Monterrey

Angel Maass: El consumo de los hogares…¿resucitará?

El día de ayer el Inegi informó que, en la primera quincena de marzo de 2021, la inflación anual se ubicó en 4.12 por ciento.

Estimado lector, no se trata de una falta de respeto a un pasaje litúrgico. Quizá fueron estas fechas de cuaresma las que me hicieron recordar mis tiempos de niñez y juventud estudiando con los hermanos maristas. Entrando en materia, le comento que, precisamente esta semana se publicó la Encuesta Citibanamex de Expectativas Económicas. El consenso de analistas vislumbra una proyección promedio del Producto Interno Bruto (PIB) de 4.6 por ciento para 2021.

Le comparto que, con base al pasado reciente, el consumo ha explicado aproximadamente 2/3 partes del PIB. De conservarse la ponderación referida, resultaría relativamente fácil estimar su aportación para el presente año. Sin embargo, si observamos las tendencias de algunas métricas de consumo, estas todavía se encuentran en terreno negativo.

Solo por dar un ejemplo, cifras de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) indican que, al cierre de febrero 2021, las ventas a tiendas iguales, que son aquellas que tienen más de un año de operación, reportaron una contracción de 1.5 por ciento respecto al mismo mes del año previo. No obstante, se observa una recuperación y muy probablemente comencemos a ver datos positivos en el futuro previsible. Aunque, le recuerdo que en abril de 2020 se tuvo un decrecimiento anual de 22.9 por ciento.

En lo personal, no me queda duda que este comportamiento obedece a los efectos provocados por el COVID-19. Más allá de la disminución de ingresos y la lamentable pérdida de empleos, entre otros aspectos derivados de la pandemia, ¿será que hemos cambiado nuestros hábitos de consumo? En otras palabras, ¿la reducción del consumo ha sido por convicción o más bien una respuesta a las circunstancias?.

Seguramente cada uno pueda tener su propia versión de los hechos. Supongo que los que lo hicieron por voluntad propia, todavía siguen con la guardia en alto. Es decir, tomando todas las medidas prudenciales posibles. Creo que la mayoría de ustedes coincidirán en la percepción de una mayor movilidad de personas y más aún con el cambio favorable de los semáforos epidemiológicos en diferentes entidades federativas. Desafortunadamente, en cuestión de muy poco tiempo se ha tenido que regresar.

Al respecto, ¿qué sucedería si tuviéramos una tercera ola de rebrotes por COVID-19? Probablemente estaríamos viendo la misma historia de choques simultáneos de oferta y demanda. Por un lado, problemas de distribución y por otro la contingencia sanitaria podría exacerbar la demanda de ciertos productos.

Precisamente, el día de ayer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que, en la primera quincena de marzo de 2021, la inflación anual se ubicó en 4.12 por ciento. Prácticamente su nivel más alto en los últimos dos años. Destaca el hecho que dentro del componente subyacente que se utiliza como parámetro de mediano plazo, el rubro de alimentos, bebidas y tabaco tuvo un incremento de 6.50 por ciento durante el mismo período. Por su parte, por tipo de mercancías, las tortillas de maíz reportaron un alza de 5.66 por ciento.

Con estos últimos datos es muy probables que el día de hoy jueves 25 de marzo al medio día, el Banco de México (Banxico) realice nuevamente una pausa a los recortes de tasas de interés, aunque todo es posible. El racional es que la inflación es la principal razón que explica la tasa de interés. Recordemos que el objetivo prioritario del Banco central es mantener una inflación baja y estable, teniendo un objetivo anual de tres por ciento con bandas de +/- 1 por ciento. En términos coloquiales, el dato de inflación recién publicado ya se ubica por encima del umbral referido.

En este orden de ideas, quiero concluir que además de estar al pendiente del COVID-19 y de la campaña de vacunación que incentivarán a la economía, hoy nos encontramos con otros obstáculos que podrían aletargar el tiempo de la recuperación. En específico, un posible rebrote que afecte aún más los ingresos de los hogares o el desempleo, un alza de inflación y no puedo dejar de mencionar un contexto de una disminución de inversiones que podrían seguir su tendencia o tener un punto de inflexión, dependiendo de las decisiones que se tomen en materia de cambios estructurales.

El autor es economista por el Tecnológico de Monterrey (Campus Monterrey) con máster en finanzas y administración, ambos grados por EGADE. Actualmente es Director de Estudios Económicos de Grupo Unicco, aunque las opiniones aquí plasmadas no necesariamente coinciden con la entidad en la que labora.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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