Monterrey

Hiram Peón: El tiempo es la vida del alma ¿Usted, cuánta gente ha perdido en este año?

Los momentos pasados permanecen vivos en la memoria, no solo individual, sino colectivamente.

El tiempo es la vida del alma, dice con sabiduría el poeta Longfellow.

Afirma que todo lo que conocemos del tiempo son signos que usamos para medirlo: los meses, las horas, los relojes, los diales que se mueven para marcar los segundos, incluso las estaciones del año, lo mismo que las pirámides, como la de Chichén Itzá en Yucatán, son herramientas que a distintas personas y razas le sirvieron tan solo para medir el paso el tiempo. No el tiempo en sí mismo.

Así concluye, el poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow, que el tiempo es la vida del alma.

Por otro lado, los filósofos tanto occidentales como orientales, sugieren que el pasado no existe y el futuro tampoco. Solo existe, nos dicen, el presente.

Existe solo un eterno presente en el que transcurre nuestra vida.

Tempus Fugit dice Virgilio, poeta Romano, para referirse a que el tiempo vuela, se escapa entre nuestros dedos como la arena de la playa. Cada segundo que pasa no volverá.

Sin embargo de manera coloquial el tiempo sigue existiendo pues lo usamos para describir cada momento de nuestra vida.

Y en nuestra mente existe el pasado y se retroalimenta con todo lo que pasa en la actualidad.

Nadie puede negar el peso que tiene el recuerdo de un ser querido que ya no está. Los momentos pasados permanecen vivos en la memoria, no solo individual, sino colectivamente.

Por eso no podemos dejar de sentir las mismas emociones que nos despertaba, por ejemplo Mario Ariel Villanueva Llanes, cada vez que él sonreía. Así como el colectivo de las familias Villanueva, Lara, Llanes, no vamos a olvidar jamás la sonrisa de Ariel, ni sus sueños, ni sus esperanzas.

Le cortaron las alas dice su madre, seguirá siendo mi compañero de aventuras dice su padre. Quiero traer ante ustedes el verdadero dolor de su ausencia. El dolor de una esposa que tendrá que educar a dos hijos ahora sin padre. El dolor de unos hijos que no tendrán un águila que los guíe, ni una sonrisa que los consuele.

El tiempo es la vida del alma.

Ahora entiendo a qué alma se refiere Longfellow, y entiendo también que el pasado se vuelve eterno con la ausencia del amado y que no hay nada que lo pueda borrar o cambiar.

Acompañamos en su dolor a todos los mexicanos que han perdido familiares como consecuencia del Covid-19.

A ellos les quiero decir que no olvidaremos los errores de las autoridades, ni la arrogancia de Andrés Manuel, no olvidaremos su recorte presupuestal, ni olvidaremos los viajes suntuosos de sus hijos. No olvidaremos a todos los corruptos que tiene a su alrededor.

El pasado no desaparecerá, no este pasado.

No olvidaremos, ni un solo segundo, la bofetada que le ha dado al pueblo de México. No olvidaremos las mentiras ni los engaños.

Nuevo León y el resto de México, no solo han perdido vidas, también se han perdido sueños, se han perdido empleos, y hemos perdido lo más preciado que es la inocencia de nuestros jóvenes.

Lo que no hemos perdido es la esperanza y seguiremos firmes defendiendo la libertad y el derecho de vivir en libertad y el derecho de hacernos responsables de nuestras vidas.

Descanse en paz Mario Ariel, vivirá eternamente en nuestros corazones.

Hasta la próxima.

El autor es experto en comunicación corporativa y situaciones de crisis. Cuenta con un MBA del ITESM .

Opine usted: hirampeon@gmail.com

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad única de quien la firma y no hay que hacer que la postura editorial de El Financiero.

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