Monterrey

Deuda pública y becas: si, pero así no

En cada apoyo debe existir un compromiso explícito de quien la recibe el apoyo, en este caso el estudiante, de estudiar más, destacar en algún deporte, concluir su posgrado, etc.

La deuda es un excelente instrumento financiero para administrar la liquidez de un proyecto rentable, permitiendo obtener rendimiento adelantado al garantizar la inversión inicial necesaria su implementación. Este es el caso de un proyecto privado, o de un proyecto social financiado a través de deuda pública. Por otra parte, como lo hemos analizado en este mismo espacio, la educación es el mecanismo por excelencia para promover la movilidad social; ésta permite la correcta asignación de individuos en ocupaciones pues a través de los procesos cognitivos y de acumulación de conocimiento en las distintas etapas de su formación, éstos mejoran sus capacidades productivas y expectativas de ingreso.

La falta de acceso a recursos financieros, así como el enorme beneficio privado y social que genera la educación, han dado origen a procesos correctivos que a través de la asignación de recursos en forma de becas se permita a los estudiantes acceder a un mejor nivel de estudio a cambio de la excelencia y compromiso de ellos en alguna actividad en la cual los individuos destacan. Ejemplos de estas becas son las de aprovechamiento universitario, becas deportivas, o las becas de posgrado otorgadas por CONACYT.

En cada beca debe existir un compromiso explícito de quien la recibe el apoyo, en este caso el estudiante, de estudiar más, destacar en algún deporte, concluir su posgrado y crear investigación científica original y de vanguardia, y de esa forma aprovecar ese recurso público y eventualmente retribuir a la sociedad quien le concedió ese financiamiento.

Partiendo de las dos premisas anteriores, adquirir deuda pública para, por ejemplo, dar becas a estudiantes es una gran política pública que garantiza la natural espiral positiva asociada al capital humano, y es aquí donde subyace el error a tal conclusión, particularmente bajo el esquema actual de las "Becas para el Bienestar Benito Juárez García" (BBBJ) implementadas por el gobierno federal.

En primer lugar, las BBBJ no son "becas" en el sentido estricto descrito arriba pues no están atadas a ningún compromiso por parte de los estudiantes en términos de excelencia en alguna actividad académica o curricular, solo a permanecer en la educación secundaria, la cual, por cierto, ya es obligatoria. Además, su uso por parte de los estudiantes admite conceptos tan abiertos y ambiguos que incluyen cualquier cantidad de mercancías ajenas a su formación educativa.

Este es un programa más parecido a un subsidio incondicional por el hecho de ser jóvenes y estudiantes, pero que no tiene propiamente un propósito más que incrementar el número de graduados de secundaria, a un costo financiero muy alto que está siendo transferido a la cuenta del contribuyente en forma de más emisión de deuda pública e impuestos, y que como demostró el economista Robert Barro en su famoso artículo de 1974, se tendrán que pagar con más impuestos en el futuro por parte de los contribuyentes.

¿Cuál es la garantía de calidad educativa asociada a la permanencia de los estudiantes en el programa? ¿Cuál es el criterio de elegibilidad y graduación? ¿Qué impacto tendrá, y a que plazo?¿Habrá un impacto en los niveles posteriores de educación, como preparatoria o bachillerato técnico, o simplemente al no recibir el monto de la beca, el impacto es cero en los estos niveles superiores?

En internet he leído comentarios que comparan las BBBJ a las becas de posgrado de excelencia en CONACYT. El argumento es más o menos así: el dinero de la beca monetaria de manutención que recibe un estudiante en estas últimas también es incondicional, y también podría destinarse a cualquier rubro. Si, pero no, pues para poder recibir esa beca los estudiantes deben garantizar la permanencia en el posgrado, y por tanto el objetivo perseguido por becado y CONACYT están perfectamente armonizados en culminar.

Si lo que se desea es incrementar la permanencia en secundaria y en niveles de educación superior, el mejor mecanismo es garantizar que los salarios compensan el esfuerzo de esa educación y crezcan para justamente diferenciar las habilidades adquiridas de una carrera técnica o universitaria. Es necesario replantear el diseño de programas públicos en términos de objetivos y costos, pues no hay trabajo más sencillo que gastar el dinero ajeno.

El autor es doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

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