Monterrey

Jorge O. Moreno: Apuntes del mercado laboral mexicano ante la crisis actual

Cuatro de cada diez mexicanos en posibilidad de trabajar ha perdido su empleo de forma parcial o total durante el tiempo transcurrido de la pandemia.

En economía, al igual que en otras ciencias, existen indicadores que constituyen la herramienta fundamental de análisis para el diagnóstico del desempeño de una comunidad en particular. Estos indicadores reflejan atributos asociados a parámetros de actividad económica que permiten al analista reflexionar sobre las oportunidades de producción que se están generando en la economía (producción), la capacidad de los hogares para acceder a mejores oportunidades de bienestar (ingreso disponible), la estabilidad y salud del sistema de precios (inflación), o el costo asociado a la capacidad de provisión de liquidez de un sistema financiero (tasa de interés).

De todos los indicadores de desempeño, existen un conjunto muy importante vinculado a uno de los mercados que representa, por mucho, un campo de estudio a los que se ha dedicado relativamente más tiempo efectivo de estudio que cualquiera otra área. Me refiero a los indicadores asociados al mercado laboral.

Empleo, desempleo, subempleo, formalidad, informalidad, salarios, y horas de trabajo efectivo, constituyen un "termómetro" que mide la temperatura y condición general de uno de los "sistemas" más importantes en la provisión de oportunidades de crecimiento y movilidad social.

La razón es muy sencilla, más no por esto simple: si deseamos estudiar la desigualdad en una sociedad (tema clásico en economía. y en boga en los medios académicos y de difusión contemporáneos) y nuestra información revela que los recursos de ingreso disponibles en más del 90 por ciento de una población dependen fundamentalmente (es decir en un 90 o más por ciento) de su ingreso laboral, entonces si queremos entender un componente importante de la desigualdad, tenemos que entender la naturaleza de los incentivos que determinan la dinámica del ingreso laboral en el grueso de esta población, que representa el trabajador promedio y mediano o representativo. A su vez, si el ingreso laboral depende de los salarios, la oferta laboral, y la estructura de incentivos y prestaciones adicionales (como pensiones, derecho a servicios de salud, Infonavit, etc.), entonces resulta natural y relevante estudiar estos componentes de manera individual pues reflejan con mayor exactitud la complejidad de la dinámica de la desigualdad, y las oportunidades que existen para erradicarlas.

En México, la historia de los estudios del mercado laboral realizados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en todas sus distintas etapas y diseños, desde la Encuesta de Empleo Urbano a finales de los ochenta, para en su etapa más reciente estar representados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), han sido un ejemplo de cómo combinar un genuino esfuerzo por conocer la naturaleza del mercado y al mismo tiempo proveer información valiosa para quienes nos interesa estudiar sus características a nivel de cada individuo u hogar que le compone.

La contingencia derivada como consecuencia de la pandemia SARS-CoV-2 y de la enfermedad Covid-19 derivó en la cancelación del estudio de campo vinculado a la ENOE de este año, siendo uno en donde todos los indicadores del mercado laboral son fundamentales para dimensionar la escala del daño ocasionado por esta crisis en los hogares mexicanos.

Ante el reto anterior, el INEGI diseñó un estudio auxiliar para continuar el estudio del mercado laboral: la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo, ETOE. Cabe señalar que el instituto reconoce que el diseño de este nuevo estudio, por su tamaño y alcance, no le permite ser comparado con la serie de encuestas previas de la ENOE, pero por la coyuntura actual, la lectura de sus resultados resulta preponderante para entender la profundidad de la recesión económica que nuestro país enfrenta.

La información resultante del análisis de la ENOT es abrumadora, más si consideramos que en estos momentos y para muchos analistas y estudiosos, el país aún no ha llegado a su desempeño más bajo esperado durante esta parte del ciclo, esto es, aún no internaliza totalmente el choque producto de la contracción asociada a la crisis y al pobre desempeño observado antes de la misma.

Por ejemplo, los resultados muestran que existe una reducción abrupta de casi 12 millones de individuos en la Población Económicamente Activa (PEA), vinculado a la manera en que esta pregunta es realizada y que dejó literalmente fuera de la búsqueda de trabajo a todas las personas que no pudieron hacerlo durante abril, el mes de confinamiento.

Así también la ENOT muestra una caída en la población ocupada de 54.7 a 43.3 millones de personas. Al total de esta caída, aproximadamente 11.4 millones, debemos sumar seis millones más de mexicanos que no perdieron su empleo, pero sí lo vieron deteriorarse, y son ahora parte de la población subocupada, esto es, trabajadores que deseando poder ofrecer más horas de trabajo, no lo pueden hacer.

Como lo han señalado otros analistas en diversos medios, estos dos fenómenos combinados equivalen a decir que aproximadamente cuatro de cada diez mexicanos en posibilidad de trabajar ha perdido su empleo de forma parcial o total durante el tiempo transcurrido de la crisis actual.

Pero aún hay otro dato relevante, particularmente dada la naturaleza de la contracción en la actividad económica actual. De los casi 12 millones de empleos perdidos a la fecha, dos millones son empleos formales y 10 millones fueron informales. Este dato pone al relieve que ante un choque agregado "de oferta", el mercado formal e informal son procíclicos y complementarios, contrario a lo que muchos analistas sugieren en otros estudios donde el sector informal es contracíclico y sustituto del mercado formal. Lo que es más, los datos revelan que el sector informal es mucho más vulnerable ante la misma contracción económica, revelando que la población ocupada en este sector será al final la más afectada por esta recesión.

Hoy más que nunca, es importante llevar un registro claro y puntual de toda la información disponible que nos permita conocer las condiciones de vida de los mexicanos antes, durante y después de la recesión que estamos viviendo, y a partir de ésta, incidir en el diálogo social con propuestas puntuales destinadas a mejorar el bienestar de los mexicanos, pero también, construir mecanismos efectivos de rendición de cuentas de las políticas públicas implementadas desde los distintos ámbitos de gobierno, o la ausencia de las mismas en momentos clave que definirán nuestra historia económica contemporánea.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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