Monterrey

Inflación, confianza y deterioro económico

OPNIÓN. El verdadero riesgo para la inflación a largo plazo se encuentra en el traspaso del tipo de cambio a los precios de otros bienes, amenazando el anclaje de las expectativas a mediano y largo plazo que tanto vigila el Banco de México.

Durante enero, la inflación se ubicó en una tasa interanual de 4.72 por ciento, la más alta desde septiembre de 2012, mientras que la inflación mensual fue de 1.70 por ciento, el mayor incremento mensual del INPC desde enero de 1999. Aunque esto se debió principalmente al incremento en los precios de la gasolina y su impacto sobre la inflación en la primera quincena de enero, resulta muy importante conocer otros puntos sobre el proceso de formación de precios y cómo afectan al crecimiento económico.

Es claro que los mayores precios de la gasolina han sido los causantes de la alta inflación de enero y que dichas presiones son transitorias. No obstante, el verdadero riesgo para la inflación a largo plazo se encuentra en el traspaso del tipo de cambio a los precios de otros bienes, amenazando el anclaje de las expectativas a mediano y largo plazo que tanto vigila el Banco de México.

En una revisión rápida de los precios al productor (INPP), el escenario continúa siendo preocupante. El índice general, incluyendo petróleo, muestra un incremento en precios de 12.31 por ciento en enero, por arriba del incremento interanual de 10.43 por ciento del mes anterior. Si tomamos en cuenta los precios de los bienes intermedios que se catalogan por industria bajo la clasificación SCIAN, se observa que los precios de bienes y servicios intermedios para la manufactura subieron 27 por ciento en el último año, principalmente debido a incrementos en los precios intermedios de la industria metal-mecánica (a raíz de mayores precios de materias primas) y la industria química. Tan sólo como referencia, el incremento en los precios de bienes y servicios intermedios para la industria manufacturera no había sido tan alto desde octubre de 2008, en plena crisis financiera, cuando la inflación general se ubicó en 5.78 por ciento y continuó subiendo para cerrar ese año en 6.53 por ciento.

Así, no es sorpresa que días atrás los indicadores de confianza empresarial y del consumidor que corresponden a enero hayan observado un marcado deterioro, principalmente como consecuencia del fuerte incremento en los precios al inicio del año y del descontento que se generó a partir de los aumentos en los precios de la gasolina. A esto se suma el pesimismo que ha acompañado el inicio de la nueva administración en Estados Unidos.

El indicador de confianza del consumidor cayó durante enero a un nuevo mínimo en registro de 28.66 puntos, pues los hogares consideran que la situación económica del hogar empeorará en los siguientes 12 meses, aun y cuando perciben que su situación es peor ahora que hace un año.

En un artículo publicado en la Revista Internacional de Estadística y Geografía, titulado "Un umbral empírico y otras recomendaciones para el reporte de la confianza del consumidor en México", los autores calcularon que si el indicador se ubica por debajo de 34.5 puntos, el consumo privado disminuirá con respecto al mismo mes del año anterior una probabilidad de 90 por ciento, mientras que un dato por arriba del umbral resultará en una expansión interanual del consumo privado con un 94 por ciento de probabilidad. Lo anterior trasladado al indicador de confianza del consumidor de enero que se ubicó en 28.66 puntos, señala que existe una altísima probabilidad de que el consumo privado en México se haya contraído.

Esto es especialmente preocupante pues durante el último año la economía de México creció prácticamente gracias a una expansión del consumo, ante la imposibilidad de incrementos al gasto público, a la par de un debilitamiento de las exportaciones y la inversión.

La confianza del consumidor puede recuperarse, pero dependerá en gran medida de la manera en la que se resuelvan las diferencias con la nueva administración estadounidense. Asimismo, será clave que la inflación se mantenga estable (con tendencia al objetivo de Banco de México) durante el resto del año y como ya fue indicado, esto dependerá de la estabilidad cambiaria y de que los precios de las materias primas, entre ellos el petróleo, no repunten de manera considerable. De lo contrario, el anclaje de las expectativas de inflación se pondría en riesgo, al igual que la confianza del consumidor, el consumo y el crecimiento económico.

La autora es economista en Jefe de Grupo Financiero BASE y profesora de economía en el Tec de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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