Monterrey

Estabilidad vs. Crecimiento vs. Pobreza vs. Redistribución

Uno de los grandes paradigmas de política económica está en estos momentos en la mesa de debate es el rol de Banco de México en la economía.

Derivado del cambio en la orientación política del gobierno federal con la entrada del presidente Andrés Manuel López Obrador, y buscando diferenciarse de sus predecesores, el país está pasando por una transición en la visión económica de la administración de la política pública. Sin embargo, esa nueva visión que abiertamente busca erradicar cualquier traza del denominado pensamiento "neoliberal" en los programas públicos, la alternativa propuesta no termina de convencer a inversionistas, expertos académicos, y poco a poco, comienza a sembrar la semilla de incertidumbre al ciudadano de a pie que comienza a dudar de la efectividad de destruir de tajo instituciones para ser sustituidas por nuevos programas de dudoso rigor en diseño, evaluación e impacto.

El panorama actual comienza a ser mas adverso para México ante el peligro latente de una eventual recesión mundial cuyas primeras señales se han dibujado en el espectro internacional, además del constante acoso en materia de comercio internacional propiciado por el gobierno estadounidense encabezado por el presidente Donald Trump, que ha usado el ataque a México como una estrategia política en la búsqueda de la validación que necesita para su reelección en el siguiente ciclo presidencial.

Ante tal perspectiva, preocupa que en el discurso que se presenta en cada conferencia de las denominadas "mañaneras" al público en general, existen argumentos que entre líneas parecieran reducir todos los grandes problemas nacionales, económicos y políticos, a la necesidad de unas cuantas intervenciones directas por parte del gobierno en forma de transferencias y desarrollar un modelo económico alternativo basado en un nuevo paradigma, pero que recuerda mucho a un enfoque keynesianismo basado en la capacidad del estado de introducir eficiencia a un sistema económico encaminándolo a un nuevo proceso virtuoso de estabilidad y crecimiento, esto por encima de la propia capacidad de los incentivos privados de consumidores y productores para alcanzarlo de manera independiente basándose en la correcta evaluación de sus propias decisiones.

Uno de los grandes paradigmas de política económica está en estos momentos en la mesa de debate es el rol de Banco de México en la economía.

En las próximas horas, y como resultado de la esperada reunión de la Junta de Gobierno de Banco de México encabezada por Alejandro Díaz de León, habrá de anunciarse la postura de esta institución con respecto al potencial cambio en la tasa de referencia de la política monetaria del país. Al tener como mandato la estabilidad en el sistema de precios, la única razón que justificaría una reducción en la tasa es la presión existente en el tipo de cambio producto de la incertidumbre en materia de comercio. No obstante, ante la reducción en el crecimiento en la inflación observada en fechas recientes, existe la opción heterodoxa de, una vez controlada la inflación en sus niveles objetivo, utilizar una reducción en la tasa de referencia para impulsar la inversión y expandir el crédito interno, dando a la economía el tan anhelado "empujón" al que el mismo presidente ha hecho referencia en diversas ocasiones.

La situación no es tan sencilla, pues a pesar de que los bancos centrales de otros países como la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central de Brasil han adoptado como estrategia reducir sus tasas de interés para incentivar su economía, al momento de escribir esta columna, los especialistas concuerdan en que Banxico mantendrá su tasa de referencia en su actual nivel, 8.25 por ciento, pero que ahora el potencial disenso entre miembros de la junta podría ser mayor.

Y es que por una parte tenemos la posibilidad de que la tan anhelada liquidez financiera pueda efectivamente inyectar el dinamismo necesario a la economía, como también está el riesgo de un efecto "rebote" inflacionario que responda violentamente al cambio en política monetaria y que tendría efectos desastrosos sobre los hogares más pobres de México, quienes no poseen los mecanismos de protección financiera en contra de esta variable.

Para nuestra fortuna, la autonomía y credibilidad en las decisiones de Banxico son el activo financiero más importante con el que cuenta nuestro país, y sobre el cual nuestra economía ha continuado operando al margen del contagio en riesgo internacional o de los problemas que cotidianamente ponen a prueba su capacidad de acción y reacción.

Adendum: Y la tasa bajó 0.25 puntos para colocarla en ocho por ciento. Estemos atentos a lo que vendrá, son tiempos interesantes para analizar.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

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Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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