Monterrey

Jorge O. Moreno: Economía frágil, pandemia latente, política económica insuficiente

Es necesario volver a poner en el centro de la agenda pública la protección y fomento del capital humano de México.

La fragilidad del sistema económico mexicano comienza a mostrar fisuras cada vez más notables. Las noticias se acumulan día tras día, y este año 2020 ha comenzado para los ciudadanos de a pie con más carga de la tradicional cuesta de enero. Como ejemplo de lo anterior tenemos noticias ya cubiertas en este mismo espacio como el incremento en la inflación, la caída dramática en la creación de empleos, la caída en la inversión bruta, reducción en la producción del sector construcción, y la falta de crecimiento en el producto interno bruto rondando en los límites cercanos a una recesión económica, sin aún alcanzarla oficialmente.

A todo lo anterior, hemos de añadir la reciente amenaza latente del denominado en medios "coronavirus", cuya propagación ya es factor de alarma incluso para la misma Organización Mundial de la Salud (OMS). En su página oficial, la OMS especifica que los coronavirus son en realidad una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS). El virus que se ha descubierto más recientemente causa la enfermedad por coronavirus COVID-19. Tanto el nuevo virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019. En estos pocos meses la COVID-19 ha mostrado características que lo hacen potencialmente más peligroso que sus contrapartes recientemente experimentadas en el país y en el mundo, ante la rápida propagación, las fallas por contenerlo en una zona del mundo, y la ausencia de una cura definitiva o una vacuna para prevenirlo.

Ante esta contingencia mundial, queda claro que la improvisada transformación del sistema de salud mexicano migrando del programa Seguro Popular a un fallido y aun inoperante Instituto de Salud y Bienestar (INSABI) ocurre en uno de los peores momentos. Y es que ante la latente amenaza de pandemia es un grave error dejar en condición de alta vulnerabilidad a casi la mitad de los mexicanos quienes aún no entienden los alcances del nuevo sistema de salud al que tienen acceso, además de incrementar las condiciones laborales de riesgo en las cuales operan día a día un alto porcentaje de médicos, enfermeras y personal administrativo el sector salud en México, al no contar con los recursos necesarios en términos de medicinas, equipo médico, y equipo de curación, para poder hacer frente a las necesidades cotidianas, ya no digamos encarar una amenaza como lo representa el coronavirus y la COVID-19.

Y mientras la economía se muestra frágil y el sistema de salud se muestra al borde del colapso, y no obstante los indicadores de violencia en el país aumentan haciendo de las mujeres su principal grupo de víctimas, día a día vemos que la estructura gubernamental no es capaz de tomar iniciativas en todas y cada una de sus dependencias sin antes ser aprobadas o promovidas desde presidencia, restando así capacidad de reacción ante la escalada de problemas que enfrenta el país.

Queda claro que, en estos momentos, nuestras instituciones y quienes las dirigen no cuentan con las herramientas para de manera simultánea proteger la salud de los mexicanos, garantizar el acceso a atención médica inmediata, y evitar la propagación del virus en caso de una emergencia nacional.

Es necesario un cambio urgente, que probablemente tenga que venir orientado y comandado desde la misma presidencia; una rectificación de dirección, magnitud, y sentido de la política pública, que deje de colocar las prioridades de política pública nacional en los sectores energéticos del siglo pasado rescatando a PEMEX o CFE, y que se enfoque por lo pronto en restaurar un sistema de salud y protección social viable, operativo, plenamente funcional, y ajeno a intereses partidistas o al ciclo político-electoral. Es necesario volver a poner a la gente en el centro de la atención pública, al menos en este momento de particular vulnerabilidad mundial. Tal vez la salud de las personas no represente una obra "relumbrante" que pueda fotografiarse y exhibirse como lo es un segundo piso, un aeropuerto, o un tren turístico en zonas arqueológicas, pero ésta primera es condición fundamental en una verdadera noción de desarrollo económico, es derecho humano, y es el verdadero motor de la sociedad. Es necesario volver a poner en el centro de la agenda pública la protección y fomento del capital humano de México, así como la reconstrucción del tejido social en el cual se desarrolla, basado en instituciones que garanticen continuidad y objetivos de largo plazo, así como estabilidad en tiempos inciertos como los que en este momento experimentamos.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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