Monterrey

Jorge O. Moreno: Empleo, desempleo, subempleo e informalidad, lectura de hechos para México

La eficacia de la agenda pública en consolidar un estado de bienestar basado en una economía de mercado funcional y con un sano crecimiento.

Cuando se tienen elementos positivos e inobjetables sobre los resultados de una variable económica, éstos no están sujetos a ninguna interpretación o contexto, simplemente muestran el grado de avance en el tema y el debate se centra en si éste último es mayor o menor con respecto a algún objetivo de política pública deseable socialmente.

Por otra parte, cuando la información disponible sobre variables de desempeño económico admite varias lecturas, con resultados y argumentos contradictorios que dependen marginalmente de la interpretación y del contexto en el cual se analizan, es necesario reflexionar sobre si estos datos nos dan pauta a debate, posiciones, y argumentos sobre el grado de avance de la política pública, y la deseabilidad y posibilidad de un cambio que favorezca el bienestar de la población. Tal es el caso de la información más reciente disponible sobre el mercado laboral de nuestro país, publicada recientemente por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

En particular, los resultados proporcionados por la creación de empleos asegurados del IMSS y por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) publicados por INEGI en esta semana, admiten varias lecturas, pero ninguna es totalmente positiva; si acaso, en el mejor de los escenarios, esta lectura es neutral y con aspectos negativos en sus resultados agregados que nos hacen cuestionar, otra vez, la eficacia de la agenda pública en consolidar un estado de bienestar basado en una economía de mercado funcional y con un sano crecimiento.

El IMSS informó que en enero de 2020 se crearon 68 mil 955 puestos de trabajo, la cifra más baja para este mismo mes desde el 2015. Los datos de creación de empleo en el país muestran que, a pesar de ser positiva, ésta implicó una caída de 27 por ciento respecto a las 94 mil 646 plazas que se crearon en el mismo mes del 2019. De esta forma, la creación de empleo acumulada en 2019, esto es durante los últimos 12 meses, fue de 316 mil 386, la cifra más baja desde 2010, de acuerdo con los mismos datos del Seguro Social.

Por otra parte, los datos del INEGI en términos de empleo no son alentadores. Usando la información de la ENOE, con base en los datos ajustados por estacionalidad (esto es, quitando efectos temporales de la evolución en las series de datos) la tasa de desempleo aumentó en 0.1 por ciento cuando se compara el último trimestre de 2019 con respecto al mismo trimestre del año anterior, para ubicarse en 3.5 por ciento de la población económicamente activa (PEA).

En el caso de la tasa de población en subocupación, entendida ésta como el porcentaje de la población ocupada que tiene la necesidad y disponibilidad de ofertar más de su tiempo de trabajo del que actualmente su ocupación demanda (incrementando así potencialmente su ingreso) representó 7.7 por ciento de las personas ocupadas, registrando incrementos con respecto a la tasa del trimestre octubre-diciembre de 2018 (6.8 por ciento) y un ligero incremento en 0.1 puntos porcentuales con respecto al tercer trimestre de 2019.

En este caso, el único rubro que registró un ligero descenso en su tasa fue la informalidad laboral. En particular, el porcentaje de población ocupada en el sector informal, trabajo doméstico remunerado de los hogares, trabajo agropecuario no protegido, y trabajadores subordinados en unidades económicas formales, pero sin seguridad social, se ubicó en una tasa de 56.2 por ciento, registrando una ligera reducción de 0.2 puntos porcentuales en el cuarto trimestre del 2019 con respecto al anterior, y de 0.4 por ciento con respeto al mismo trimestre del año anterior.

¿Qué podemos concluir de esta información agregada sobre el estado de nuestro mercado laboral nacional? En primer lugar, que los datos de creación empleo muestran claramente el impacto de la falta de crecimiento en la economía de la mano de la caída en la inversión fija bruta, que registró una caída de 2.8 por ciento en noviembre del año pasado, su décima caída mensual consecutiva, de acuerdo con información del propio INEGI.

Por otra parte, el aumento en el subempleo muestra la necesidad y disponibilidad de incrementar la oferta laboral en horas disponibles en el mismo empleo para mejorar sus condiciones de ingreso, al no haber otros trabajos disponibles o a un mejor salario para los trabajadores.

Finalmente, la ligera reducción en la informalidad laboral podría estar vinculada a dos políticas públicas que se han sido fortalecidas en este sexenio: la integración del trabajo doméstico asalariado a la seguridad social y el fuerte combate a la facturación fraudulenta. No obstante, el muy pequeño impacto en el rubro laboral anterior también son señales de que estas políticas no han tenido resultados importantes, al menos en cuanto a reducción de la informalidad refiere.

Si a las políticas que han incidido en falta de crecimiento de la economía añadimos además el incremento en el salario mínimo recientemente decretado y el fallido programa de becas-subsidio que a cambio de capacitación, mismas que reducen los incentivos a trabajar formalmente integrándose a una empresa, es importante señalar de nuevo que, a pesar de la fuerte aprobación a la administración federal actual, cada uno de nosotros, en materia de desempeño económico, tenemos otros datos, y éstos no son alentadores.

Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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