Monterrey

Datos + contexto + criterio = información

Los datos constituyen hechos, la información depende de la interpretación que damos a los datos , que a su vez surgen del contexto y criterio que empleamos para definirlos.

Suponga por un momento que recibe el siguiente mensaje de texto, o a través de una carta debidamente membretada por su banco de mayor uso: "Estimado cliente, por ser parte de nuestro selecto grupo de usuarios traemos a usted una oportunidad exclusiva. Únicamente durante este mes de julio, usted podrá solicitar un crédito a cuatro años por 100 mil pesos pagando únicamente 48 pesos semanales por cada 10 mil que solicite. Esta oferta refleja el enorme valor y confianza que nuestra institución tiene depositada en sus clientes distinguidos como usted por su excelente historial crediticio".

Ahora suponga que recibe esta otra oferta alternativa: "Te presto 100 mil pesos y dentro de cuatro años me debes regresar el doble".

El lector que guste de matemáticas financieras habrá notado que, en principio (y sin contar con temas como el redondeo o más complejos como administración de liquidez o aversión al riesgo), las dos opciones anteriores son financieramente equivalentes desde la perspectiva de hoy: un préstamo con un principal de 100 mil pesos con una tasa de interés para la transacción que equivale al 100 por ciento al final del periodo pactado.

No obstante, algo tiene la primera opción que la hace más "atractiva" para el consumidor de crédito promedio. Ese algo está fuertemente vinculado a la presentación del contexto de los datos y el uso que hacemos de ese contexto para, en conjunto con nuestro criterio, tener elementos suficientes que nos permita decidir la que consideramos es nuestra mejor opción: esto es la información.

Resulta paradójico que, a pesar de que nuestra actual etapa de desarrollo como sociedad se fundamenta en la reducción en los costos de acceso a datos y que estos llegan a nuestras manos de manera instantánea, exista también una enorme divergencia en la información a la que tenemos acceso, así como en la calidad de la misma.

Estos hechos, que desafortunadamente se reflejan en el manejo diario de los informes del poder ejecutivo desde la presidencia sobre temas de interés público como criminalidad y desempeño económico, y muestran la importancia de contar con un criterio claro que nos permita distinguir entre "datos" e "información".

Mientras que los "datos" constituyen (o deberían definir) en principio hechos irrefutables pero sujetos a comprobación y veracidad, la "información" depende fundamentalmente de la interpretación que damos a esos datos, esto es, del contexto y del criterio que empleamos para definir a partir de esos datos una herramienta útil que nos permita valorar las distintas alternativas con las que contamos.

Así, por su naturaleza la información es fácil de crear, pero difícil de confiar entre individuos; rápida para difundirse, pero casi imposible de controlar, y además influye en todas las decisiones que tomamos. Lo que, es más, los mismos datos pueden representar información distinta para dos personas si éstas no comparten el mismo contexto o no usan el mismo criterio para enmarcar los datos.

Este fenómeno de heterogeneidad en la interpretación de los datos es común en muchas preguntas relevantes de economía, finanzas, historia y por supuesto en la política, y nos compete en una época tan compleja como la actual "posmodernidad". Este movimiento sostiene la libre e individual interpretación de los datos, y, por tanto, siguiendo este enfoque, no existe una verdad única, sino que cada persona es dueña de su propia verdad, a la cual llega a través de la construcción de su propia información aplicando contexto y criterio a los datos que recibe.

Por todo lo anterior, es esencial establecer un diálogo respetuoso y abierto basado en los mismos datos, para a partir de éstos últimos usar un criterio y contexto adecuado que nos permitan construir el conjunto de información necesario para la toma de decisiones.

Es fundamental que el Presidente López Obrador, desde la institución que representa, no ponga en duda la confianza de los datos con los que todos contamos, contradiciéndolos o descartándolos, pues son esos datos que emiten INEGI, Banco de México y otros organismos públicos los que nos permiten, con contexto y criterio, crear información y conocer el estado de nuestro país, medir los avances en los objetivos planteados, decidir entre nuestras opciones alternativas, y corregir el rumbo cuando nuestras decisiones han dejado de ser óptimas.

El autor es doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL.

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