Monterrey

Francisco J. Orozco: No detenerse, sino adaptarse

La tecnología está siendo un gran aliado en estos tiempos de contingencia sanitaria.

Mi intención no es atiborrarlos o repetir información que seguramente han leído en las últimas semanas sobre palabras apocalípticas en los medios, sino la de reflexionar sobre lo qué está pasando y cómo poder generar soluciones, remedios y uno que otro parche ante esta situación, o cómo empezar a generar protocolos de prevención para mitigar o disminuir su impacto negativo de este tipo de crisis y en una de esas, aprovecharlas.

Lo sé, lo sé y aunque cada fenómeno es diferente, pareciera que siempre la tarea nos agarra al cuarto para las dos y no tenemos respuestas inmediatas ante eventos como los que estamos viviendo. Por ejemplo, no hay planes de acción por parte del gobierno federal para hacer frente a la caída del comercio o estímulos fiscales para apoyar a las empresas, ni mucho menos para ayudar directamente a los ciudadanos. Y esto no tiene nada que ver con los colores del partido que esté gobernando, las crisis le pueden tocar a cualquier gobierno en cualquier momento, y esto nos habla que nunca han podido nuestros legisladores llegar y conciliar un plan nacional y una propuesta estratégica para el país y por consecuencia, como alguna vez dijeron por ahí, las gripitas se nos vuelven siempre en pulmonías, nunca tenemos antivirales y terminamos usando un mejoralito. De nueva cuenta cada reacción y la puesta en marcha de soluciones termina siendo por parte de diferentes grupos de la sociedad.

¡Va!, estamos de acuerdo que no podemos depender del gobierno, no podemos siempre estirar la mano y esperar a que nos den algo, no queremos actitudes paternalistas, pero sí planes y actitudes que provean a la sociedad de las condiciones para que se generen oportunidades a los profesionistas, a la pequeña y mediana empresa, y a las corporaciones. Pareciera que no hay voluntad política y el costo será muy caro.

No se trata de encontrar culpables, la sociedad no se ha detenido y ha puesto manos a la obra. A través de redes sociales, se han organizado campañas de algunas industrias, se ha motivado al consumo local, se han creado espacios donde se comparten las mejores prácticas: Join Ventures entre cafeterías y panaderías, gimnasios locales que rentan a domicilio su equipo, webinars y talleres en línea, clases remotas de ballet, música y otras actividades formativas. Esto nos está transformando a todos y nos exige prepararnos para otros problemas, para otras crisis que están por venir, adaptarnos para que la teoría darwiniana no aplique en las compañías. En este punto, la tecnología ha sido un gran pero gran aliado.

Para muchas empresas la adaptación tuvo que ser inmediata, fue dar ese salto de fe como cuando no tienes ganas de aventarte a la alberca porque no sabes que tan fría está el agua y llega alguien y te avienta… el COVID-19 fue ese alguien que nos empujó a la adopción a lo digital. La misma evolución de la sociedad a través de la tecnología ha sido un analgésico importantísimo para calmar los dolores de muchas empresas que están siendo seriamente afectadas. Cual profecía, en los últimos cinco años le empezamos echar ganitas a la inclusión financiera y ahora nos preguntaríamos ¿qué hubiera pasado si no tuviéramos una banca digital cada vez con mayor alcance?, ¿qué hubiera pasado si muchos negocios no hubieran migrado a plataformas e-commerce o aplicaciones digitales como Uber Eats y Rappi?, ¿qué hubiera pasado si no existieran todos estos servicios on demand o de streaming?, ¿qué hubiese pasado si no hubiéramos abierto la llave a la sana competencia en telecomunicaciones?

Sí, no aplica lo anterior para muchas industrias, pero durante este tiempo creo que muchos empresarios, muchos directivos pueden reformular los modelos de negocios de sus empresas, tiempo para pensar qué están haciendo bien y qué se estaba haciendo mal. Revisar algunas políticas administrativas, replantear muchos procesos. Ejemplo claro, la implementación del famoso home office. Muchas empresas habían estado renuentes a adoptar esta práctica, por alguna idea errónea de lo que implica trabajar en casa y, como lo platicábamos anteriormente, en esta ocasión no se tuvo otra opción más que hacerlo y demostrar claramente que puede funcionar bajo algunas condiciones.

Definitivamente el mundo ya no será igual después de todo esto, y como he escuchado ya en muchas pláticas, hemos estado en otras crisis, hemos tenido muchos problemas, no tenemos por qué no salir de esta. Hay que tener conciencia, paciencia y resiliencia, o ustedes ¿qué proponen? Abrazos Virtuales y leo sus comentarios.

El autor es contador y profesor Contabilidad y Finanzas de la Escuela de Negocios del Campus Monterrey.

Opine usted: jorozcob@tec.mx

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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