Monterrey

Carlos Peña: Una “Bien llamada” Reforma Educativa Financiera en México

La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar al mundo.- Nelson Mandela

Estimados lectores mucho se ha hablado de la reforma educativa en el sexenio pasado y lo que avanzó hoy el actual gobierno, lo modificó por cuestiones de criterios. Yo no voy a juzgar si una es buena o la otra era mejor, lo que es cierto es que aún seguimos en el último lugar en el rating con la peor educación en los países que conforman la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) compuesto por 36 países.

Una bien llamada Reforma Educativa Financiera propondría, además de las actuales materias que ya existen agregar dos nuevas que inclusive se convertirían de forma indispensable el futuro de lo que vivirían los niños y un cambio de cultura que marcaría por completo la mentalidad para que ya no fuera dependiente del gobierno e inclusive de la iniciativa privada.

La primera, me refiero a la Inteligencia financiera, en donde habría que reprogramarse y quitarse de la mente lo que nos dicen los libros sobre la palabra ahorrar, ya que realmente no es bueno para el progreso económico. Desde niños nuestros padres nos regalan un alcancía de cochinito, supuestamente para juntar con esfuerzo un monto de dinero, pero después se gasta, entonces si resumimos esta pequeña historia vivida por la gran mayoría de los mexicanos el resultado es que las personas ahorran para gastarlo y así no se alcanza la libertad financiera, aquí lo mejor sería cambiar la palabra ahorrar por la de invertir.

Estimado lector, de acuerdo la Real Academia Española invertir proviene del latin invertere, que significa sentir o cambiar, pero si la relacionamos con emplea, entonces así sí enseñaremos a nuestros hijos desde niños el significado del tiempo y su relación con las inversiones porque hasta ahora ellos crecen pensando en que tener una posición económica es por la suerte o esperan a que el gobierno les de trabajo o beneficios , sin embargo el atraso económico se deriva del rezago en la educación, por ello es de suma importancia que les demos a nuestros niños un sistema con una educación financiera verdadera con conocimientos ligados a tecnología pero relacionada con entender el valor del tiempo.

La segunda propuesta que hago sería incluir desde la primaria la inteligencia emocional ya que hay mucha discapacidad e inseguridad en las personas para la toma de decisiones porque abunda la debilidad mental de decisión y ejecución, una muestra de esto es: si ya tienen la inteligencia financiera pero no la ejecutan, pues se sigue en el mismo status del hombre soñador.

En relación a esto, veamos un ejemplo. Hace cinco años me topé a un amigo y lo vi emocionado porque tenía un proyecto de un negocio que a mí me pareció muy interesante, con el paso del tiempo me lo tope y le pregunté que cómo le iba con su proyecto y me contestó que aún no empezaba porque supo que a uno de sus familiares le había ido mal en algo parecido, pero amigos aquí el análisis siempre va ser bueno, pero se tiene que tener la experiencia de lo vivido para lograr el éxito, yo considero que da más miedo no ejecutar el proyecto porque al llegar a los 70 años y no haber fincado ese negocio será frustrante, es más preferible perder dos años de la vida en el proceso y después vivir con plenitud en el proyecto que nos apasione pero con mucha calidad de vida.

¿Estimado lector usted tiene un proyecto de negocio o inversión y más de un año sin ejecutarlo? No me lo responda a mí, mejor busque un espejo y pregúntese de nuevo pero viéndose a los ojos, y después cuestione: ¿vale la pena intentarlo?

Estoy convencido que en la vida hay muchas cosas más que aprender pero si tuviéramos una verdadera educación financiera e inteligencia emocional, desde la primaria, sin lugar a dudas tendríamos un mejor nivel de vida con más felicidad.

Para mí esta sería una verdadera y ambiciosa, bien llamada, "Reforma educativa."

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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