Monterrey

Migración en México: costos, beneficios y retos

Los mensajes a la comunidad internacional por parte del presidente López Obrador parecieran haber enviado la señal de que nuestro país poseía la capacidad e infraestructura social para recibir y dar sustento económico a los migrantes sudamericanos.

El fenómeno de la migración, y las dinámicas e incentivos que le generan, no es nuevo para nuestro país. En particular, las grandes diferencias en los flujos de atracción y expulsión teniendo como base a México están vinculados, entre otros aspectos, a los distintos cambios en el paradigma político de nuestra nación frente a la globalización, ya sea como expulsor de fuerza laboral o receptor de la misma.

En fechas recientes, y con motivo de los cambios en los principios de política exterior de la nueva administración federal, el país requirió de un claro cambio en su estrategia de trato, recepción y solución al fenómeno de migración hacia el país, particularmente del flujo proveniente de países sudamericanos.

Y es que, hasta hace unas semanas, los mensajes a la comunidad internacional por parte del presidente López Obrador parecieran haber enviado la señal de que México poseía la capacidad e infraestructura social para recibir y dar sustento económico a los migrantes sudamericanos procedentes de distintos contextos políticos y diversos países en situaciones de vulnerabilidad, por tanto, abriendo sus puertas para recibirlos libremente.

De la mano de los fuertes conflictos que algunos de los países sudamericanos enfrentan, esta señal desató flujos masivos simultáneos de migrantes que inundaron la frontera sur del país, y comenzaron a movilizar miles de personas a lo largo de los distintos caminos que conectan el sur del México con la frontera norte colindante con Estados Unidos.

Como respuesta al incremento en el flujo de migración ilegal en la frontera sur de Estados Unidos, el gobierno norteamericano, encabezado por el presidente Donald Trump, demandó acciones correctivas inmediatas para detener este problema, y amenazó con fuertes sanciones económicas a México si éste no lograba resultados en un tiempo corto.

Dado lo anterior, y al margen de la naturaleza humanitaria del problema, es importante preguntarnos si las autoridades del Gobierno Federal han internalizado el impacto económico, financiero y social que involucra la recepción de migrantes indocumentados en el país, y por tanto, han evaluado la capacidad de nuestra economía para garantizar el trato digno y humanitario que sea requerido por los migrantes, todo lo anterior sin descuidar las obligaciones que el estado tiene para con sus ciudadanos

En primer lugar, es importante destacar la necesidad de servicios básicos de vivienda, trabajo, salud y educación que estos migrantes demandan de manera inmediata al ingresar a nuestro país, pues ante la falta de una provisión efectiva de estos servicios, la pobreza y situación de vulnerabilidad en la cual este grupo viven los coloca en desventaja para hacer frente a los incentivos de pertenecer a grupos delictivos, o terminar siendo víctima de estos últimos.

Por otra parte, en el actual contexto macroeconómico, la cantidad de recursos económicos, financieros y administrativos para administrar los flujos de migración implicarían reasignar recursos de otros programas sociales actualmente impulsados desde el Gobierno Federal, pero también amenazarían el delicado equilibrio actual del estado de las finanzas públicas federales

Finalmente, la recepción masiva de migrantes qué ven en nuestro país una alternativa a su desarrollo causaría una fuerte presión en los gobiernos locales de ciudades fronterizas, como por ejemplo Tijuana y Ciudad Juárez, viéndose superados en sus recursos e incapaces de controlar los flujos ilegales de migración hacia Estados Unidos, ocasionando una eventual nueva confrontación con el gobierno norteamericano.

Para todos quienes hemos sido migrantes, resulta claro el valor de la globalización y el intercambio cultural que resulta de los flujos migratorios y de la integración plena y productiva de quien viaja hacia un nuevo país destino. Sin embargo, para que esta integración sea efectiva y en beneficio de receptores y migrantes, se requieren condiciones institucionales y financieras adecuadas que permitan una integración social plena y una inserción económica efectiva. La pregunta que surge de manera natural es si en el contexto actual de nuestro país, estas condiciones existen y serán sustentables en el mediano plazo o, por el contrario, si son requeridos cambios inmediatos en nuestra política interna para poder hacer frente a lo anterior. Mientras tanto, las expectativas de crecimiento siguen reduciéndose, y el llamado sobre la necesidad de cambios en la política pública sigue vigente en distintas voces que llaman a la rectificación.

El autor es doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.

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