Monterrey

Guadalupe Monterde: Los estadistas que merecemos

¿En dónde nos encontraríamos cada uno de nosotros si nuestras futuras autoridades buscaran diferenciarse entre un gobernante normal y uno excepcional?.

La primera vez que oí la palabra Estadista fue a las 6 de la mañana en un programa de radio cuando estaba estudiando la carrera, posteriormente, no volví a escucharla en un lenguaje cotidiano. Ni siquiera en las campañas políticas que se han efectuado a lo largo de los últimos 20 años.

Quien la conoce, tal vez coincida en que es un concepto tan hermoso y profundo que impulsa a las personas que lo ejercen a ser esos próceres de la historia que dirigen hacia el bien el rumbo de una nación, estado o municipio.

Recientemente, me ha llamado la atención que estas elecciones 2021 son las más relevantes de la historia por el número de puestos a elegir y el número de participantes. Y vale la pena hacer cuentas. En total, con base en las cifras oficiales del Instituto Nacional Electoral son 19 mil 951 puestos de elección popular los que cambiarán en los 32 estados, entre Gobernadores (15), diputaciones de mayoría relativa (642), diputaciones de representación proporcional (429), presidencias municipales y alcaldías (1925), sindicaturas (2059), regidurías (14246), juntas municipales, concejales, presidencias de comunidad (635).

Haciendo un análisis de dichas cantidaturas realizamos el mapeo de todos los partidos a nivel nacional y al multiplicar lo que corresponde a cada estado con el número de cargos de elección popular dio un total de 237,381 participantes. Sin tomar en cuenta el bagaje negativo e histórico que traen este tipo de puestos, he reflexionado sobre si cada uno de los participantes y sus equipos estarán conscientes de la oportunidad que tienen en sus manos para beneficiar la construcción actual y futura de nuestro país.

En los últimos años, he podido conversar con diversos candidatos y precandidatos, así como autoridades electas de diferentes partidos políticos (en su mayoría partidos de nueva creación) en varios estados de la república. Entre ellos, salvo algunas honrosas excepciones, he encontrado tres comunes denominadores: Buscan cambiar para bien el rumbo de su localidad, pero no cuentan con una preparación sólida para ser considerados futuros estadistas; parte de los miembros de sus equipos son personas de toda su confianza, pero entre ellos ejercen una sola profesión; y por otro lado, su visión del futuro no cuenta con las metodologías ni conocimientos necesarios para generar las condiciones sostenibles e incluyentes que el México y el mundo requiere.

Es muy interesante el reto. Considero que la voluntad de hacer bien las cosas es importante, pero de nada sirve si no se cuenta con la preparación, fundamento, determinación, conocimiento, criterios y sabiduría que sean reflejados en la planeación y ejecución que un programa de gobierno requiere y que siente las condiciones para continuar edificando nuestra nación.

¿En dónde nos encontraríamos cada uno de nosotros si nuestras futuras autoridades buscaran diferenciarse entre un gobernante normal y uno excepcional?. Medito en la frase de Winston Churchill, uno de los más importantes estadistas de todos los tiempos: "el político piensa en la próxima elección, el estadista en la próxima generación".

El tiempo apremia para todos, porque no sólo estamos viviendo una de las mayores crisis mundiales derivada de la pandemia, sino que además estamos enfrentando situaciones críticas como el cambio climático, por citar dos ejemplos de los muchos existentes. Y experimentar durante la gestión de un cargo público, es un lujo que como sociedad, ya no debemos permitir.

Muchas personas opinan que para contender a un cargo público debiera ser una obligación estar preparado y tener cierta formación, por lo menos, en gestión pública o planificación para el desarrollo. Y estoy completamente de acuerdo. Sin embargo, la realidad es distinta, es por eso que debemos estimular a nuestros candidatos junto con sus equipos a que se preparen y consideren ser los futuros estadistas que nuestro país requiere, y sobre todo, que cada uno de nosotros merecemos.

Pensando en el estado del arte si este número estimado (237,381) de participantes tuviera la determinación de prepararse para ser estadistas, ¿cómo estarían nuestros municipios, estados y país en 3, 4 o 6 años? Cabe resaltar que tan sólo en Coahulia, Nuevo León y Tamaulipas contenderán 17,914 personas, ¿conocemos cuáles son sus propuestas de gobierno? ¿podríamos considerarlos los estadistas que requieren estos estados para seguir su camino hacia un futuro sostenible e incluyente?

Tal vez sea utópico de mi parte pensar en la formación de futuros estadistas, pero sé que es posible y estoy poniendo mi grano de arena para que eso suceda.

La autora es fundadora de MADUS, Centro de investigación y desarrollo para la igualdad y no discriminación. Es una apasionada de la planificación para el desarrollo así como del respeto a los derechos humanos. Se ha especializado en la investigación y desarrollo de metodologías para el despliegue e implementación a gran escala en dichas materias tanto en el ámbito público como en el privado.

Opine usted: gmonterde@madus.com.mx

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

También lee: