Monterrey

Éxodo e Integración Económica

Si la decisión es negarse a la construcción de un nuevo aeropuerto internacional, por las razones que sean y bajo los argumentos en que se fundamenten, de facto es renunciar a una obra que es necesaria para corregir el grave problema deficitario de un puerto internacional que conceda servicio oportuno a la creciente demanda nacional e internacional de vuelos a México, y es por tanto dejar pasar oportunidades de inversión y nuevo turismo.

Sin duda, uno de los temas que habrá de dominar la agenda de trabajo política y económica de la administración federal entrante será el rol que jugará México en la dinámica de globalización e integración económica internacional. De hecho, no es de extrañarse que, no obstante lo diferente del contexto, los dos temas que dominan la agenda informativa en estas semanas corresponden al éxodo masivo registrado en forma de caravanas de migrantes sudamericanos que ha ingresado a nuestro país, y la construcción de un nuevo aeropuerto internacional en la Ciudad de México.

Mientras que el debate sobre el tema de migración se vincula a la miseria y la grave inseguridad en que viven muchos en diversos países sudamericanos y su genuina búsqueda de mejores oportunidades de vida, el debate sobre la construcción del aeropuerto ha girado en torno a un espectro de cuestionamientos que van desde la transparencia en el proceso de asignación, la viabilidad de su gestión, hasta recientemente integrar el impacto ambiental que se deriva de la construcción de dicha obra en los terrenos actualmente seleccionados.

Construir argumentos en favor o en contra de cada uno de los temas anteriores requiere sin duda más espacio que el proporcionado en la presente columna además de un conocimiento de temas cuyos detalles escapan a mi formación como economista; además de lo anterior, diversos medios y especialistas en múltiples áreas han dedicado páginas completas al análisis político, social, demográfico y financiero de ambos temas.

Sin embargo, creo que identificar aquellos elementos comunes que dan sentido a la vigencia de ambos temas nos permitirá contar con una macro-perspectiva que facilite la construcción de argumentos y encontrar potenciales soluciones de política pública.

En este caso, mi reflexión personal es qué para proponer, ya no digamos resolver, la problemática derivada de los dos temas anteriores, y de otros vinculados como se verá en un momento, existe una pregunta fundamental que debemos formularnos, contestarnos, y actuar en consecuencia: ¿cuál es el papel que México debe adoptar y seguir en el contexto mundial? ¿Uno rol de "volver hacia adentro" con una visión aislacionista, o uno de "voltear hacia afuera" buscando una visión integracionista con una mayor participación del país en el proceso de globalización?

Claramente entre la autarquía y la apertura total existen matices y claroscuros. Cada decisión involucra costos y beneficios, directos e indirectos, privados y sociales, que son necesarios ponderar, pero que nos ayudan a crear un marco de referencia que sea consistente en materia de política pública, tanto en economía como en política internacional.

Si la decisión es negarse a la construcción de un nuevo aeropuerto internacional, por las razones que sean y bajo los argumentos en que se fundamenten, de facto es renunciar a una obra que es necesaria para corregir el grave problema deficitario de un puerto internacional que conceda servicio oportuno a la creciente demanda nacional e internacional de vuelos a México, y es por tanto dejar pasar oportunidades de inversión y nuevo turismo. En otras palabras, buscar soluciones de corto plazo es apostar a la suficiencia de lo que se tiene, y a mantener el insustentable déficit en el crecimiento de infraestructura, con un costo que habrá de reflejarse en oportunidades pérdidas en un futuro inmediato.

Por otra parte, si la decisión de nuestro país es aceptar el tránsito a los miles de migrantes que desean usar nuestras vías como tránsito para posteriormente migrar a EUA, entonces de facto México está adoptando un rol en pro de la integración global, con beneficios en materia de asumir un liderazgo en la defensa de derechos humanos, pero con costos muy importantes en términos de recursos inmediatos para garantizar servicios de seguridad y salud a los migrantes durante su paso, pero también con un enorme costo político al poner en riesgo y deteriorar la delicada relación que actualmente se guarda con la administración del presidente Trump, y que podría inducir a una crisis internacional regional como nunca se ha visto en tiempos recientes.

Así, sin un objetivo de sobre-simplificar los complejos problemas anteriores, la pregunta que debemos formularnos sobre nuestra visión de país es: ¿globalización, o no globalización? Responderla nos brindará claridad para analizar, argumentar, y desarrollar políticas públicas efectivas que nos ayuden a construir el país al que aspiramos.

El autor es Doctor en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.

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Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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