Monterrey

Jorge Moreno: La economía digital y la perene transformación de la economía mexicana

Las redes digitales y la infraestructura en comunicación crean una plataforma global que permite generar ingresos por esta vía.

La información proporcionada por el INEGI no permite duda al respecto: todos los principales indicadores económicos de México hoy son peores que con su valor respecto al año anterior. Lo anterior, como lo hemos ya señalado en este mismo espacio, ha sido consecuencia del empeoramiento en el manejo de la economía de la actual administración federal (hecho ampliamente documentado en diversos medios, por diversos especialistas, y por distintas medidas de desempeño) y que la contingencia sanitaria derivada por la pandemia este año vino a acentuar y terminar por inducir la peor crisis económica en nuestra historia reciente.

Por ejemplo, el día de ayer jueves 19 de noviembre, el INEGI a través de la cuenta de Twitter su presidente Julio Santaella, señaló que el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) anticipa una variación anual del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) de (-)7.0 por ciento en septiembre 2020, con un intervalo de [-8.5%, -5.5%]. Para octubre la estimación puntual de este indicador es de (-)6.2 por ciento, con un rango de [-7.8%, -4.6%], usando su notación exacta para estos valores. Esto es, la economía sigue cayendo cuando se compara con respecto al año anterior, y la recuperación gradual inmediata, será lenta, y, como lo mencioné en un documento de trabajo preliminar en conjunto con Cecilia Y. Cuellar (Facultad de Economía, UANL): de no haber un "shock" positivo como el descubrimiento pronto y distribución oportuna de la vacuna del COVID, ya no digamos un cambio en la política a favor de medidas contra-cíclicas del gasto de gobierno (hecho, tristemente menos probable que lo primero) probablemente haya efectos negativos permanentes en términos de empleos tanto formales como informales en ambos géneros.

La realidad, nueva y siempre cambiante, nos invita a pensar en mecanismos alternativos para activar, transformar los ya existentes, y crear nuevos que permitan la reestructuración del aparato productivo y de generación de riqueza, desde la misma sociedad. Y en este caso, lo "natural", será movernos hacia donde la inercia lenta nos conducía, y la crisis terminó por empujarnos de manera agresiva y abrupta: me refiero a una economía digital (ED).

También conocida como "economía en Internet" o "economía de la web", la ED se refiere a un sistema de instituciones sociales, productivas y de consumo, basadas en el uso de la tecnología digital. De acuerdo con la CEPAL (2015), una ED se constituye como un "ecosistema", en el que convergen la infraestructura de las redes de comunicación, los servicios de procesamiento y las tecnologías web, y los usuarios finales (individuos, empresas, y gobierno); al final, será el grado de desarrollo y complementación de estos componentes lo que definirá el nivel de avance de cada país.

En esta nueva modalidad de la economía, las redes digitales y la infraestructura en comunicación proporcionan una plataforma global sobre la cual, las personas y las organizaciones crean estrategias, interactúan, se comunican, colaboran y buscan y comparten información (Negroponte, 1995).

Mesenbourg (2001), por otra parte define que la ED está constituida por tres elementos: i) la infraestructura de negocios (e-infrastructure) que definen los recursos de soporte al negocio como tecnología, hardware, software, telecomunicaciones, personal especializado; ii) negocio electrónico (e-business), esto es, los procesos empresariales desarrollados mediante aplicaciones informáticas o plataformas en línea; y iii) comercio electrónico (e-commerce), el cual se refiere a la generación de negocios y transacciones por compra y venta de mercancías, utilizando Internet como medio de comunicación.

Así, en particular, el comercio electrónico se entiende como cualquier forma de transacción comercial en la cual las partes involucradas interactúan de manera electrónica y no de la manera tradicional por medio de intercambios físicos o trato físico directo.

Algunos expertos opinan que, en cierta forma, el comercio electrónico comenzó antes de Internet, mediante transacciones comerciales por teléfono, fax y las redes privadas, pero el desarrollo de la internet motivó que alcanzara mayor auge. Su acepción más general es "acercar el comprador al fabricante por medios electrónicos", lo cual implica eliminación de intermediarios, reducción de costos y una filosofía diferente en la forma de comprar y vender, y lo que es más importante, de obtener información para esas gestiones.

En el caso de la economía mexicana, el desarrollo económico y tecnológico de las últimas décadas, a pesar de lo limitado que ha sido, ha traído consigo cambios relevantes en la manera en que los agentes económicos interactúan para intercambiar bienes y servicios. En las últimas dos décadas, lo que se conoce como "el mercado" ha revolucionado hacia su modalidad electrónica permitiendo ampliar la gama de mercancías disponibles, así como la información sobre la calidad de estos.

El INEGI muestra que el comercio electrónico como proporción del PIB en México de 2013 a 2018 creció alrededor de 66%, esto hasta antes de la pandemia se esperaba que continuara con una tendencia creciente debido al crecimiento del acceso a internet en los hogares. En particular, existe evidencia empírica que muestra una correlación positiva entre el comercio electrónico y el acceso a internet (Terzi, 2011). Por ejemplo, en el 2019, alrededor de 56% de los hogares en México cuentan con acceso a internet, manteniendo un crecimiento promedio de 9.7% en los últimos cuatro años, con lo cual se podría seguir impulsando el comercio electrónico ante el aumento en el uso de estos medios digitales.

La reflexión y el análisis anterior demuestra que el comercio electrónico y la expansión de la economía digital puede llegar a ser una fuente viable de crecimiento para México, lo cual puede beneficiar a toda la economía mexicana a través de tres vías: empresas, precios y gama de productos, y la productividad total de los factores (Brynjolfsson y Smith, 1999).

Las empresas, como primera vía, se podrían beneficiar de la mejora en eficiencia de las cadenas de suministro, debido a la facilidad de colaboración entre ellas mismas y la correspondiente reducción en costos de producción. La segunda vía sería la reducción en los precios y el aumento en la variedad de productos al alcance del consumidor, quienes cuales gozarían de medios más competitivos para adquirir sus mercancías.

Por último, dado que la tecnología aumenta la eficiencia de los factores capital y trabajo, la productividad de los factores incrementa y por consecuencia existe una relación positiva con respecto al crecimiento económico del país. Sin ser una panacea o solución total, la economía digital resulta ser una alternativa de crecimiento ante los retos de este complicado siglo XXI.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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