Monterrey

Jorge Guzmán: No es una ola, es un tsunami de calor

Estados como Sinaloa, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas han llegado a tener temperaturas por encima de los 45°C.

Junio nos recibió con temperaturas extraordinariamente altas en México y aunque esperamos que solo sean unas cuantas “olas de calor”, el futuro no es alentador. Si seguimos ignorando la urgencia de atender la crisis climática, las altas temperaturas irán en aumento conforme pasen los años.

Estados de la república mexicana como Sinaloa, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas han llegado a tener temperaturas por encima de los 45°, y otros 18 estados más, han mantenido temperaturas entre los 40° y 45° grados en los últimos días, siendo así que, el 12% de la población en México (más de 15 millones de personas), está siendo afectada por el calor extremo que se está viviendo. Tan solo en los 4 estados cuyas temperaturas han superado los 45 °C, se ha reportado la muerte de 112 personas debido a golpes de calor.

Lamentablemente “las olas de calor” se están convirtiendo en “tsunamis” que están provocando afectaciones en la salud física y mental, sequías y escasez de agua, disminuyendo la disponibilidad de agua para consumo humano, para agricultura, para producción de alimentos y preservación de ecosistemas acuáticos; también generan alto riesgo de incendios forestales que impactan ecosistemas, biodiversidad y calidad del aire.

La suma de todo está provocando también problemas sociales y de vialidad. En algunas ciudades es común ver bloqueos en calles y avenidas por afectados que exigen solución al abasto de agua y/o energía eléctrica.

Ante esta crisis climática, es importante empezar a analizar qué podemos hacer de forma individual, como sociedad civil, sector privado, gobierno, entre otros para impulsar y ejecutar cambios de hábitos en comportamiento y, sobre todo, legislativos, mismos que aseguren acciones sostenibles desde la raíz de las diversas operaciones comerciales, industriales, de esparcimiento, etc., que se ejecutan en México.

Es importante reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de distintos frentes. En el ámbito legislativo se deben establecer objetivos claros con metas para la industria, el transporte y la construcción, pero también, para la población con leyes relacionadas a la eficiencia energética y consumo responsable.

Además, es fundamental promover incentivos fiscales y financieros para impulsar la adopción de tecnologías limpias y bajas en carbono, así como el destinar fondos para la investigación y el desarrollo de tecnologías. En ese sentido, se tienen propuestas de reformas al marco jurídico energético para permitir la autogeneración de energías a través de fuentes renovables y que no tiene costo para el gobierno.

También será importante observar que en el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2024 se contemplen recursos que incentiven prácticas sostenibles y estímulos fiscales directos e indirectos para las empresas que invierten en estos procesos e infraestructura.

Por su parte en el ámbito ambiental, es importante destinar esfuerzos en la conservación de los bosques existentes y la reforestación de áreas deforestadas para ayudar a capturar y almacenar el dióxido de carbono, uno de los principales gases de efecto invernadero.

Los bosques también proporcionan sombra y regulan la temperatura local, lo que puede mitigar los efectos de las olas de calor. Y otro punto importante, es contar con una planificación urbana sostenible en donde diseñemos ciudades que sean más verdes y resistentes al calor.

Esto implica la creación de áreas verdes, parques y jardines, así como el uso de materiales de construcción y revestimientos que reflejen la luz solar y reduzcan el efecto de isla de calor urbano. A nivel municipal se puede y se debe procurar especial atención en los planes de desarrollo urbano para tutelar el equilibrio ecológico con el crecimiento poblacional.

Definitivamente la colaboración entre gobiernos, asociaciones, empresas y personas es fundamental para lograr cambios significativos y construir un futuro más sostenible. La temperatura promedio global ha aumentado en 1.1 °C y aunque parece un número insignificante, ha sido suficiente para provocar cambios en la Tierra que no tienen precedentes en la historia humana.

Estamos llegando a un punto de no retorno, por lo tanto, debemos priorizar acciones puntuales y de alto impacto para hacerle frente a las consecuencias del cambio climático, buscando alcanzar el objetivo propuesto en el Acuerdo de París: limitar el aumento medio de la temperatura global a 1.5 °C.

El autor es Consejero delegado de economía circular de COPARMEX nacional y Presidente de la Comisión de Enlace Legislativo de la Canacintra.

COLUMNAS ANTERIORES

Retoma sector industrial de NL programa Sumemos un Chorro
Rubén Leal: Rumbo a la eficiencia en el mercado

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.