Monterrey

El petróleo: una apuesta (más) riesgosa

En días recientes, algunas de las principales noticias económicas, financieras y sociales en nuestro país han girado precisamente en torno al petróleo y sus derivados.

Para nadie es desconocida la fuerte dependencia del sistema económico al petróleo y sus derivados. No obstante los avances en la introducción e innovación de nuevas tecnologías basadas en recursos renovables, de menor costo, y de más fácil acceso, así como el incremento en el uso de todas estas nuevas formas de generación y consumo de energía, el petróleo y sus derivados siguen siendo fundamentales para el desempeño de la economía, y México no es ajeno a esta realidad.

En días recientes, algunas de las principales noticias económicas, financieras y sociales en nuestro país han girado precisamente en torno al petróleo y sus derivados. Los principales encabezados del país han referido a temas como el combate al robo de combustibles emprendido por la administración del gobierno federal, el cierre de ductos de Pemex y la consecuente escasez en los diferentes tipos de gasolina que se transportan a través de éstos, la tragedia social de Tlahuelilpan en todas sus dimensiones, el desempeño de los principales agentes vinculados a la dirección financiera de Pemex frente a inversonistas en el extranjero, las sanciones financieras por la deforestación sin permiso para la construcción de una nueva refinería (antes de siquiera presupuestarla), el enorme poder y recursos económicos en manos del sindicato de Pemex, y en esta misma semana, la vinculación de algunos funcionarios de primer nivel de Pemex a investigaciones periodísticas sobre corrupción, y la reducción en la calificación emitida por Fitch sobre los bonos emitidos por Pemex, reflejando la menor calidad en la solvencia de la paraestatal en los mercados internacionales.

Muchos temas, cuyo análisis individual ha sido meticulosamente presentado en otros medios, y que sin embargo los podemos reducir en una pregunta vinculante: con toda la evidencia anterior, y si agregamos todos los temas que no están siendo cubiertos en este espacio, ¿es necesario que nuestro gobierno siga viendo al petróleo como la vía sobre la cual construir el futuro económico del país? ¿No es esto último, en realidad, una apuesta demasiado riesgosa, en donde las pérdidas económicas van más allá del rendimiento financiero, déficit presupuestal, o eficiencia administrativa de la paraestatal, sino que en realidad se está consumiendo tiempo (nuestro recurso escaso por naturaleza) en un fondo perdido en lugar de destinarlo a corregir el rumbo de política pública en materia energética y presupuestaria?

La naturaleza de la oferta del petróleo como recurso energético no renovable, la volatilidad inherente de su precio en los mercados internacionales y cómo este impacta a los ciclos económicos en función de la dependencia a este insumo han sido tema de estudio por diversos macroeconomistas. Por ejemplo, en un trabajo ampliamente citado Peter Ferder (1996) demostró que la volatilidad diaria en los precios del petróleo pronostica los movimientos en la producción agregada de EUA. Por otra parte, en un artículo muy reciente, Olovson (2019) demostró que en un contexto dinámico, agregado, y con incertidumbre en donde los precios del petróleo son determinados en equilibrio por oferta y demanda en el largo plazo, los cambios en precios son explicados por la demanda precautoria de la economía (en forma de reservas) y además las noticias sobre la potencial escasez de su oferta futura son suficientes para llevar a una economía a una recesión.

México no es ajeno a estos argumentos con sustento teórico, empírico, y financiero. Durante años, precisamente de la mano con la necesidad de diversificar nuestros socios comerciales surgieron voces que, con razones de por medio, han solicitado a nuestros tomadores de decisiones la necesidad de desvincular los recursos públicos al petróleo, e incrementar la eficiencia de Pemex.

La evidencia histórica sobre la apuesta al petróleo y al pasado como motor de crecimiento en nuestro país es irrefutable, y aprender de esos hechos es fundamental para no repetir la dolorosa experiencia que representó el fin del sueño de administrar la abundancia y comenzó la era de enfrentar las consecuencias de la irresponsabilidad de usar la abundancia del petróleo y la facilidad del crédito entonces otorgado usando esta mercancía como colateral.

El autor es doctorado en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.

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