Infórmese. Manténgase constantemente actualizado de nueva información disponible. Deduzca la veracidad de la información en función del prestigio de la fuente original. Con lo anterior, tome acción dentro de sus capacidades priorizando su salud y la de los suyos y, posteriormente, la sana administración de los recursos con que cuenta; es decir, sea responsable. Un día a la vez, aceptando lo que no se puede cambiar, y navegando en este nuevo contexto que nos corresponde transitar en adelante, con cubrebocas y sana distancia incluidos.
¿Porqué iniciar la columna con frases tan simples, y algunas que pueden sonar ya muy trilladas? Sencillo, porque estas ideas son el resumen de mis recomendaciones para iniciar un año no menos incierto que los anteriores, pero que si nos dibuja un panorama económico y financiero codependiente a un solo tema fundamental: el control de la pandemia.
El 2021 es un año que, en el mejor de los casos, será registrado como uno de recuperación parcial en lo económico. Con las principales autoridades nacionales e internacionales anunciando tasas de crecimiento estimadas en el 4% anual, algunas sujetas abiertamente al control de la pandemia, estamos hablando de una recuperación parcial que nos ubica a 6.4% por debajo del nivel de creación de valor, medido por el PIB real, que nuestra economía tenía en 2019.
Con sectores que resultaban estratégicos para el crecimiento como servicios turísticos y recreación aún cerrados, y un período decembrino que no representó el impulso esperado en las ventas, pero si trajo una contracción importante en los empleos formales además de la aceleración en los casos de contagios, este nuevo año debe ser ante todo, un llamado a la prudencia, pero también, uno que nos permita simultáneamente detener la destrucción de riqueza en forma de capital humano (en materia de rezagos en educación y salud) y avanzar en la reconstrucción del dañado tejido social, reconociendo que no será una labor que se pueda resolver en lo inmediato, ni probablemente en lo que queda de este sexenio.
No obstante, lo más importante en este camino que transitamos juntos será la responsabilidad de cada miembro de nuestra sociedad ante el llamado a la implementación de las medidas sanitarias, pues estando hoy en la parte más complicada de la pandemia, las acciones de todos y cada uno de sus miembros importan.
Sadghuru, filósofo hindú de este nuevo milenio, define con precisión el término "responsabilidad" no en su connotación común de "obligación", sino en función de las palabras que le componen en el idioma inglés: responsability = response + ability, esto es, "capacidad de responder". Ser responsable es mantenerse alerta y tener la capacidad de reaccionar ante una situación particular, aceptando que nuestra acción puede tener un campo de impacto limitado por nuestro entorno, eligiendo también la inacción como una alternativa responsable (por ejemplo, no salir si no es absolutamente necesario, o no dar seguimiento o importancia a noticias falsas que distorsionan nuestro entendimiento de la realidad, son también parte de nuestra responsabilidad).
Responsabilidad es preservar la capacidad de decidir la acción e inacción, en función de aceptar el ámbito de impacto de nuestras decisiones, algo que la ciencia económica enseña muy temprano en cada curso introductorio como una restricción presupuesta, o una frontera de posibilidades de producción. Aceptar, en palabras del mismo autor, que "lo que puedes hacer, lo puedes hacer; lo que no puedes hacer, no lo puedes hacer" será fundamental tanto para tomar conciencia de la importancia de las medidas sanitarias en lo individual, como para comenzar a identificar oportunidades de desarrollo necesarias en áreas sociales dañadas por esta pandemia.
Es posible hacer una lista de acciones responsables en la agenda pública venidera usando la evidencia que tenemos en materia de desarrollo económico y sobre las políticas públicas que garantizan condiciones de desarrollo de largo plazo desde el individuo.
En el contexto actual, busquemos la manera de contribuir a proteger el sector salud y a todos sus miembros (empezando por la vacuna, sin discriminación de ningún tipo, en el personal de salud), para luego, diseñar e implementar nuevas estrategias en materia educativa que permitan reducir la brecha creciente que comenzamos a observar en el rezago educativo, el cual afecta relativamente más a los hogares más vulnerables.
También, y como una demanda inmediata e históricamente insatisfecha pongamos en la mesa la necesidad de transformar y modernizar el transporte público, necesario y fundamental en la reactivación económica pero también en la contención de la espiral pandémica; hecho que quedó demostrado por el reciente incidente en el Metro de la CDMX debido a la falta de inversión y mantenimiento en sus líneas, y el impacto que tuvo en la actividad económica de la ciudad y la saturación de las escasas alternativas.
En conclusión, utilizando las reflexiones de esta columna, información-responsabilidad-acción será la manera de mantener la cordura en estos complejos y agobiantes tiempos, y movernos un día a la vez en la dirección correcta en este camino que no elegimos, pero nos corresponde recorrer juntos.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.