Monterrey

La inflación y la “cuesta de enero”

OPINIÓN. De acuerdo a la información publicada esta semana por el INEGI, en diciembre de 2017 el crecimiento anual en el índice nacional de precios al consumidor se ubicó en 6.77%, por encima de 6.63% de noviembre, y ligeramente superior las expectativas de bancos, corredurías y analistas. 

Iniciamos este 2018 con un conjunto de noticias cuyo carácter económico y financiero reflejan lo arduo que será este nuevo año para México en términos de retos y dificultades que habremos de enfrentar en estas y otras áreas. La noticia en medios impresos de que Canadá da por cierta la eventual salida de Estados Unidos de América (EUA) del TLCAN, y que es cuestión de semanas para el aviso oficial de este acontecimiento por parte del gobierno norteamericano, además de la insistencia del presidente norteamericano Donald Trump en el tema de la construcción del muro fronterizo con cargo a México (pagando este último "de una manera u otra", en palabras del mandatario), son tan solo parte de los problemas que el consumidor de a pie y las empresas mexicanas comienzan a enfrentar, ya que un viejo fantasma vuelve a ser tema de conversación y preocupación en estos primeros días del 2018: la inflación.

De acuerdo a la información publicada esta semana por el INEGI, organismo oficial descentralizado encargado del cálculo de las distintas definiciones de inflación en México, en diciembre de 2017 el crecimiento anual en el índice nacional de precios al consumidor se ubicó en 6.77 por ciento, por encima de 6.63 por ciento de noviembre, y ligeramente superior las expectativas de bancos, corredurías y analistas. Esta cifra superó el nivel máximo previo de 6.66 por ciento que alcanzó la tasa interanual de inflación en agosto de ese mismo año, y por consecuencia, es el nivel más alto para este indicador desde el 6.95 por ciento que se registró para México en mayo de 2001.

En una entrevista realizada el día de ayer jueves 11 de enero, el Gobernador de Banco de México, Alejandro Díaz de León, comentó que esta aceleración en el nivel inflacionario obedece a temas coyunturales y de corto plazo, y se dio por choques en el nivel general de precios en dos momentos: primeramente debido al alza en los precios durante la primera quincena de 2017 y su impacto en el resto de la economía.

El segundo fue al final del año pasado, cuando las contingencias climáticas y los huracanes generaron en EUA escasez de productos, siendo uno de estos el jitomate. Esta escasez aumentó el precio del alimento en el mercado nacional por encima de su crecimiento normal.

Además, estos fenómenos meteorológicos también impulsaron el alza al gas natural, aunado al aumento de 44 por ciento en el precio del combustible, presionando así más el alza en el nivel generalizado de precios. No obstante, el carácter contingente de este aumento en precios permite inferir, a voz del titular de Banxico, que estos precios disminuyan paulatinamente durante los primeros meses del nuevo año, hecho que se refleja en la estimación de la inflación subyacente, considerada un mejor parámetro para medir la trayectoria de los precios porque elimina artículos de alta volatilidad, y la cual registró una tasa interanual de 4.87 por ciento, ligeramente menor a la esperada.

Al margen del carácter contingente del incremento inflacionario observado, lo cierto es que, como lo analizamos en esta misma columna hace unas semanas, en diciembre del año pasado Banxico ya había incrementado la tasa de interés de referencia de la política monetaria nacional, para contrarrestar las presiones en la inflacionaria proveniente del ajuste en política monetaria de la Reserva Federal en EUA, por lo que un segundo incremento en esta variable sería poco viable en el corto plazo.

Así, a la carga tributaria de inicios de año que el contribuyente enfrenta en forma de pagos de tenencia, impuesto predial, engomado vehicular, y otras obligaciones directas similares, debemos agregar el "impuesto inflacionario", esto es, la pérdida en el poder adquisitivo del ingreso que cada persona conserva en forma de saldos monetarios (dinero) carente una protección financiera en forma de tasa de interés. La regresividad del impuesto inflacionario, esto es, la mayor afectación relativa que enfrentan hogares e individuos de menor nivel de ingreso, además de la importancia de cuidar el componente de las expectativas de inflación ante el incierto entorno político nacional, será de nueva cuenta una a prueba la solidez de Banxico como institución y a su capacidad de generar una administración asertiva de la política monetaria nacional en este año que comenzamos.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. También es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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