Monterrey

Jorge Moreno: ¿Fin de la pandemia?

Los mexicanos que nos faltan.

En medio de la vertiginosa carrera por querer olvidar el dolor de un trauma y superarle, se pueden cometer errores graves que de no meditarse y aprender de ellos, nos llevarían a reincidir en el problema incluso con peores consecuencias.

Nuestra sociedad, al fin reflejo de la suma de individuos que colectivamente interactúan bajo distintos arreglos institucionales, no está excenta de esta reflexión.

Desde finales del año 2019 y principios del año 2020, nuestro mundo ha enfrentado una de las peores pandemias en la historia reciente, sin que al día de hoy se haya dado por concluida de manera oficial: la crisis por SARS-CoV-2 y su enfermedad relacionada, el Covid-19.

La dramática caída en la difusión de la información sobre el avance de esta enfermedad va de la mano con la reducción aparente en su letalidad, pero también, unida del incremento en las noticias que vuelven a poner en el centro de toda la atención de nuestra sociedad la lucha por el poder político del país, así como la amenaza, un dia y otro también, de la desinstitucionalización civil democrática ganada durante el siglo pasado.

Como lo documentamos durante desde el inicio de la pandemia en este mismo espacio, las principales autoridades del país (salvo algunas excepciones locales) realizaron un manejo muy pobre en la implementación de políticas públicas, mismas que distaron mucho de la dimensión y urgencia que la contingencia de salud pública y la crisis económica ameritaban, dejando a la sociedad el organizarse con sus propios recursos y medios.

Los resultados en materia económica y financiera se reflejaron en los resultados adversos que ya conocemos, y aún hoy padecemos; las heridas que miles de familias experimentaron como resultado de la pérdida de al menos un ser querido, aún son muy recientes.

Sirvan las próximas líneas a manera de reflexión sobre la dimensión de la tragedia cuando se mide el indicador más fundamental de retroceso en el desarrollo social que trajo la pandemia: el enorme costo en vidas que como país padecimos durante estos tres años y contando.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de enero de 2020 a septiembre de 2022, en México se esperaban de 2,027,365 a 2,140,409 defunciones, pero ocurrieron en registro un total de 2,820,990,. Esto quiere decir que el exceso de mortalidad debido a la pandemia es de entre 39.15 y 31.80 por ciento. Estos resultados implicarían que nuestro país presentó hasta 793,625 muertes adicionales a la trayectoria esperada en ausencia de la contingencia sanitaria.

La dimensión de esta tragedia va en línea con los presentados por otros organismos internacionales. Por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) mostró que entre los países de América Latina, México ocupó el tercer lugar (solo por debajo de Perú y Bolivia) entre los países que registraron mayores tasas de exceso de muertes acumuladas por Covid-19.

Tales fallecimientos estuvieron por encima del promedio de la región y de los países OCDE, expuso el jefe adjunto de la División de Salud del organismo internacional, Federico Guanais, durante la presentación del estudio “Panorama de la salud en América latina y el Caribe 2023″. De acuerdo con la misma OCDE, México es de las naciones que menos porcentaje de su Producto Interno Bruto (PIB) destina a inversión en salud con 5.4 por ciento, y en la región apenas se coloca por arriba de Perú con 5.2 por ciento.

Sin embargo, la tragedia es mucho mayor si consideramos la pérdida del escaso y necesario personal especializado en salud. Durante la pandemia, informes de Amnistía Internacional y The Lancet, entre otros, documentaron que el personal sanitario mexicano estuvo a la cabeza de la lista de fallecidos durante la pandemia en la lista de países analizados.

La prestigiosa revista médica británica destacó cómo la fallida estrategia de México frente al coronavirus, así como la carencia de equipo de protección para los trabajadores de la salud, pudieron ser las causantes de estas cifras.

En un reporte difundido por el diario mexicano El Universal se detalló que del 12 de marzo de 2020 al 12 de marzo de 2022 fallecieron 2,746 médicos en tres dependencias gubernamentales: SSA (Secretaría de Salud), 2,142 decesos; ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado), 323 decesos; y en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), 281.

Además, se reportó el fallecimiento de 380 enfermeras y enfermeros por coronavirus, tanto en el IMSS como en el ISSSTE; y se informó de la muerte de 489 personas, entre ellos, trabajadores administrativos así como siete laboratoristas.

Conozco personas quienes perdieron la vida durante la pandemia por complicaciones de salud que pudieran vincularse a dicha enfermedad. Así también, conozco casos de médicos y personal de salud, muchos de ellos muy jóvenes (algunos incluso recien gradudados) quienes dejaron atrás familia e hijos para enfrentar esta enfermedad, perdiendo su vida durante la pandemia.

Que esta columna sirva como un tributo a la memoria de aquellos que murieron esperando una vacuna que nunca llegó o cuyo esquema quedó trunco por razones de presupuesto o por una pésima logística en la distribución de la misma, quienes fallecieron esperando ser atendidos de manera digna por un sistema de salud inoperante que les dejó desprotegidos cuando más lo necesitaban, quienes murieron y su defunción ni siquiera es parte de un registro civil que contabilice su muerte como consecuencia de la pandemia, o quienes dieron su vida atendiendo este problema en nuestra primera línea de defensa: los servidores del sistema de salud del país. No olvidemos que todos ellos, nos faltan hoy.

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