Monterrey

Marco Pérez: El Inegi aumenta el PIB por cambio de año base

A finales de Agosto del año pasado, el INEGI “actualizó” el sistema de cuentas nacionales, que entre otras cosas se utiliza para medir el producto interno bruto del País, y sustituyó el año base de 2013 a 2018, con lo que logró incrementar el PIB nominal de 2018 en un 2.8%, y por ende, toda la serie de valores nominales desde ese año a la fecha.

Es decir, no conformes con la práctica de calcular el crecimiento del PIB real, deflactando el PIB nominal con un índice de precios implícito menor al crecimiento de los precios al productor, para aumentar así el crecimiento real de la economía, ahora deciden “actualizar” el año base y con este cambio aumentan el valor nominal del PIB.

Por definición, el PIB nominal se determina por el valor de mercado (impuestos indirectos incluidos) de la producción de bienes y servicios del País, y este valor se “deflacta” con un índice de precios denominado “implícito” del PIB, para determinar así el PIB real.

Sin embargo, este índice de precios no se calcula periódicamente, ni tampoco lo publica el INEGI, (quizás porque ni siquiera se menciona en la Ley del INEGI) y queda una duda razonable de si se determina de manera apropiada, ya que en algunos años, el PIB nominal ha sido deflactado con un implícito incluso inferior al de precios al productor (mayoreo) lo cual no luce razonable.

Para entender mejor esto, pongamos un ejemplo, en un restaurante, al inicio del año, el dueño re etiqueta los precios de sus platillos tratando de aumentarlos en función del incremento en el costo de sus insumos, sin embargo, dado que la inflación no impacta en el mismo porcentaje a la materia prima, debe calcular el costo de cada platillo de manera pormenorizada, por lo que cada platillo sufrirá un aumento en precio diferente, según haya aumentado su costo.

Incluso, podría darse el caso de que algún platillo bajara de precio, si el costo de los insumos se hubiera reducido en el año anterior, ya sea por la corrección de un periodo de escasez, que hubiera aumentado el precio anterior, (como el costo del transporte marítimo) o debido a un insumo importante que venga del exterior, y con el menor tipo de cambio, su precio en pesos haya bajado.

El problema, para saber cuánto aumentaron las ventas en términos reales, (eliminando el aumento en ventas originado por los mayores precios) es que los registros contables del restaurante generalmente contabilizan “ventas” por el monto total cobrado, y no se contabiliza de manera pormenorizada las ventas de cada platillo y bebida en particular, por lo que con datos agregados, es imposible conocer cuánto del aumento en “ventas” provino del mayor precio de los platillos, y cuánto por un mayor número de órdenes recibidas.

Entonces, imagine que el restaurantero “deflacta” sus ventas nominales con el índice nacional de precios al consumidor, para determinar el porcentaje de aumento en sus ventas “reales”.

Obviamente, esto es una simplificación que llegará a un valor que NO es el real, y precisamente eso es lo que hace el INEGI al utilizar un deflactor “implícito” del PIB para deflactar cifras nominales, deflactor que incluso ha sido inferior en algunos años, a cualquiera de los índices de precios calculados.

Como ya se mencionó, NO es una de las asignaturas del INEGI, de acuerdo a su Ley, calcular el índice de precios implícito del PIB, por lo que tampoco cuentan con una metodología para estos efectos.

Bueno, pues el cambio de año base, se asemeja, en el ejemplo del restaurante, a que con el paso del tiempo los platillos ofrecidos en la carta, han venido cambiando, desapareciendo algunos y ofreciendo ahora otros diferentes, por lo que las “muestras” que se levantan para medir la producción nacional de bienes y servicios en el País, tienen ahora diferentes componentes y ponderaciones.

De tal suerte, se recalculan los valores nominales del PIB con una “nueva base”, que en este caso, se actualiza del año 2013 al año 2018, y por supuesto, cambian las ponderaciones, y esto lleva a aumentar el PIB en casi 3%.

Obviamente, un mayor PIB no solo ayuda a mejorar el crecimiento sexenal de la economía en esta administración, que estaba mostrando un pésimo desempeño (aunque seguirá siendo malo) y también ayudará a reducir y mejorar los cocientes de las finanzas públicas, como proporción del PIB, como lo es el déficit público y la deuda a PIB, mostrando, convenientemente, mejores resultados.

Por ejemplo, el menor tipo de cambio, ha permitido moderar el crecimiento de la deuda total a PIB, ya que la deuda externa como porcentaje del PIB, se ha reducido en dos puntos, por el menor tipo de cambio, amortiguando el aumento de 4 puntos en la deuda interna, beneficio que por supuesto se habrá de revertir cuando el tipo de cambio regrese a sus niveles de equilibrio.

Sin embargo, estas “actualizaciones” del INEGI no las ha hecho, por ejemplo, para el caso del INPC, ya que de la pandemia para acá, el precio de los alimentos ha aumentado mucho más que el resto de bienes y servicios en la canasta del consumidor, y esto conduce a un mayor gasto en alimentos, como porcentaje del gasto total, lo que aumenta la ponderación de estos artículos en el gasto total.

Es decir, ahora la inflación en alimentos, pesa más en la inflación total, porque tiene mayor participación en el gasto total (más ponderación en el índice) pero eso no lo “actualizan” y se subestima el verdadero incremento en precios.

Recuerdo cuando laboraba en el grupo de la Cervecería Cuauhtémoc, que a más de 5 años de haber dejado de producir la cerveza Carta Blanca “Quitapón”, aún se incluía en la lista de productos monitoreados por el INEGI para medir la inflación, lo cual es una pequeña muestra de la “calidad” de sus levantamientos.

En fin, queda entonces el tema de las mediciones del INEGI, para monitorearlos con mayor detalle.

Marco Pérez

Marco Pérez

Economista especialista en finanzas públicas, Socio Director de Econometría Aplicada SC, Conferencista y Catedrático a nivel doctorado.

COLUMNAS ANTERIORES

Angel Maass: El Enigma de la Inflación
Robert G. Papp: Los cisnes negros y el destino de las naciones

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.