestionan el statu quo hacia dentro de los países, como en su relación con el entorno geopolítico.

Hacia dentro de nuestro país estamos siendo testigos de lo que la administración federal llama la 4ta transformación, pero que yo considero que es el regreso precipitado a una política económica centralista y populista basada en un presidencialismo omnipotente cuyas características ya conocimos en la década de los años 70 y 80 con el PRI.

Creo que todos coincidimos en que se necesita en México un cambio de estrategia económica que acelere urgentemente el crecimiento económico a tasas superiores al cinco por ciento anual, que ese crecimiento económico sea equitativo, que se generen más y mejores empleos formales, que se reduzca la inseguridad, que las empresas produzcan riqueza, que haya un Estado de Derecho y que se mejore la confianza en quienes toman las decisiones más trascendentales en términos políticos y económicos en nuestro país.

Pero no creo que eso sea posible si no alineamos los intereses individuales a las necesidades del país, y si no creamos alianzas que favorezcan la creación de valor público, con legitimidad, capacidad y en un Estado de Derecho.

Es elemental que en la esencia de la democracia exista siempre debate, discordia y negociación; pero es también fundamental que esa dinámica suceda en un contexto de seguridad, respeto y legalidad.

Todo cambio organizacional genera resistencia y requiere firmeza, y por supuesto que esto crea inestabilidad y fricción. En nuestro país, como en cualquier organización, es necesaria la comunicación abierta, clara y respetuosa para reducir la fricción y encontrar la estabilidad.

La relativa estabilidad económica de este 2019 ha sido – hasta cierto punto – inercial, pero la falta de crecimiento de este año si creo que ha sido consecuencia de algunas inadecuadas decisiones de este primer año de gobierno.

Por otro lado, creo también que en el 2020 será posible lograr un crecimiento marginal sobre el 2019, pues un cualquier incremento en la inversión pública y en la inversión fija bruta en los primeros meses del año, serían suficientes para mostrar un incremento en las cuentas nacionales para finales del 2020.

Confieso que tengo algo de optimismo en que en los primeros 6 meses del 2020 serán claves para el crecimiento en próximo año, pero mi optimismo no llega a ser suficiente para aceptar que los grandes proyectos del gobierno federal como el Tren Maya, la refinería en Dos Bocas, el aeropuerto de Santa Lucía, el regreso del monopolio de las empresa del Estado (CFE y PEMEX) y los programas de asistencia social sean las mejores estrategias para acelerar el crecimiento sostenible de nuestro país; creo que en el mejor de los casos, dará una plataforma electoral sustanciosa para que Morena se mantenga en el poder otros seis años más; pero me temo también que es altamente probable que volveremos a ver las deficiencias y exuberancias del PRI disfrazado de Morena.

Estamos terminando la segunda década del siglo 21, y todo fin y todo inicio pueden ser buena escusa para reflexionar sobre lo que hemos hecho o dejamos de hacer, y lo que quisiéramos hacer o deberíamos hacer.

Por lo que les deseo un próspero 2020 y aunque sigamos teniendo diferencias, críticas y problemas, me quedo con la esperanza de que juntos – y no separados – podremos encontrar solución a cualquier problema social, político o económico que tengamos enfrente. Feliz año nuevo!

Opine usted: ppenia@tec.mx

El autor es Decano Asociado de Educación Continua de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, del Tec de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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