Monterrey

Efrén Cornejo: La ineficacia de la tasa de interés

Una tasa de interés alta desincentiva el consumo y la inversión.

En los últimos meses la tasa de interés en México ha crecido de una manera importante, en febrero de 2020 se ubicaba en niveles de 7%, mientras que al día hoy alcanza el 10.5%. Todo esto se ha manejado en un contexto de una inflación creciente, por lo que estos aumentos en el costo del dinero se han justificado a la luz de una estrategia de política monetaria. Sin embargo, la evidencia muestra que ésta no ha contenido la espiral inflacionaria.

Para entender este fenómeno es importante recordar que la política monetaria depende del banco central y éste tiene como objetivo estabilizar el crecimiento de los precios (3%, más menos un punto porcentual). Esto lleva a cuestionar qué es la política monetaria y con qué instrumentos cuenta para su aplicación.

La política monetaria es el conjunto de prácticas llevadas a cabo por la autoridad monetaria de un país con el objetivo de influir en el crecimiento económico mediante el manejo de variables monetarias como son la emisión monetaria, el financiamiento del banco central, la regulación de los bancos comerciales, la tasa de interés, así como las reservas internacionales.

Conjuntamente con la política fiscal, cuya ejecución depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, influyen en la demanda agregada y, como consecuencia, en la determinación de los niveles de producción y precios.

Por ello se entiende el uso de la tasa de interés para privilegiar el cumplimiento del objetivo del Banco de México. Una tasa de interés alta desincentiva el consumo y la inversión, favoreciendo el ahorro, en tanto que un costo bajo del dinero ocasiona todo lo contrario.

La inflación se entiende como el aumento generalizado y sostenido en los precios de los bienes y servicios de una canasta de bienes representativa del consumo de una población durante un determinado período de tiempo. Este proceso de aumento en los precios es provocado por el desequilibrio existente entre la producción (oferta) y la demanda agregadas. Lo anterior significa que la inflación tiene dos componentes, por una parte, está el llamado jalón de demanda que se presenta cuando existe una mayor cantidad de dinero en circulación que el consumidor está deseoso por gastar y una producción de bienes y servicios insuficiente y que no alcanza para cubrir las necesidades de los individuos, y la inflación de costos, que es un fenómeno en el que los costos de los insumos necesarios para la producción de bienes y servicios finales están a la alza.

Ahora conviene comprender el escenario actual en nuestro país, desde marzo del 2020 en que la pandemia llegó a México se decretaron fuertes medidas de contención del virus que implicaron el trabajo a distancia y el cierre de múltiples establecimientos comerciales. Estas medidas afectaron de una manera importante la oferta de bienes y servicios, rompiendo en muchos casos la estructura de la cadena logística y de suministro al haber proveedores que redujeron sus niveles de producción o que dejaron de operar.

Aunado a lo anterior está también el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania presente desde febrero de 2022 y que entre otras afectaciones provocó una crisis energética que ha impactado en un incremento en los costos de la energía, insumo indispensable para la producción.

Lo anterior permite entender que el proceso inflacionario actual es más una consecuencia de un golpe de oferta que de un jalón de demanda (el consumidor ha visto afectados sus ingresos al perderse fuentes de empleo y reducirse jornadas laborales por el cierre de la actividad económica). Bajo esta premisa los aumentos en la tasa de interés se vuelven ineficaces para combatir la espiral inflacionaria, pero son necesarios porque evitan una fuga de divisas que se daría cuando los inversionistas desplacen sus capitales hacia mercados con mayores rendimientos.

Es un hecho que estamos ante un escenario complejo en el que el conflicto bélico no parece tener un fin inmediato, donde la actividad económica no se recuperará de la noche a la mañana y donde el inversionista busca mercados más atractivos para sus capitales. Esto obliga a que la autoridad deba ser más creativa en el diseño de estrategias que ayuden a contener la inflación, acompañando a la tasa de interés con medidas de política fiscal que permitan recuperar las disrupciones en las cadenas de suministro y logísticas.

El autor es Director del Programa Académico de la Licenciatura en Economía en la Universidad de Monterrey y Presidente de la Asociación Nacional de Instituciones de Docencia e Investigación Económica, AC.

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