A lo largo de este tiempo he usado este espacio para documentar la falta de acciones concretas, ya no digamos planeadas y efectivas, por parte del gobierno federal para contrarrestar los efectos negativos de la peor crisis social en nuestra historia como resultado de la convergencia de la pandemia por Covid-19, y la crisis económica, financiera e institucional, así como sus terribles consecuencias indirectas. Por el contrario, las propuestas de política pública del gobierno federal parecieran ignorar la complicada situación que día a día los ciudadanos enfrentamos, proveyendo diariamente distractores como la famosa rifa del avión presidencial o la captura de un político de alto nivel presuntamente corrupto (a quien, por cierto, hoy en día no se le ha dado seguimiento legal formal), y una larga lista de políticas públicas enfocadas en fortalecer Pemex y demás elefantes blancos y sin sentido, todas estas ya cubiertas en esta misma columna.
Ante la inacción del gobierno federal, y su inicial menosprecio mostrado por la pandemia, así como la posterior falta de aplicación de medidas adecuadas como el cierre de actividades a nivel nacional, el uso obligatorio de cubrebocas (rechazando incluso la evidencia científica a su favor), el reordenamiento de las prioridades públicas hacia la gestión efectiva del gasto en salud, o el uso generalizado de pruebas de esta enfermedad para controlar su evolución ¿qué es lo que ha evitado que nuestro país colapse por infecciones y muertes, o una crisis económica peor que lo que actualmente observamos? En otras palabras, si bien los indicadores económicos, de salubridad y sociales son negativos, ¿por qué nuestro país no ha colapsado y hemos sido capaces de continuar nuestras actividades, e incluso mostrar ligeras señales de recuperación en indicadores como empleo y actividad industrial en este último mes?
La respuesta a lo anterior somos todos nosotros, o, mejor dicho, el poder que desde la sociedad ejercemos con nuestras acciones y decisiones individuales, libres y voluntarias que suman en lo social grandes acciones colectivas.
De manera natural, pareciera que desde el principio y ante los indicios de la gravedad de la crisis que se avecinaba a principios de año, nuestras propuestas como economistas tenían ese sabor de "sesgo cognitivo" basado en el pensamiento formativo keynesiano. Este pensamiento parte de las premisas de que dada la incapacidad de los consumidores de valuar su riesgo correctamente y sobre-ahorrar en tiempos de crisis, y de los inversionistas en dominar sus "espíritus animalescos" para identificar el rendimiento real de los proyectos de inversión, se requiere un gobierno (eso si, coordinado por políticos siempre altruistas, con las mejores intenciones y libres de la mácula de la corrupción) que coordine las capacidades productivas por el bien de nuestra sociedad. Ante la respuesta académica al modelo tradicional anterior, dada por el paradigma macroeconómico de expectativas racionales y equilibrio general estocástico en ciclos reales (compleja e imposible de dar respuestas sencillas y únicas como respuesta) el pensamiento neo-keynesiano vino a reforzar las ideas intervencionistas justificadas ahora en forma de externalidades, costos de transacción, asimetrías de información, entre otras fuentes "fricciones de mercado", que en resumen, todas implicaban la mediación del gobierno para corregir y dirigir correctamente el orden económico y social hacia la tierra prometida del desarrollo y la justicia.
Sin embargo, uno de los hechos positivos y destacables que ha surgido en medio de la peor crisis social de nuestros tiempos, particularmente en nuestro país, es precisamente mostrarnos que la sociedad posee algunos mecanismos de ajuste necesarios para coordinarse y salvarse a si misma, actuando de manera responsable e independiente de lo que las acciones e inacciones del gobierno federal central sugieren. Esa fuerza que ordena y coordina lo mejor de la sociedad en la búsqueda de su propio bienestar común se ha manifestado en acciones concretas y bien definidas, mismas que han hecho la diferencia en las noticias nacionales e internacionales sobre nuestro país, y que son ejemplos lo que la escuela austriaca de economía, representada en el pensamiento de Friedrich A. Hayek (Premio Nobel en Economía, 1974) y Ludwig von Mises, denominaba el "orden espontáneo", algo similar a la idea de la "mano invisible" planteada por Adam Smith en su libro comúnmente conocido como "La Riqueza de las Naciones" (1776).
En particular Hayek sostenía que dentro de una sociedad libre existe un "orden espontáneo" que promueve la cooperación de todos sus miembros sin necesidad de una dirección central, y permite que los individuos coordinen sus acciones a través de mecanismos impersonales, como son los precios de mercado y las reglas culturales que surgen de la misma sociedad. Veamos algunos ejemplos prácticos de las ideas anteriores en el contexto actual de nuestro país.
1. El uso del cubrebocas ha sido implementado desde la sociedad civil (incluso en contra del mal ejemplo y de las recomendaciones del mismo presidente de la república). Inicialmente sugerido por algunos de los gobiernos locales, el cubrebocas es ahora adoptado por una proporción cada vez mayor de ciudadanos, quienes, ante esta nueva realidad, han hecho del cubrebocas un accesorio más que no solo salva vidas y reduce el contagio, sino que les permite estar a la moda o apoyar a su equipo de fútbol favorito (por ejemplo).
2. La importancia de los institutos autónomos en la implementación de políticas públicas contra-cíclicas, como es el destacado caso de Banco de México en la provisión de liquidez en forma de crédito y la recién anunciada nueva reducción en la tasa de referencia para ubicarla en 4.5 porciento, aumentando así la liquidez provista en el sistema bancario para garantizar la solvencia y acceso a recursos a más empresas y ciudadanos.
3. La reforma propuesta por los empresarios para modificar el sistema de pensiones, buscando incrementar las aportaciones privadas para garantizar una pensión digna al retiro de los trabajadores. Si bien esta política aún requiere mayor estudio en términos de su implementación e impacto, es una muestra de que desde el ahorro privado y descentralizado es posible mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en su retiro.
4. La reciente iniciativa de la Fundación de Carlos Slim y de AstraZeneca en la producción de vacunas de Covid-19 para América Latina. Este proyecto conjunto entre México y Argentina está enfocado en producir la vacuna experimental desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca. La iniciativa cuenta con la inversión de la Fundación Carlos Slim y, si es exitosa, la vacuna contra el Covid-19 tendrá un precio de entre tres y cuatro dólares y se distribuirá sin lucro económico. Se habla de que el acuerdo permitirá abastecer a América Latina con hasta 250 millones de dosis durante el primer semestre de 2021.
Observemos que todas las acciones anteriores provienen desde la sociedad y de los organismos autónomos que le conforman, esto es, las personas de a pie, el banco central autónomo, los empresarios, los académicos y los científicos; y lo más importante e interesante que deseo destacar en esta entrega, en ninguna de ellas ha tenido injerencia directa el gobierno federal mexicano, solo y si acaso, en anunciar los resultados de esas acciones en sus conferencias diarias realizando un acto público que podríamos llamar "caravana con sombrero ajeno".
Las acciones sociales anteriores surgen de la espontaneidad de los ciudadanos y organismos descentralizados, y en conjunto con las acciones invisibles diarias de millones de personas, han demostrado ser los diques que están conteniendo y revertiendo los efectos negativos de esta gran crisis social, pero también, exponen la importancia de liberarnos del sesgo formativo que naturalmente nos invita a buscar las respuestas a nuestros problemas en las políticas del gobierno, y que no nos permite valorar la enorme capacidad de la misma sociedad para encontrar e implementar soluciones, en un ejemplo de civilidad que nos demuestra en dónde radica el verdadero poder de nuestras instituciones para proveer y garantizar bienestar: sus propios ciudadanos.
El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.
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