Monterrey

Jorge O. Moreno: Prioridades públicas y el delicado estado de la economía en 2020

Banco de México ha hecho un excelente papel en el control de la inflación a través de los mecanismos de política monetaria.

El inicio de año trae consigo, y de manera natural, una nueva oportunidad para construir y mejorar áreas de oportunidad necesarias para llegar a ser una mejor versión de nosotros mismos. Aprendiendo de nuestros errores y ponderando nuestros aciertos, este nuevo comienzo muestra la necesidad de plantear objetivos y metas concretas, identificar los potenciales obstáculos que habremos de enfrentar, así como diseñar las estrategias adecuadas para medir nuestros avances y premiar nuestros esfuerzos en cada nuevo objetivo alcanzado.

Al igual que cada uno de nosotros realiza un plan anual de trabajo de manera individual, el cual contiene propósitos y deseos (que claramente y hay que destacar no son lo mismo), es importante estar al pendiente de las primeras señales de planeación económica que el gobierno federal habrá de realizar en este inicio de año, considerando los fuertes componentes de incertidumbre que el entorno nacional e internacional nos presenta.

Si tuviera que numerar las tres principales áreas de oportunidad en materia económica que el gobierno federal tiene en sus manos en este año 2020, considero que éstas son: i) el fomento del crecimiento de la economía, ii) la promoción de la inversión privada en áreas estratégicas para la economía (en particular, el sector energético no-petrolero), y finalmente, iii) el combate al crimen y a la violencia, con un estado de derecho que garantice la impartición oportuna de justicia.

El crecimiento económico es, sin duda, una tarea difícil de realizar únicamente desde la trinchera gubernamental federal y centralizada; en este fenómeno influyen de manera directa muchos otros factores, en particular la fuerte dependencia de nuestra economía en la exportación de unos pocos bienes y de la alta concentración de nuestro portafolio de exportaciones hacia Estados Unidos. No obstante, una adecuada política fiscal, que en vez de castigar premie el buen cumplimiento de los contribuyentes, así como un uso transparente de recursos en programas públicos que fomenten la inversión en capital humano, podrían ser clave en alentar la maquinaria del mercado interno de nuestra economía en la dirección correcta, aprovechando el excelente papel que Banco de México ha realizado en el control de la inflación a través de los mecanismos de política monetaria.

Por otra parte, el gobierno federal debería rectificar en sus prioridades de inversión en el sector energético, particularmente considerando que su apuesta actual está focalizada en el área de refinación de Pemex. La inversión (ya sea en capital privado, social o humano) es la herramienta que garantiza el crecimiento sostenido y de largo plazo en una economía de mercado. Por lo anterior, una adecuada política de inversión pública, con una adecuada participación del sector privado, puede corregir el rumbo hacia la producción y distribución, de energía por otros medios, incluso renovables, que son un insumo fundamental en el desarrollo de corto y largo plazo del país.

Finalmente, y como lo hemos tratado en diversas ocasiones en este mismo espacio, ninguna política pública es efectiva sin un adecuado estado de derecho que garantice la protección de la vida de sus ciudadanos y el adecuado ejercicio de la impartición de justicia, pronta y expedita. El esfuerzo necesario para promover un estado de derecho en el país habrá de ser uno que más allá de arengas en contra de la corrupción en el ejercicio del poder de administraciones pasadas, sino que se traduzca en acciones encaminadas a mejoras objetivas en los niveles de vida de los ciudadanos y reducciones cuantificables en los alarmantes niveles de crimen violento. De esta forma, contrario a lo que muchos legisladores piensan, y muchos diversos anuncios de radio y televisión nos lo recuerda, los incentivos al crimen no pueden reducirse únicamente al decretar leyes, sino es necesario establecer tres elementos complementarios: garantizar que el castigo sea creíble, elevar la efectividad en la sentencia de los crímenes resueltos, y decretar castigos lo suficientemente altos que compensen las pérdidas sociales asociadas al crimen.

Así, con esta mezcla de reflexiones y deseos que pienso deberían convertirse en propósitos para mejorar nuestra economía, agradezco la atención y comentarios a esta columna en este nuevo año, y deseo que todos sus proyectos sean exitosos y sus metas le brinden paz y prosperidad en su vida.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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