Monterrey

Pablo de la Peña: ¿Qué nos motiva como país?

Aún nos falta la idealización de un país próspero, competitivo, incluyente, libre y justo.

Para quienes tenemos algunos años en la academia, agosto es casi nuestro año nuevo; es el inicio de un nuevo ciclo escolar el cual lleva consigo nuevos proyectos, nuevos retos, nuevas oportunidades y una buena carga de ánimos renovados ante la expectativa de tener una nueva generación de estudiantes.

Confieso que esa extraña sensación del "primer día de clases" paradójicamente se repite año con año, aunque tengamos ya varios años experimentando dicho día, y la verdad me agrada, porque siento que inicia algo nuevo y que podemos hacer cosas nuevas y mejores.

Quisiera que esa sensación tan positiva para el ánimo permeara hacia la perspectiva económica, política y social que tenemos como país para los siguientes meses del año; sin embargo, es difícil ante el flujo constante de malas noticias. Para estas fechas hemos rebasado los 480 mil casos confirmados de Covid-19 en México, y al ritmo que llevamos estaremos cerrando agosto con casi 600 mil casos y cerca de 65 mil defunciones.

El Banco de México dio a conocer los resultados de la encuesta que realiza a analistas en economía del sector privado y las expectativas para el crecimiento de la economía mexicana son cada vez peores.

En enero de este año, los especialistas encuestados estimaban que la economía crecería uno por ciento, en la última encuesta publicada el 03 de agosto, se estima una caída del 10 por ciento, misma que se alinea con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional.

De acuerdo con la publicación del INEGI del 06 de agosto, la inversión fija bruta cayó en el mes de mayo 38.4 porciento respecto al mismo mes del 2019, siendo la inversión en equipo de transporte de importación el renglón que presentó la peor caída en ese periodo con el 70 por ciento.

Es importante recordar que si la inversión fija sigue cayendo la recuperación será más lenta particularmente en el sector industrial, específicamente de exportación.

Recordemos que la economía depende fuertemente del sector manufacturero de exportación y en especial del sector automotriz.

A esto le podemos agregar que la economía doméstica también está pasando por una pésima etapa, muestra de esto es el incremento de la actividad informal, empleos informales y de bajos ingresos nos lleva a estimar que una gran parte de la población mexicana tardará muchos meses más en encontrar una recuperación económica.

En ediciones pasadas hablamos de la necesidad de tener una visión de país, una visión compartida que refleje nuestra aspiración como sociedad y motive a una nueva generación de mexicanos a continuar con una idea de país que sin duda sea mejor que lo que tenemos actualmente.

Me pregunto ¿Qué nos motiva como país? He tenido la fortuna de vivir en diferentes estados de México, y puedo decir que, a nivel estatal si existe cierto grado de convicción sobre una idea de sociedad e identidad económica, pero no percibo que tengamos esa convicción a nivel nacional.

A inicios de los años 90 nos movió la posibilidad de participar en la economía global con los tratados comerciales, particularmente con el TLCAN, y por varios años, diversos sectores económicos y sociales se perfilaron para crear las condiciones y capacidades necesarias para apuntalar la infraestructura productiva del país, indispensables para competir a nivel internacional.

Para finales de los años 90 nos movió la posibilidad de ver un cambio en el poder político y después de que lo logramos en las elecciones del 2000, siento que perdimos el rumbo.

Ahora, tenemos nuevamente un cambio político que por sí mismo considero de extrema importancia para seguir fortaleciendo nuestra democracia, y tenemos nuevamente el reto de un nuevo tratado comercial que sin duda traerá consigo grandes retos, pero sigo sin ver una aspiración de país.

El combate a la corrupción, el alivio económico a la población en pobreza y la discutible autosuficiencia energética no hacen una visión de país y mucho menos el discurso divisionista del presidente López Obrador, entre pobres y ricos y entre empresarios y gobierno.

El combate a la corrupción es una condición indispensable para la efectiva operación de nuestros sistemas político y económico, y la reducción de la pobreza será resultado de la ejemplar implementación de dichas políticas. Pero aún nos falta la idealización de un país próspero, competitivo, incluyente, libre y justo.

Opine usted: ppenia@tec.mx

El autor es Decano Asociado de Educación Continua de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, del Tec de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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