Sin duda, los tiempos están cambiando. La pregunta relevante, que se ha planteado en esta misma columna varias veces, es si ese cambio es en la dirección correcta, con un sentido definido, y la magnitud adecuada. Para el caso del comercio internacional, pareciera que este no es el caso, ya que el regreso a una hostilidad comercial, aunado al ímpetu declarado por el gobierno norteamericano por manifestarlo públicamente, ha puesto en riesgo la delicada estabilidad económica, política, y financiera del mundo.
En fechas reciente Estados Unidos adoptó un cambio en su estrategia de comercio internacional al modificar su postura de un paladín en pro del comercio internacional a uno enfocado en proteger mercados específicos a través de impuestos y tarifas que contravienen incluso tratados internacionales vigentes, como ha sido el caso de los impuestos a la importación de acero, aluminio y otras mercancías provenientes de México, Canadá, y la Unión Europea.
Ante este cambio en estrategia comercial, ¿Qué opciones tiene el gobierno mexicano? ¿Cuáles son las consecuencias esperadas de esta nueva interacción con el mercado internacional?
Partamos de una primera premisa: el comercio internacional representa ganancias para todos los países involucrados, y por tanto, una guerra comercial en forma de aranceles, cuotas y tarifas es, sin duda, una situación en la cual todos pierden. Los beneficios del comercio y la distribución de estos beneficios entre sus integrantes han sido documentados en múltiples estudios.
Una segunda premisa es que México, bajo ninguna circunstancia con racionalidad económica, pudo haber promovido inicialmente una guerra comercial como la que está ocurriendo. De hecho, su condición de economía emergente, no obstante lo grande de su mercado, no lo coloca en una posición estratégica para de manera unilateral beneficiarse de este tipo de estrategia, ya que la alta dependencia al comercio internacional, en particular hacia su principal socio comercial EUA, lo coloca en una situación reactiva, y no proactiva, en término de los siguientes pasos a seguir.
¿Qué estrategias puede seguir México, como economía emergente, dado el contexto actual?
La primera estrategia era no haber hecho nada, y permanecer en la situación inicial enfrentando las tarifas implementadas por la administración norteamericana. No obstante, esta inactividad representaría un alto costo económico, particularmente para las empresas mexicanas afectadas de manera directa, que al ver reducido su volumen de exportaciones a EUA, lo cual mermaría su escala productiva, y por tanto, el empleo formal en esos sectores.
Una segunda estrategia, la cual fue la adoptada por el gobierno federal, es responder con tarifas arancelarias que compensen las pérdidas de forma equivalente al costo en bienestar inducido por la política norteamericana. Si bien esta estrategia crea una dinámica parecida a la solución de un problema del tipo "dilema de prisionero", en el corto plazo es la batalla que minimizaría los costos sociales de responder a la medida exterior, esperando que los organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio sancionen al gobierno norteamericano por su hostilidad al margen de las leyes y convenios vigentes.
Sin embargo, hay una tercera vía, la cual a estas alturas es la que brinda una visión constructiva de la experiencia vinculada a la crisis actual. Esta alternativa consiste en aprovechar todos y cada uno de los acuerdos internacionales vigentes con otros países para estratégicamente ampliar los lazos productivos y comerciales de México, fomentando el desarrollo de nuevos mercados y creando coaliciones internacionales que permitan aprovechar las ventajas comerciales que EUA no ha sabido valorar y generando cadenas productivas nuevas que exploten las diversas ventajas competitivas que posee. Esto es, nuestro gobierno debe actuar de manera sensata y comenzar a ganar pequeñas batallas en la arena internacional, contactando los grandes mercados asiáticos, europeos y sudamericanos, quienes bajo la actual situación comercial, tienen en los productos mexicanos una alternativa comercial atractiva.
En todo caso, y al margen de las pérdidas económicas para consumidores y productores que esta guerra comercial representa para todos los países involucrados, el gran perdedor de esta situación es EUA, quien en unos pocos meses ha dañado de manera importante su credibilidad y reputación a nivel internacional como promotor de la igualdad, la libertad, la democracia, y el comercio justo.
Doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.
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