Monterrey

Luz A. González: Crisis medioambiental, ¿Con popotes y bolsas de plástico?

Del dos al trece de diciembre se llevó a cabo en Madrid la Conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático, la Cop25.

Hoy el tema de la crisis medioambiental capta la atención de todos los sectores incluidos gobierno, iniciativa privada, y organizaciones de la sociedad civil. Incluso activistas a título individual alzan la voz para señalar la devastación ecológica del planeta, tal es el caso de Greta Thunberg.

Es destacable que el tema no estaba a la orden del día hace unos 50 años. La primera conferencia de Naciones Unidas sobre medio humano, conocida como la Conferencia de Estocolmo data de 1972, y prácticamente tuvieron que pasar 20 años para que en 1992 se celebrara la Conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo, más conocida como la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, y pese a que en 1988 apareció el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) quienes señalaron el daño ocasionado por la emisión de gases de efecto invernadero y el cambio climático, la atención a estas problemáticas fue prácticamente nula.

En 1997 se anunció con "bombo y platillo" la firma del Protocolo de Kioto que auguraba una disminución efectiva de las emisiones de los gases más perjudiciales que propiciaban el efecto invernadero. A través de este protocolo vinculante, los países más industrializados asumieron metas a concretar entre 2008 y 2012. Nuevamente los resultados de este protocolo con todo y la Enmienda de Doha del 2012, fueron francamente modestos.

Este año con Madrid ya sumaron 25 conferencias sobre cambio climático, incluso México tuvo su COP 16 en Cancún en 2010. Además, se añaden otras conferencias y reuniones internacionales y un sinfín de protocolos, acuerdos, compromisos, declaratorias y discursos de centenares de asociaciones y activistas. Sin embargo y en contraposición las emisiones de los gases y otros contaminantes ha ido en aumento.

En opinión de algunos científicos, hemos llegado a cambios climáticos irreversibles que incluyen el deshielo de los polos, el aumento de zonas desérticas, variaciones en los patrones de temperatura en todo el mundo, elevación del nivel del mar y eventos extremos como tormentas, ciclones, huracanes. Con todo ello millones de desplazados climáticos como lo documentan el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados y la Organización Internacional de la Migración.

Ahora el tema "verde" está en boca de todos. Incluso partidos políticos asumen posiciones a favor del medio ambiente para obtener votos sin programas realmente comprometidos a actuar a favor de dicha problemática.

La crisis medioambiental es real, la contaminación lo es aún más. Es momento de identificar las causas reales y la responsabilidad que todos tenemos en esto. Para 1900 la población mundial era poco más de mil 600 millones, en tanto que el año 2000 cerró con seis mil millones y hoy somos más de siete mil 700 millones. En sólo un siglo la población creció seis veces. El impacto demográfico es sin lugar a dudas un tema que pocas veces se pone sobre la mesa de discusión. Vale la pena reflexionar sobre la huella ecológica que cada uno tenemos sobre el planeta.

Esta semana se anunció en Nuevo León la prohibición de la gratuidad de bolsas de plástico en los supermercados, la duda es: ¿pagando se puede contaminar? Ya basta de simulaciones, ya basta de medidas paliativas. ¿Cuándo se prohibirá la venta de pañales desechables, cuándo se atenderán las emisiones contaminantes del transporte público, y también de particulares, cuándo se atenderá efectivamente el tema de las pedreras? Prohibir popotes y bolsas de plástico en los supermercados no resolverá nada. Basta de fingir.

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional y Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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