Tres años después de que aprendimos que las personas pueden trabajar de manera flexible, ya sea de forma remota, presencial o híbrida, sin afectar productividad, innovación o cultura, seguimos hablando de este mismo tema ad nauseam.
No me sorprende en absoluto que sigamos discutiendo lo mismo, es decir, el hecho de si podemos trabajar o no de manera flexible. Cargamos con trece mil años de historia que refuerza este miedo o comportamiento; esto es, desde que el homo-sapiens se organizaba políticamente en hordas hasta nuestras estructuras contemporáneas de estado-nación, nos hemos gestionado más o menos de la misma manera: una clase dirigente (llámese rey, emperador, dictador, presidente o cualquier otro) agrupada en un territorio común para gobernar a un grupo de personas bajo un marco de leyes y normas establecidos por quienes ejercen el poder.
Una empresa es casi lo mismo, un dirigente (dueño, accionistas, consejo de administración o director general) dirige a un grupo de personas (empleados) en un lugar determinado (fabrica, oficina, establecimiento, sucursal) bajo un marco de reglamentos y códigos de observancia obligatoria (al que pomposamente le llamamos cultura organizacional).
Por eso seguimos estancados con la misma conversación. La clase dirigente en las empresas quiere que la gente regrese a laborar de forma presencial (básicamente porque es la única forma que conocen para gestionar personas), y los empleados, por su lado, se niegan a regresar a las oficinas porque ya disfrutaron la libertad de gestionarse a sí mismo y demostraron que pueden seguir siendo igual de productivos.
Y hasta el momento, más o menos ahí la llevamos. Las empresas que se niegan a continuar con esquemas flexibles tienen que retener a los empleados a base de dinero (mayor salario); las que no pueden darse ese lujo (económico) pierden talento a manos llenas (altas tasas de rotación), y las que han implementado y gestionado exitosamente estos esquemas viven en el mejor de los mundos.
Hoy en día un 23 % de las empresas utilizan esquemas de trabajo híbrido, contra un 42 % que lo hace de manera totalmente presencial. Adicional a esto, el 35 % ofrece esquemas remotos (McKinsey, julio 2023). Esta falta de adaptabilidad de la clase dirigente en las empresas (director general y sus equipos de liderazgo) está ocasionando que los dueños echen a quienes no se están adaptando, para muestra un botón: En E.U.A. 418 directores dejaron sus trabajos en el primer trimestre de este 2023 (todo un récord) principalmente por problemas de gestión del talento (Forbes, 2023).
Por eso, leer o escribir de este tema de trabajo híbrido ya empieza a provocarme una inmensa flojera, la misma que hizo que casi pasara por alto una nota del The Wall Street Journal de hace unos cuantos días titulada Se resisten jefes a trabajar 5 días en la oficina. Lo primero que pensé es “Si son los jefes, pues que cambien las cosas y listo”, pero picado por la curiosidad, leí el artículo.
Grande fue mi sorpresa del (aparente) error en el encabezado de la nota. No se estaban refiriendo a los “jefes” como tal, estaban hablando de “un influyente grupo de empleados de alto nivel que prefiere firmemente la opción de trabajar desde casa al menos parte del tiempo. Son trabajadores de alto desempeño y la competencia los atraerá con la promesa de trabajo remoto. Este grupo tal vez no sea numeroso, pero puede tener una estatura descomunal dentro de las organizaciones” Es decir, estaban hablando de colaboradores de alto desempeño. Para este grupo de empleados, “la vida es mucho mejor cuando tienes flexibilidad” y están dispuestos a dejar su trabajo si se les pidiera regresar totalmente a la oficina.
Así que a partir de ahora, parece que se dividirá en castas laborales (¿no se hacía ya?) a los empleados: quienes tienen normal desempeño y tienen que trabajar desde la oficina para ser monitoreados, y aquellos que son de alto desempeño y tienen resultados excepcionales que podrán seleccionar desde donde quieren trabajar.
El título del artículo del WSJ que por poco no leo debió ser: Si tu desempeño es de medio pelo, trabajarás en la oficina.
Epílogo.— Conforme la situación económica empeore y se afecte el nivel de empleabilidad general, las empresas aprovecharán esa coyuntura para hacer regresar a sus empleados, pero (a menudo hay un “pero”) eventualmente el mercado laboral castigará a estas empresas cuando la situación vuelva a mejorar.
El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.
Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx